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El Cerro San Luis -->

El Cerro San Luis

Lugares con historia

En estos tiempos en que los loteos y barrios cerrados florecen como hongos, generando amores y rechazos por igual, es bueno recalar la atención en el primer emprendimiento de este tipo que se creó en nuestro pueblo, que nació basado en conceptos tales como austeridad y vida sencilla; muy buena vecindad y alegre convivencia y mucho respeto por los legados de la naturaleza.

Cuando don Luis Cerutti compró las casi ocho hectáreas del cerro en 1954 – casi un páramo por aquellos años-, con la idea de lotearlas para crear un barrio en el que varias familias pudieran vivir una vida plácida, seguramente se dio cuenta de que no iba a ser una tarea sencilla. Se trataba de un lugar apartado y casi inhóspito, sin agua, pero le gustó el desafío. Además, contaba con el apoyo de su mujer quien, sin ser arquitecta, pero con entusiasmo e inspirada por la geografía del lugar, diseñó los famosos Hongos, esas casas octogonales que con su atípica forma se convirtieron casi en un símbolo del lugar y marcaron desde el principio la tónica del barrio: un lugar diferente.

Y es que se trataba del primer loteo privado de Chacras, un concepto bastante innovador por aquellos años, aunque bastante lejos de la estética de los barrios cerrados que hoy abundan por nuestros pagos. Apenas compró los terrenos, don Luis comenzó a forestar con todo tipo de especies: pinos, cipreses, sauces y enredaderas que acompañaron muy bien a los olivos y eucaliptos que ya existían y aún hoy se conservan. Toda una tarea si tenemos en cuenta que no contaba con el servicio de agua.

Según nos contaba hace tiempo Luis Cerutti hijo se subía por una cañería el agua del canal que pasaba por el costado oeste del loteo a la pileta de riego, que estaba en lo alto del cerro para que allí se decantara. De ahí se distribuía a la pileta de natación y a regar la gran cantidad de árboles. Con respecto al agua para tomar, los vecinos la iban a buscar con damajuanas al viejo surtidor público ubicado en calle Mitre, frente a la Estación de trenes.

Para propiciar encuentros y momentos para compartir entre los propietarios, Don Cerutti construyó una gran pileta de natación –otra idea innovadora para la época y para un lugar sin agua- y una lindísima capilla. El problema fue que resultaron estar demasiado cerca una de la otra, según la cúpula eclesiástica de aquellos años. Y es que, según contaba Quitita Guillot, integrante de una de las primeras familias instaladas en el lugar, la capilla fue objetada por el obispo de entonces porque para llegar a ella, ubicada en lo alto del cerro, había que pasar por la pileta de natación. Dos espacios con lógicas diferentes. Así es que nunca se la pudo utilizar como tal. Don Luis se la vendió entonces a la pareja de escritores Alfonso Solá y Graciela Maturo, quienes crearon allí su rincón en el mundo.

Por aquellos años las únicas casas eran la de los Ferguson, la casita de madera del Dr. Stordeur, los Hongos de los Gullot, de los Stagni y el de los Arcaná; la de los Cáceres, la del Dr. Rodríguez y la de los Birmbaum. Con el tiempo, llegaron Angulo, quien compró un predio poblado de eucaliptus y Ventura, quien se instaló en una de las terrazas del Cerro.

El cambio importante llegó en 1960 cuando llegó el agua potable. Fueron Enrique Guillot y el ingeniero Módolo quienes realizaron las instalaciones en cada casa, lo que posibilitó que muchas familias se instalaran ya en forma permanente. Desde entonces el Cerro fue poblado todo el año, ya que, hasta ese momento, por la falta de agua, sólo era habitado en el verano.


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Con una propuesta cultural vuelve a la vida la Estación de Chacras -->

Con una propuesta cultural vuelve a la vida la Estación de Chacras

Hace unos días quedó inaugurada la refuncionalización completa de la histórica estación Paso de los Andes, del tren trasandino y los chacrenses se ilusionan con la recuperación de este espacio que será dedicado al arte y la cultura. Mantendrá la impronta ferroviaria y hay varios proyectos en marcha.

Por Francisco Guerrero

No fue un día cualquiera, la reinauguración de la estación Paso de los Andes marcó un punto de partida con la mirada puesta en el desarrollo de un espacio dedicado a la historia del tren que pasaba por Chacras de Coria con rumbo a Chile. Y a la vez será un lugar que congregará a la comunidad chacrense para participar de manifestaciones culturales e históricas.

Es uno de los objetivos de esta puesta en valor de las instalaciones ubicadas al oeste del centro del distrito, al fondo de calle Mitre, que consistió en la reconstrucción de gran parte del edificio, especialmente el sector de sanitarios. Tras cuatro años de trabajos “se recuperó la emblemática Estación Paso de los Andes del histórico Ferrocarril Trasandino, cuyos trabajos abarcaron también su entorno próximo y su destino es 100% cultural y turístico”, señalaron las autoridades municipales tras dejar inauguradas las obras.

Concretamente los trabajos consistieron en la recuperación de 208 metros cubiertos del edificio de la estación y los baños, 1400 m2 de expansiones para transitabilidad, estancia para la comunidad y 540 m2 de recuperación de vías ferroviarias. Paralelamente se realizó la cubierta total del techo, debido a que el edificio de la Estación sufrió un incendio que dañó alguno de los elementos estructurales secundarios, y se llevó a cabo la restitución de la cubierta en la mayoría del edificio, exceptuando las galerías internas. También se mantuvieron los colores originales en los muros y en carpinterías y accesorios.

