Cumplir años representa un largo camino y mucha “vida vivida”, como dirían los más antiguos pobladores de Luján de Cuyo…
Por Dra. Elizabeth Lúquez Sánchez. Miembro de la Junta de Estudios Históricos Filial Luján de Cuyo.
Mis primeros recuerdos sobre este Departamento están ligados a un lugar de paso hacia el sur o hacia las vacaciones, reuniones y encuentros que tuve en Chile. Recuerdos que se fueron sumando a experiencias de vida cuando llegué a residir a Chacras de Coria, en 1982 y después, cuando me convertí en profesora titular de la Escuela Dr. Francisco Correas, todo un logro para esa época.
Fue en esa Escuela cuando mi práctica escolar debió responder a una exigencia curricular y con algunos alumnos comenzamos a recuperar datos, fotos y memorias de algunos de sus abuelos. En ese intento didáctico tomé contacto con los materiales que hoy me permiten esta evocación.
Esa búsqueda escolar nos acercó al Plano Colonial de la zona de 1802, en la que el casco de Luján de Cuyo correspondía a dos propiedades: una a Teles y otra a Molina. El primer propietario mencionado era Miguel Teles Menezes Sodre, quien fuera tomado prisionero por los españoles en la isla de Santa Catalina y confinado en Mendoza. Unos meses más tarde se inició su actuación cuando el Virrey Vértiz lo designó como Sargento Mayor de Milicias.
Este extranjero quedó bajo las órdenes del Gral. José Francisco Amigorena y en 1804, se convirtió en Comandante del Cuerpo de Milicias Urbanas de Mendoza. Al año siguiente fue designado por el Virrey Sobremonte para instalar el Fuerte de San Rafael y con él, Fray Francisco Inalicán, quien tenía por orden evangelizar a los indios del lugar.
Me he detenido en este portugués aquerenciado porque poco se lo nombra y nunca se relata su donación de diez mil pesos en 1808, que fuera aceptada por el Cabildo de Mendoza, para la fundación de un centro educativo que laico y estatal para los jóvenes, al que más tarde se lo llamó Colegio de la Santísima Trinidad. Creación que siempre se le adjudica Al General San Martín.
El segundo propietario era el tropero Pedro Molina de Vasconcelos, quien trajo de Buenos Aires la imagen de Nuestra Señora de Luján a la que más tarde se le agregó “de Cuyo”, para diferenciarla de la que se veneraba en Buenos Aires. Esa acción inició las gestiones para que se fundara la Iglesia cabecera del lugar.
Aquí es necesario recordar que en 1776, con la fundación del Virreinato del Río de la Plata, Mendoza quedó integrada al mismo pero, en cuestiones eclesiásticas, siguió dependiendo del Obispo de Chile y aunque las gestiones ante el Rey Carlos IV y el Papa Pío VI las inició Fray José Godoy y Videla de la Orden de los Predicadores, se concretaron recién en 1805, con la creación de la Vice Parroquia de Luján de Cuyo, a cargo del mercedario Fray Santiago Uribe, primer Vice Párroco.
Ya el lector se preguntará, ¿para qué recuperar estas raíces del Período Colonial? No puedo dar respuesta más significativa que decir que los eslabones del tiempo histórico siempre invitan a recorrer el proceso institucional de la Patria chiquita que nos alcanza.
La existencia jurídica de Luján de Cuyo se gestó en 1853 con la sanción de la Constitución Nacional, porque el Artículo 5 exigía que las provincias sancionaran sus propias Constituciones, lo que hizo que Mendoza, al año siguiente y desde una línea de política renovadora y gradual, expresara un ordenamiento territorial acorde a la formación del Estado Nacional.
El Departamento se erigió el 11 de mayo de 1855, durante el gobierno de Pedro Pascual Segura bajo el nombre de “Villa de Luján” y en 1949, la Villa cabecera fue declarada Ciudad por la Ley N° 1803. Su creación, acorde a la cultura y mentalidad de la época, también significó que la Vice Parroquia fuera elevada a la categoría de Parroquia, a cargo del presbítero Francisco Goenechea.
Este rememorar algunas raíces y la creación del Departamento permite comprender las expresiones de Don Juan Isidro Maza y del Dr. Enrique Marianetti cuando consideran que, Luján de Cuyo, probablemente por ser el paso obligado hacia el sur y a la vera del río Mendoza, era tan antigua como la Ciudad de Mendoza.
Dan testimonio de ello las Actas Capitulares que se encuentran en el Archivo Histórico de Mendoza.