Se mantiene la presencia de un tren rodante original y completo de una formación, que actualmente está depositado en el espacio existente entre el edificio de la estación y el de los baños públicos. También se remodelaron las vigas de un puente del ferrocarril para generar un elemento de cierre en el lateral oeste del predio.

Para recorrer todo el predio recuperado, se realizaron senderos peatonales y pasos a nivel que permitan la transitabilidad en sentido este-oeste. Y se restauró el espacio peatonal que une la estación con los baños y así generar la conexión con la vereda sur de calle Mitre.

Cabe recordar que la histórica estación estuvo usurpada durante casi dos décadas de abandono y fue recuperada mediante un operativo conjunto entre la comuna lujanina, autoridades provinciales y la asociación civil El Andén, compuesta por vecinos y familiares de ferroviarios. Las familias que ocupaban las instalaciones fueron reubicadas y a partir de allí comenzó la cuenta regresiva para la puesta en valor. El paso siguiente lo dio el municipio, que puso al frente de los trabajos de recuperación a los arquitectos vecinos del distrito Adolfo Mallea y Miguel Liendo.

Sobre el proceso de recuperación de este bien patrimonial, Liendo nos explica: “recuperar muchas veces es más que volver a tener lo que tuvimos. Es creer otra vez y esta gestión municipal ha permitido recuperar las ganas de seguir creyendo. En este caso, la función de los arquitectos debe subordinarse a estas acciones. Y si bien no podemos expresarnos y alimentar nuestros egos para realizar nuevas creaciones, nuestra tarea es respetar lo que fue, mostrarlo cómo fue, para que sea ese símbolo de volver a creer”. Adolfo Mallea, por su parte, señaló: “Lo más importante es que se cumplió un anhelo de los vecinos, un reclamo que viene desde hace muchos años y gracias a la última gestión municipal se pudo concretar (la puesta en valor). Desde la preservación del patrimonio, uno debe dejar el sitio original. Así se logró recuperar las estructuras de pinotea y otras maderas originales.  Sin embargo, tuvimos que reconstruir el interior del edificio, paredes, revoques y pisos. Para ello se utilizaron materiales nuevos, pero neutros”.

Proyectos

Hoy, el lugar será una sala de arte, de lectura y punto de encuentro de distintas manifestaciones culturales, de acuerdo a lo manifestado por las autoridades municipales. También existe la posibilidad de que se instale un museo ferroviario. Rubén Adrián Lepez, titular del Ferroclub Trasandino Mendoza, se ilusiona con instalar un museo interactivo en la estación de Chacras. Es que la institución ya instaló uno en la Estación de Benegas, en Godoy Cruz desde 2015. Contó que los arquitectos a cargo de la recuperación visitaron el museo y como institución aportaron material para la Paso de los Andes. “Aportamos la imagen original a través de la red de museos nacionales, conseguimos fotos originales de la estación de Chacras, antes del incendio de 1950″. Lepez agregó: “sostenemos que para armar un museo es muy importante contar la historia del sitio. Además de colocar elementos y bienes del ferrocarril, tenemos que contar la historia, para qué sirvieron esos objetos que estamos mostrando, qué función cumplían, así el visitante vive una experiencia. Nuestro objetivo es promover el ferrocarril en un momento en que los jóvenes prácticamente no han conocido el tren y esa es nuestra tarea, de docencia y de difusión del mundo del ferrocarril”.

Por su parte, Marcelo Spinello, de la Asociación Ferrotur Trasandino asegura que la recuperación de la estación es un hecho positivo y queda mucho por hacer. Comenta que su entidad presta el servicio de tren turístico entre Maipú y la estación de Chacras. Para ello utilizan un coche realizado por la asociación. “Tenemos aprobado el proyecto parque ferroviario Paso de los Andes, con un museo ferroviario temático en el edificio de la estación gratuito. Y queremos añadir a todo el cuadro estación elementos, señales e infraestructura ferroviaria para recuperar todo el espacio para que sea un museo a cielo abierto. Seguirá funcionado el tren turístico, para que los visitantes conozcan la experiencia completa, con el recorrido de 10 kilómetros, desde Paso de los Andes hasta una bodega de Russel, Maipú”.

Y agrega: “Este 29 de diciembre estaríamos abriendo el museo. Ya comenzamos a montar los primeros elementos tanto en el interior como en la playa de maniobras de cuadro estación”.

La historia

La estación fue construida por los hermanos Clark, propietarios de la constructora Ferrocarril Trasandino (FCT) y fue inaugurada en 1889. Entre 1904 y 1925 cumplía un servicio local de pasajeros entre la ciudad de Mendoza y Chacras de Coria. En 1905 el Trasandino se extendió hasta la localidad de Las Cuevas y la Paso de los Andes era la última estación urbana en el recorrido hacia la alta montaña. La estación fue reconstruida tras un voraz incendio en 1950.  El ramal salió de servicio en forma definitiva en 1994. El último servicio de pasajeros se registró en 1986, entre la estación de Mitre y Godoy Cruz (Guaymallén) y Puente del Inca.

La Estación sirvió de set de filmación de, entre otras películas, El Cartero, dirirgida por Homero Cárpena y la actuación de Tito Lusiardo y Beatriz Taibo, en 1954. También se filmó parte de un documental “Techo, pan y vino” sobre Mauricio López, primer rector de la Universidad Nacional de San Luis, con la dirección de Dámaris Rendón.

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Familias pioneras -->

Familias pioneras

Los Bauco, la cultura del trabajo y un callejón que los homenajea

Los Bauco llegaron a nuestro país, como muchos por aquellos años en que se construía la Patria, desde “la Italia”. Proveniente de la provincia de Aquila “Comune Di Civita  D’Antino, fue en el año 1901 cuando Rafael se radicó en nuestros pagos. Aquí se dedicó, como la mayoría de sus pares, a la agricultura. Luego fue la vitivinicultura, más tarde la instalación de talleres de maquinaria agrícola y luego de transporte de pasajeros. La pequeña empresa nacida de tanto esfuerzo era administrada por su dueño, quien contaba con la colaboración solidaria de su cuñado Juan Olivano, su concuñado Armando Caponi y sus primos hermanos Luis y Lorenzo Bauco, este último más conocido como Minoto.

Numerosos emprendimientos comerciales llegaron a nuestro pueblo de la mano de esta familia que recaló en nuestros pagos cuando el siglo XX nacía.

1- El Hotel San Francisco

Fue gestado en la década del cuarenta. Por esa época la familia Bauco tenía la “Residencial Pueyrredón”, el primer hotel de Chacras de Coria, en donde con el tiempo, se hospedaron numerosas personalidades. Por ejemplo, escribe Nicolás Sosa Bacarelli en aquella nota sobre la familia Bauco en Correveidile del año 2014, “una vez llegó un joven estudiante de Derecho, con su familia. Traía un niño enfermo de asma y le habían recomendado el aire de aquí y las atenciones de los dueños de casa. “El chico sostenía con una mano el libro –estaba estudiando las últimas materias- y con la otra, su hijo”, cuenta Marcelina. El joven estudiante era el doctor Raúl Alfonsín y luego llegaría a ser presidente de la Nación”.

En un momento la casa les quedó chica para albergar tantos turistas, fue entonces que Francisco y sus seis hijos decidieron comprar una quinta, propiedad de la familia Fernández, ubicada más arriba de la misma calle Pueyrredón, para construir el Hotel. La familia Bauco se dedicaba a fabricar ladrillos, por lo tanto todo el edificio fue construido con ladrillos que llevan el sello Bauco. Finalmente el Hotel fue inaugurado en 1954.

La quinta rebozaba de árboles frutales, parrales y pinos, por lo que el arquitecto Fanhoe diseñó el edificio tratando de salvar la mayor cantidad de especies, lo que permitió que hoy se pueda disfrutar el añoso parque que rodea el Hotel.

EPIGRAFE

Fachada del viejo Hotel San Francisco, en sus primeras épocas de gloria.

La Cena Inauguración del Hotel San Francisco

Corría el año 1954 y el Hotel San Francisco abría sus puertas al público. Sentados entre los comensales vemos a recordados vecinos de nuestro pueblo, como el querido doctor Carlos Levy, “el médico gaucho”.

2- Primera línea de ómnibus Chacras-Mendoza

“Los vecinos aún recuerdan otro interesante emprendimiento de la familia Bauco, que logró cambiar el ritmo del pueblo y “acercarlo” un poquito más a la Ciudad. Considerando lo difícil que resultaba para muchos llegar al centro mendocino, don Francisco adquirió cuatro colectivos y con ellos fundó a principios de los años 40, lo que podríamos llamar la primera empresa de transporte de pasajeros dedicada al trayecto Chacras-Centro, Centro-Chacras. Los ómnibus partían de la casa familiar y lo hacían con la frecuencia justa para acompañar el ritmo de vida de aquel tiempo”, sigue contando Sosa Bacarelli.

La empresa de ómnibus Paso de los Andes, primera línea de pasajeros que conectaba Luján  con la ciudad de Mendoza.

1- El tren turístico de Luján y el balneario Cipolletti

Con dos vagones tirados por un tractor, esta especie de tren turístico nacido del ingenio de Rafael Bauco, formaba parte de una “escudería” compuesta de tres unidades. Fue una de las primeras líneas de transporte público de nuestro departamento.

El recorrido comenzaba en la plaza de Luján, frente a la Iglesia y, por Sáenz Peña hacia el oeste, se dirigía por calle Chile hasta el dique Cipolletti.

Y es que allí se encontraba “el balneario de moda” de la época, a orillas del Río Mendoza: contaba con una hostería, pileta de natación, un inmenso parque de frondosos árboles y un lago artificial, hábitat de plantas acuáticas y peces multicolores.

“Otro de los atractivos era la presencia de un fotógrafo, creo que se llamaba Alfonso Segovia, que posibilitaba que los visitantes se llevaran un recuerdo del paseo”, cuenta Roque Bauco, nieto y tocayo de aquel pionero, quien se desempeñó como concejal por el Partido Demócrata en la década del ’60 y que gentilmente nos cediera la foto.


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La emblemática heladería de Chacras -->

La emblemática heladería de Chacras

Por: Francisco Guerrero

“Aquí la gente llegaba con un mapa en la mano y preguntaba si hacíamos helados”, comenta Guri Salgado, el histórico heladero de Chacras. Al inicio de la década del 80, hacia fines del siglo XX, el distrito se mantenía como un sitio de descanso de fines de semana y vacaciones. Darragueira 286 y Los Ranchos, la famosa esquina de los Helados de Chacras nos remonta a aquella época de los primeros negocios del lugar. Hoy, en una casona de unos 150 años funciona la heladería que hasta mediados de los 80 conservó un palenque para “estacionar” los caballos y un aljibe para abastecerse de agua. “No había carteles ni nada por el estilo, era una casa antigua donde se hacían helados”, comenta Guri y recuerda esos primeros años. “Estaba estudiando la carrera administrativa y música, y en mis tiempos libres nos dedicábamos a elaborar helados y así, muy de a poco fuimos desarrollando una actividad que ya tiene tres generaciones. Hace 40 años había dos o tres negocios por la zona. Chacras, en ese entonces, era un lugar de veraneo, no había calles asfaltadas y la gente se concentraba entre diciembre y marzo. La heladería pegó en el corazón del pueblo y se convirtió en un lugar clásico para visitar. Eran momentos en que los vecinos nos dejaban las llaves de las casas de fin de semana porque siempre estábamos”. Guri explica que venía gente de distintas partes del Gran Mendoza, de la zona Este, incluso de Chile, a pasear y a probar un producto típico de la zona. Y la mayoría se había enterado por comentarios de otros visitantes. Tan es así que luego, en los 90, el local recibió la visita de Brad Pitt y Antonio Banderas, entre tantos personajes famosos.

La demanda por los helados del Guri se incrementaba a medida que pasaba el tiempo y Chacras dejaba de ser ese pueblito de unas pocas familias y se convertía en un lugar de residencia permanente para mendocinos de distintos puntos de Mendoza, incluso  de otras provincias. “Por muchos años funcionamos sin carteles, pero llegó el momento de buscar una marca  y lo sometimos a votación y finalmente decidimos que se iba a llamar Helados de Chacras. Fueron momentos de cambio, necesitábamos una marca que nos identificara y creo que fue una buena elección”, acota el propietario. Así, Helados de Chacras, bajo un formato de franquicia llegó a varios puntos del área metropolitana, como el barrio Bombal, Arístides Villanueva, en el Parque General San Martín, la Galería Piazza y un local propio en el centro de Chacras de Coria.

A la hora de entender el porqué del éxito, Guri piensa y afirma: “fue un poco de suerte, pero fruto del trabajo y las ganas en un momento en que el helado se hacía completamente a mano”, señala uno de los socios fundadores de la Cámara de Heladeros Artesanales de Mendoza. “La innovación es otro de los secretos con un sustento de alta calidad”, señala un cliente de la casa. Y es que durante más de 42 años, el local ha vendido productos con sabores únicos: salado, de plantas, frutas, el de coco quemado y el especial de sambayón. Otros llevan los nombres de las nietas de Guri, como Josefina. Los helados de autor son su especialidad.

La creatividad cruzó las fronteras y sus helados fueron admirados por reconocidos chefs argentinos, Gato Dumas entre ellos; y de otros lugares, como Carlos Arguiñano. “También recibimos la visita de Cocineros Argentinos que probaron nuestras elaboraciones, además nos visitaron personalidades de Discovery Channel, en ese momento presentamos helados de verdura, de flores y de aceite de oliva, productos sustentados por una alta calidad de elaboración”, indica Guri.

Y entre el público local abundan los fanáticos que periódicamente visitan las instalaciones de calle Darragueira. “El mejor helado, lejos”, asegura Adrián Delhez en las redes. Héctor Schweizer destaca: “Los helados son excelentes y el dueño muy buen tipo, la heladería es muy clásica de Chacras”. Por su parte, José Pitella resalta: “Un clásico, buenos helados. Atención de los dueños. Hermosa ubicación. Recomendado”.

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Las salas de cine en Chacras -->

Las salas de cine en Chacras

Miedo, intriga, tristeza y risa fueron algunas de las emociones que desprendieron los fotogramas al llegar a la pantalla grande.

Por Lorena Villafañe

Los primeros destellos de imágenes sobre la pantalla grande se proyectaron allá por 1930 ante los ojos de quienes, en aquel entonces, habitaban el pueblo de Chacras de Coria. Sobre la calle Mitre, frente a la Estación Paso de los Andes, abrió el Salón Cocucci, el primer lugar donde los chacrenses se dejaron cautivar por las maravillas del séptimo arte. Fueron éstos los pasos incipientes de lo que luego se convertiría en un ritual con días prefijados para disfrutar de las joyas del cine nacional e internacional.

En aquella época, Chacras tenía una población escasa y este salón fue uno de los pocos sitios de entretenimiento para sus habitantes. Todo el vecindario concurría a las funciones de los sábados y los domingos, destinados a la proyección de películas en alternancia con los bailes sociales, las cenas de camaradería o las reuniones convocantes. Una etapa de letargo le sucedió a su clausura, hasta que en 1941, durante la temporada de verano, se inauguró el Cine Astro con el film Isabelita, protagonizado por Paulina Singerman, entre otras figuras.

La mayoría de las películas que llegaron a la sala de la calle Viamonte, frente a la Escuela Teresa O´Connor[1], fueron argentinas. La empresa a cargo se llamó Cinematografía Arturo Longone y su dueño fue un cineasta abocado a llevar el séptimo arte a los barrios, y también a Chacras.

Los memoriosos que gustan del cine de la época, reconocerán otros de los títulos de los que disfrutaron los chacrenses: La guerra gaucha y La canción de los barrios, esta última con la actuación de Hugo del Carril y Libertad Lamarque. Así es como en los días de calor, la época de oro del cine argentino se proyectó al aire libre en el Cine Astro.

Una vez alcanzado el invierno, los dueños de la sala se trasladaron a un local ubicado en Mitre y Jorge Newbery, donde además de mostrar películas organizaron fiestas. Las cintas norteamericanas ocuparon un lugar importante en el gusto de los espectadores y compitieron con el cine nacional en el concurrido salón del pueblo.

Lo entretenido e intrigante fueron los famosos episodios y series de cine que llegaron después. No faltó quien quedara deseoso de ver el siguiente capítulo de El Zorro que, al mejor estilo televisivo actual, dejó en suspenso al público hasta la función siguiente. Los tambores de Fumanchú, La araña negra y las películas del oeste fueron algunas de los principales atractivos de los domingos por la tarde.

Ese día fue también el más concurrido por los niños, gracias a una función matiné prevista a las 15 hs. El resto de las proyecciones fueron nocturnas los miércoles, jueves y sábados, en este último caso con dos horarios. Todas las funciones tuvieron éxito y la sala se llenó de espectadores una y otra vez, a tal punto que las entradas debían ser adquiridas con anticipación por encontrarse agotadas el mismo día. Por entonces no existía la competencia que hoy atraviesa el cine con la televisión, el cine era una novedad en pleno auge.

El ocaso del Cine Astro se dio entre 1944 y 1945, pero esta vez no hubo vacío cinematográfico para los chacrenses. Ese mismo año se inauguró frente a la Plaza la primera sala techada, equipada con butacas, proyector, sala, pantalla fija, escenario, platea y paraíso. El Cine Grand Splendid, en la calle Viamonte y Mazzolari -actual Centro Cultural Para Todos Teatro Leonardo Favio-, perteneció a la familia Stroppiana-Grimalt.

El nuevo espacio se estrenó con las películas Villa Rica del Espíritu Santo y la mexicana Ay Jalisco, no te rajes. La concurrencia durante el primer día en funcionamiento fue impresionante y así es como Chacras repitió el ritual de acicalarse y vestirse con la mejor ropa para ir al cine.

El auge de la proyección cinematográfica en Chacras

El surgimiento de las salas de cine en Chacras tiene una estrecha relación con un fenómeno que comenzó a propagarse en toda la provincia y que hizo ver en los cines, la gran promesa del crecimiento financiero de aquellos tiempos. Los cines fueron “el negocio” de la época y poco tuvo que ver, en un principio, con la pasión que desató el séptimo arte.

Atrapados por esta oleada de entusiasmo que trajo el cine, el mecánico Juan Stroppiana y el dueño de una empresa de ómnibus Miguel Grimalt, se embarcaron en la apertura de una verdadera sala cinematográfica en Chacras de Coria, ya que hasta el momento las películas sólo fueron vistas en salones adaptados para su proyección.

Basados en la experiencia de la familia de Juan, construyeron en la calle Viamonte y Mazzolari el cine Grand Splendid, cuyas siglas aludieron a las iniciales de los apellidos de sus dueños: Grimalt-Stroppiana.

Las funciones de este espacio fueron programadas para los días martes, miércoles, jueves, sábados y domingos, mientras que los viernes el lugar fue ocupado por las retretas, sobre todo en primavera y verano.

De avanzada

Sus propios dueños cuidaron cada detalle del edificio basándose en los cines que ya poseían los Stroppiana. Un sistema de refrigeración y calefactor innovador para la época climatizó la sala, con un ventilador colocado debajo del escenario y enviado por tubos al pie de cada butaca. En los meses de frío un gran chorro de fuego apuntó a la pared de ladrillo con la ayuda de una turbina impulsada debajo de los asientos. Ambos mecanismos fueron ideados por Juan y Rosendo Stroppianna; el primero una especie de inventor incansable, curioso e ingenioso a tal punto que ideó una decena de lavarropas con su sello para los parientes, así como un auto para su hijo, monopatines con motor y el más genial de los inventos de la cinematografía de la época: un sistema de cambio automático para pasar las cintas de las películas sin interrupción.

Hasta entonces, cuando un rollo de cinta se terminaba, había unos segundos de silencio hasta la colocación del siguiente. En cambio con esta propuesta electromagnética se conectaron dos proyectores en cadena para evitar el sobresalto en la atención del espectador. Su creación tuvo tal repercusión, comentaba su hijo Osvaldo, que llegaron del Cine Gran Rex de Buenos Aires para comprarle el invento.

Las anécdotas

Al escenario de este cine también subieron las compañías de radio teatro que además actuaron en vivo. Entre los tantos elencos que se presentaron figuró el de Manuel Menéndez, Sebastián Pérez y Luis Francese. En algún momento también se promocionaron espectáculos traídos de Buenos Aires, como Los cinco grandes del buen humor, el tenor mexicano Alfonso Ortiz Tirado y Los Trovadores de Cuyo.

Fue común que el escenario de las salas de cine sirviera para pasar los espectáculos musicales y teatrales del momento. En general, las compañías o los artistas cobraron un 60% de la recaudación y el dueño de la sala un 40%. En una oportunidad, contó Osvaldo, la gente esperaba que se presentara la compañía de Manuel Menéndez y su hermano Juan. Según recordó, estaba pactado el mismo porcentaje de siempre para el pago de la función, sin embargo la compañía pidió más dinero para presentarse. La función se retrasó tanto en la disputa por el precio del caché que la gente se inquietó y los que ya tenían pagada su entrada intentaron ingresar al cine por la fuerza. Como ninguna de las partes cedió, la función tuvo finalmente lugar en la plaza de Chacras.

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El Chalet de Piedra  de Chacras de Coria,  parte III -->

El Chalet de Piedra de Chacras de Coria, parte III

Antonio Simón un pionero del pedemonte y su lucha por y contra el agua allá por las primeras décadas del 1900

En los números 140 y 144 de Correveidile relatamos las distintas etapas vividas por Antonio Simón mientras construía su casa de veraneo que comenzó en 1914 cuando la Panamericana ni siquiera estaba proyectada, en pleno pedemonte, aunque cerca de la estación Paso de los Andes. La construyó  para que  su hija María Elisabet, afectada de cierta debilidad pulmonar, recibiera los beneficios del  aire puro.  La casa se mantiene aún en pie y su nieto Enrique Roig sigue reconstruyendo, después de cien años su historia.

“Mientras construía la casa y también luego de terminarla, don Antonio Simón  afrontó el gran desafío del agua.  En ese lugar el desafío era doble: el agua como primera necesidad de la vida era muy escasa, pero también era destructora, arrolladora,  en las impredecibles crecientes de verano del río seco Tejo, que bordeaba su propiedad  por el Oeste y que a veces la cercaba con un brazo que se abría por el frente”.

“Para defender su terreno de esos aluviones, además de las corridas de rocas por el frente de la casa que ya referimos, construyó y mantuvo  grandes gaviones en el rio seco.  Los gaviones son murallones enclavados en el lecho del río seco, desde la barranca,  armados con rocas encerradas en gruesas mallas metálicas. Estos gaviones desviaban el agua torrencial hacia el centro del lecho  y  debían repararse o reforzarse todos los años”

“Mucho después, en 1969, cuando se concluyó la ruta a Chile en su tramo hasta Uspallata siguiendo  el trazado del viejo ferrocarril trasandino, es decir, siguiendo el curso del río Mendoza, su terreno quedó protegido con un murallón de hormigón armado que se construyó para defender la cabecera del puente de la ruta sobre el río seco Tejo”

“El otro desafío era el agua de necesidad vital cotidiana y de la que el lugar carecía en absoluto. Solo  se contaba con el último extremo de la red de regadío, que se encontraba a más de doscientos metros y un surtidor público de agua potable en la estación Paso de los Andes, del ferrocarril, a unos cuatrocientos metros. En ambos casos había que atravesar el río seco Tejo”

“Siempre ingenioso”, destaca su nieto, “Antonio Simón construyó una estiladera de doble uso.  El agua de riego, cargada entonces siempre de arcilla y arenisca, pasaba  por un gran filtro tallado en una sola pieza de piedra pómez, que era de uso común en la época. El filtro goteaba en una tinaja de barro cocido y vidriado, encerrada en el mismo mueble, con una salida hacia el exterior mediante un caño provisto de canilla. Más abajo tenía el artefacto un gabinete forrado de estaño y con un desagüe, donde se colocaba hielo y constituía “la heladera”. Por lo menos hasta los años cuarenta el carro del “hielero” se aproximaba diariamente en verano hasta el chalet de piedra, donde moraba su último cliente, al borde del desierto”

“Otra ingeniosidad que instaló don  Antonio Simón para el uso del agua, fue una ducha que armó en un  pequeño recinto integrante de la construcción de hormigón armado. Ideó y construyó un  tanque de chapa galvanizada que se bajaba para cargarlo de agua e izaba  mediante un aparejo. Luego, tirando de una cuerda, se accionaba una válvula que dejaba caer el agua a través de una flor en el pequeño recinto.

“Pero a don Antonio Simon no conformaba  la gran dificultad del agua. Pensó que tendrían que existir napas de agua subterránea paralelas al río seco. Por tal motivo contrató a un esforzado minero chileno para que excavara buscando agua, a pico y pala. Se aproximó a la profundidad de ochenta metros, pero fue inútil. Después de tan pesadísima y riesgosa perforación, desistió de ese intento. Decidió entonces acopiar toda el agua de lluvia que cayera sobre el techo de chapa de  la casa en un aljibe. Construyó entonces el receptáculo apropiado junto a la casa. Le dio unos dos metros de diámetro y unos dos metros y medio de profundidad, con unos sesenta centímetros elevado sobre el terreno. La pared circular fue de rocas asentadas en concreto y el fondo de concreto llaneado, cónico y con un receptáculo central para facilitar la limpieza. Una losa de hormigón armado cubrió el aljibe, con una tapa de hierro abisagrada.  Coronó su obra con una enorme llanta de carro de hierro de una sola pieza que abrazó el brocal del pozo, que hasta hoy está intacto”.

“Mientras tanto y llegando siempre en ferrocarril, pasaron algunos años de vacaciones en aquel agreste, limpio y elemental lugar de horizontes abiertos y noches cerradas, en que las estrellas casi encandilaban en las noches sin luna. Entonces allí la joven María Elisabet recuperó plenamente su salud y allí nació para ella un vínculo que perduraría de por vida, con una pequeña niña de Chacras de Coria, Eufemia Correa,  que prohijó mi abuela”.

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Jacinto Anzorena, el ingeniero y político mendocino que murió en Chacras -->

Jacinto Anzorena, el ingeniero y político mendocino que murió en Chacras

El distrito tuvo el privilegio de contar entre sus vecinos a un gran funcionario público e ingeniero, llamado Jacinto Anzorena, quien falleció en nuestra localidad hace más de 70 años. Dejó un legado muy grande en la provincia: inclusive un club lleva su nombre.

Por Carlos Campana

El ingeniero Anzorena nació en Mendoza el 8 de diciembre de 1869. Hijo de Tomasa Mercedes Puebla y el doctor Pedro Ignacio Anzorena, quien fue gobernador de la Provincia. Proveniente de una familia tradicional mendocina, don Jacinto cursó sus estudios primarios y secundarios en esta capital. Luego de egresar como bachiller, el joven partió junto a su hermano hacia el Reino Unido con el objetivo de ingresar como pupilo en la Universidad de Brighton, en la que obtuvo su título de ingeniero civil y naval.

En Londres conoció a Máximo Terrero y a Manuelita Rosas, quienes le brindaron su apoyo. Regresó a la Argentina con su flamante título de ingeniero y se estableció en Buenos Aires, donde trabajó ejerciendo su profesión en los Arsenales de la Armada. Allí se vinculó con personajes políticos y sociales que vieron en él a una persona de una personalidad brillante.

El gobierno nacional lo convocó entonces junto al perito Francisco P. Moreno para integrar la Segunda Comisión de límites con Chile a fines del siglo XIX. Posteriormente viajó a Mendoza, donde se radicó. Inmediatamente se integró a diferentes secretarías gubernamentales como funcionario público. Inclusive fue intendente de la Ciudad de Mendoza desde 1914 a 1917. Además ocupó en varias ocasiones la banca como legislador provincial.

Entre sus grandes obras de ingeniería cabe destacar la confección del Dique de Los Papagayos construido en 1937 bajo su dirección: una de las primeras defensas que tuvo la ciudad contra los aluviones. Entre otras obras se encuentran el basamento del monumento al General San Martín en la plaza de la Ciudad de Mendoza -que lleva su nombre-. Desde principios del siglo XX, Jacinto eligió nuestra localidad para vivir junto a gran parte de su familia.

En su finca, buscó la paz y la tranquilidad cuando se jubiló a mediados de los años 30, sin dejar de lado su participación en renombradas instituciones culturales, académicas y de bien público. Se destacó como miembro de la Institution of Civil Engineers, entidad ubicada en el Reino Unido.

Estaba casado con Esther Villegas, quien lo acompañó toda su vida. Falleció en Chacras de Coria el 27 de diciembre de 1949 a los 80 años de edad.

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Cuando Viamonte se vestía de pueblo -->

Cuando Viamonte se vestía de pueblo

La foto es de Carlos “Cachilo” Púrpura y fue tomada a principios de los ‘90 en la calle Viamonte, entre Mitre y Aguinaga, a metros de la Plaza de Chacras de Coria.

Hacia el fondo de la imagen, una mujer pasa y mira el interior del local de cabinas telefónicas que tenía la familia Cutrera, cuando internet era una posibilidad todavía remota.

El pequeño portón y la casa de al lado corresponde a la propiedad de los Lori, en cuya puerta solía sentarse el señor Remo.

Siguiendo en esa dirección estaba el restaurante La Tasca, del recordado músico y cocinero Eduardo Aveni, que más tarde funcionó en calle Mitre.

Un hermoso recuerdo de cuando la historia del Correveidile se empezaba a escribir.

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Un héroe de la aviación que fue vecino de Chacras -->

Un héroe de la aviación que fue vecino de Chacras

El distrito se caracterizó por tener entre sus vecinos a grandes personalidades de la vida política, militar y cultural a nivel local y nacional. Muchos se sorprenderán al conocer que en esta tierra vivió el recordado aviador militar, el capitán Luis C. Candelaria.

Por Carlos Campana

Su gran proeza fue vencer en abril de 1918, la gran Cordillera de los Andes en un aeroplano. Este vuelo fue realizado desde la localidad neuquina de Zapala rumbo a Chile, en donde aterrizó cerca de la ciudad de Cunco. Luego de retirarse como piloto del cuerpo aéreo del Ejército Argentino, se instaló en Chacras por muchos años.

Luis Cenobio Candelaria nació en Buenos Aires el 29 de octubre de 1892. Sus padres fueron don Victorio Candelaria y Luisa Micossi. Su madre tuvo gran influencia en su formación, y en 1908 ingresó al Colegio Militar. Después de cursar en esa institución castrense egresó como subteniente en el arma de ingenieros.

Con 21 años, Candelaria se entusiasmó al conocer las denominadas “máquinas voladoras”, más conocidas como aeroplanos, que en Argentina comenzaban a ser promovidas de la mano de Newbery y otros pioneros.

Por aquel tiempo, los militares vieron el gran potencial que tenían estos aparatos y fueron insertados como un arma más en el Ejército Argentino.

Se cree que la muerte de Jorge Newbery en Mendoza el 1 de marzo de 1914, influyó en la vida del joven militar, quien un par de años después obtuvo la patente de piloto.

A principios de 1918, el juvenil aviador cumplía servicio en la base militar de El Palomar -Provincia de Buenos Aires- e inició una serie de reparaciones sobre un aeroplano de marca Morane Saulnier Parasol de 80 H.P, denominado con el nombre “Mendoza” y donado por las Damas Mendocinas, que había sufrido varios accidentes.

Con la ayuda del personal mecánico de esa unidad, la nave fue reparada y el entonces teniente Candelaria solicitó a sus superiores viajar con ese aparato a Mendoza: le negaron la posibilidad. Su verdadera intención era realizar la hazaña del cruce de los Andes en aeroplano.

Ante la negativa no se amilanó y pidió que se lo trasladara a Zapala, Neuquén, a lo que las autoridades militares accedieron. Después de un tiempo, el piloto y sus mecánicos estaban listos para emprender la aventura de traspasar el macizo andino. Hazaña que realizó solo y luego de unas horas, en un complejo aterrizaje que casi destruyó el avión. Así, Luis Candelaria se transformó en el primer argentino en ejecutar la trascendental epopeya. De regreso a Buenos Aires, a los 25 años, a este militar se lo agasajó como a un gran héroe.

Una Virgen lo acompañaba en Chacras

A fines de 1920, el capitán Candelaria pidió su retiro efectivo del cuerpo aéreo del ejército y por problemas de salud, pudo cobrar su pensión y no tuvo mejor opción que llegar a la provincia de Mendoza y establecerse en Chacras de Coria.

Aquí, el militar compró una propiedad a la familia Dalla Torre, que se ubicaba en la esquina de Pueyrredón y Viamonte. Por varios años el piloto vivió allí y se comenta que en una gran inundación -posiblemente el aluvión de 1934- encontró flotando en el agua una imagen de la Virgen. Luego de recuperarla le construyó un pedestal casi en la esquina de su vivienda. Con el tiempo, el lugar comenzó a llamarse “La esquina de la Virgen” y fue objeto de devoción por parte de los vecinos del lugar.

Durante los años que vivió en Chacras, Candelaria fue un vecino muy admirado, no sólo por su fama como piloto, sino por su agradable personalidad y principios éticos y morales. Durante largas temporadas residió en nuestra localidad, pero luego vendió su propiedad y se radicó en Misiones. De allí viajó a Tucumán, donde falleció el 23 de diciembre de 1963. Días después fue enterrado en la ciudad de Zapala, en Neuquén.

Una calle en Chacras de Coria lleva su nombre.

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Historias del Pago: Juan Bautista Gargantini, bodeguero y político que amó Chacras -->

Historias del Pago: Juan Bautista Gargantini, bodeguero y político que amó Chacras

El nombre de los Gargantini está muy ligado a Chacras de Coria. Fue Juan Bautista quien hacia 1921 estableció una pequeña bodega en este lugar. Y cuya figura tuvo una gran incidencia en nuestra provincia.

Por Carlos Campana

Nació en Mendoza el 11 de noviembre de 1891, aunque fue bautizado el 31 de marzo del año siguiente. Juan Bautista Gargantini fue uno de los ocho hijos del suizo Bautista Gerónimo Gargantini y Oliva Bondino. Su padre, de origen helvético, llegó a nuestra provincia como muchos de los inmigrantes que se establecieron con el gran sueño de progresar. Aquí se asoció a su cuñado Juan Giol y a fines del siglo XIX fundaron la empresa “La Colina de Oro”.

El pequeño Juan Bautista fue enviado en 1902 a Suiza, donde  estuvo a cargo de su abuelo Pietro por un tiempo. Allí estudió y se vinculó de lleno al comercio. Durante ese período adquirió una gran experiencia que trajo a su vuelta a Cuyo, en 1910.

Un año después, tras el regreso a Europa de su padre y la desvinculación social con Giol, la familia Gargantini mantuvo una de las bodegas en el departamento de Rivadavia, donde elaboraron vinos finos y de mesa.

En 1921 Juan Bautista estableció una bodega en Chacras de Coria, que elaboraba vino de mesa con una producción de 3 millones de litros. Más de una veintena de obreros trabajan en aquel centro de producción, uno de los tres más importantes que tenía la empresa denominada “Bodegas y Viñedos Gargantini”.

La bodega estaba enclavada en una finca de mayor extensión que además de los viñedos, poseía una gran variedad de frutales propios de la zona de Chacras. La misma perteneció al destacado empresario y político hasta 1950, que pasó a ser dirigida por sus hijos Carlos y Alberto hasta la década del ‘80, cuando fue vendida a una empresa española. Don Juan Bautista fue un enamorado de la bodega de Chacras de Coria y a pesar de que no vivía en la localidad, la visitaba muy seguido.

En 1987, “Clos de Chacras” fue recuperada por su nieta Silvia Gargantini y restaurada conservando su estilo original. En el 2004 inició la producción de vinos de alta gama. Está ubicada en la calle Monte Líbano, en el denominado “Barrio Chino”.

Vida política y deportiva

A principios del siglo XX, con la llegada del fútbol a Mendoza, Juan Bautista quedó profundamente entusiasmado y junto con otros socios fue el fundador del actual Club Independiente Rivadavia en 1913, cuyo estadio lleva su nombre. Además participó activamente de esa actividad y fue uno de los creadores en 1922 de la Liga Mendocina de Fútbol. Además de ser un gran hombre de negocios y dirigente de fútbol se involucró en la política y el turf.

Fue durante la primera década del siglo XX que inició su carrera política militando en la Unión Cívica Radical, vinculado al lencinismo. Durante las elecciones provinciales para la gobernación, Gargantini se alió a Carlos W. Lencinas y ambos conformaron la fórmula electoral Lencinas gobernador y Gargantini vice, asumiendo el 3 de febrero de 1922. Su mandato duró hasta 1924 y dos años después ocupó un escaño como senador nacional por Mendoza.

El golpe de Estado de 1930 y su dedicación a otras actividades hizo que Gargantini se alejara de la política por algunos años pero regresó en las elecciones de 1941 para postularse como candidato a gobernador por la UCR junto a Rubén Palero Infante. Sin embargo quedaron en segundo lugar frente a los candidatos del Partido Demócrata Adolfo Vicchi y José María Gutiérrez.

Un dato curioso es que durante las elecciones de 1946, el candidato a presidente Juan D. Perón le propuso armar una lista como gobernador en la provincia, pero el bodeguero y hombre de negocios no aceptó. Esto originó su retiro definitivo como militante político.

Juan Bautista Gargantini también fue un reconocido criador de caballos pura sangre. Durante su asociación con el turf supo cultivar grandes amistades y fue miembro del Jockey Club local y del de Buenos Aires. Admirador de las corridas de toros, se encargó de traerlas a Mendoza en 1947.

Su vida familiar estuvo marcada por su primera esposa llamada Margarita Brignone con quien contrajo matrimonio en 1914. De esta unión nació Alberto y Carlos. Toda una vida juntos, enviudó en 1978. Dos años después volvió a casarse con Josefina Ceresoli, quien lo acompañó hasta el fin de sus días.

Falleció en Mendoza el 1 de agosto de 1985 a los 94 años.

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