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Vuelta al pasado: El centrador de ruedas -->

Vuelta al pasado: El centrador de ruedas

Una acuarela en palabras de cuando el realizador Federico Serafín (Canal Encuentro) filmó en Chacras de Coria un capítulo sobre el lugar y llegó a la atmósfera y los elementos del querido Don Cobos.

Por Onelia Cobos

La bicicletería artesanal del pueblo sería recordada en el tiempo por dos herramientas emblemáticas: el centrador de ruedas y el inflador industrial, gigante y enorme, que permitía insuflar aire a las cámaras y cubiertas casi sin esfuerzo.

El primero mantenía de pie -frente a la rueda con rayos a ajustar-, muchas horas del día al mecánico reparador. Éste usaba la redondez de una pieza de acero inoxidable, casi un reloj, con surcos donde encajaban los rayos de la rueda y los estiraba hasta quedar perfectamente tensos, como cabello recién peinado.

El centrador permitía a la rueda girar y ser acariciada por las manos del hombre, que la convertían en un sol perfecto de verano, impecablemente equilibrado. El segundo hizo que… “Don Cobos, ¿me presta el inflador ?”, se volviera una eterna y familiar solicitud en el lugar. Obviamente Don Cobos era el mago de las reparaciones del único transporte del lugar.

Don Cobos había permitido que la armonía, el orden, la prolijidad, la reparación de las ruedas que arreglaba, trascendieran a su espíritu que flotaba y que lo hacía tan querible por sus clientes. El centrador está ahora en el patio de la casa de su hija. Como las estatuas de Lola Mora, se ha convertido en un elemento estético con una llamativa fuerza energética.

Lo supimos cuando el director Federico Serafín colocó su cámara filmadora muy cerca, hizo girar la rueda recién colocada y dejó que los giros de antaño se desprendieran imparables. Sintió que nunca sabría por qué había llegado a este lugar donde el hacer humano se convertía en magia de encuentros no buscados, donde la sencillez del vivir se metamorfoseaba en magos xilógrafos, poetas surrealistas, pintores del color puro, ebanistas soñadores y utópicos hacedores de arquitectura medieval y futurista. No quiso saber. Había sido elegido para conocerlo.

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La sala de primeros auxilios de Chacras: un legado vigente -->

La sala de primeros auxilios de Chacras: un legado vigente

Un grupo de vecinos progresistas avanzó en la concreción de este espacio para el cuidado de la salud hace un siglo.


Por Carlos Campana

Hoy se la conoce como el Centro de Salud N° 38 “Dr. Carlos Levy” y está ubicado en calle Italia al 5600 de esta localidad. En este lugar se brinda el servicio de atención médica primaria que todos conocemos. Pero este centro asistencial tiene una historia que comenzó con la iniciativa de un grupo de destacados vecinos, hace más de cien años.

En 1918 se produjo una epidemia de gripe de tipo “A”, que dejó millones de víctimas en todo el mundo. La provincia de Mendoza no fue la excepción y a pesar de que se extremaron las medidas preventivas, más de 100 personas fallecieron por esta pandemia. Esto hizo que en Chacras de Coria, varios vecinos se unieran para formar una comisión “Pro-Sala de Primeros Auxilios”, con el objetivo de prevenir este tipo de enfermedades y establecer un lugar en donde se pudiera brindar asistencia médica a las personas que lo necesitaran.

Por iniciativa del señor Bernardo Martínez, José Fernández Cabrera, Rosario Sansano de Ferro, Francisco Bilbao, las docentes María Morse y su amiga Margaret Collord -quienes fueron las últimas maestras estadounidenses que trajo Domingo Faustino Sarmiento a Mendoza- y el señor Manuel Cuitiño, quedó conformada la primera comisión directiva.

Esta comisión realizó infinidades de eventos para juntar el dinero requerido, entre ellos, varios corsos de carnaval, bailes en casas de respetables vecinos y por supuesto, cada uno de estos miembros contribuyeron con sus propios fondos para que este proyecto se convirtiera en una realidad.

Todo lo grande nace pequeño

El 20 de noviembre de 1920, quedó parcialmente inaugurada la salita de primeros auxilios. No se sabe con exactitud la ubicación, pero lo que se conoce es que la misma tenía un médico y servicio de farmacia en donde la asistencia era totalmente gratuita.

No obstante de cumplir el anhelo de tener operativo este centro de salud, la comisión “Pro- Sala de Primeros Auxilios” siguió trabajando arduamente para conseguir otro lugar en donde pudiera concederse mejores servicios para los vecinos de Chacras de Coria.

Por aquello años, la sala estaba a cargo del doctor Francisco B. Correas. Contaba, además, con la enfermera Paula de Martínez y el farmacéutico Manuel F. Cuitiño. Las consultas gratuitas para el público se realizaban los martes, jueves y sábado de 11 a 12 horas. Pero también se atendían casos de emergencias en donde el médico concurría desde su domicilio.

Por varios años, la comisión fue presidida por Miguel Aguinaga, quien tuvo como prioridad la construcción de un nuevo edificio que incluyera un mejor equipamiento de salud. En abril de 1929, la comisión adquirió al señor Demetrio González, una propiedad de 547 metros cuadrados de terreno sobre la calle Italia.

Este inmueble fue comprado al contado por la suma de mil seiscientos pesos. Cabe destacar que el escribano Emilio Touza, renunció a sus honorarios a beneficio de la sala y que el señor Aguinaga, donó la suma de 24.000 pesos para la edificación del complejo de salud. Sin perder tiempo, ese mismo año se ejecutó la construcción y para finalizar aquel emprendimiento, varios lugareños contribuyeron con la realización de un gran corso en el Club de Chacras de Coria, para contribuir con fondos que fueron donados a la Comisión.

A mediados de 1931, el proyecto edilicio que contaba con una sala de cirugía, consultorios médicos, una habitación con cuatro camas para enfermos convalecientes, salón de actos y demás dependencias, quedó concluido.

Inauguración del edificio

En la tarde del 5 de setiembre de 1931, la Sala de Primeros Auxilios de Chacras de Coria quedó inaugurada oficialmente con la presencia del entonces interventor José María Rosas y el ministro de Obras Públicas, ingeniero Ricardo Videla. También asistieron el presidente de comisión “Pro- Sala de Primeros Auxilios”, señor Jorge Biritos y el escribano Alberto Cabanillas Barboza. El padre Juan N. Peralta fue quien bendijo el edificio en un acto muy emotivo en donde participaron todos los vecinos.

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Hablemos de Chicha Franco -->

Hablemos de Chicha Franco

La calle Delhez es corta y no tiene salida a ninguna otra arteria o callejón. Es un viejo refugio del Ensueño chacrense.

*Por Onelia Cobos

La última casa a la derecha es de troncos. Es de dos pisos y la madera nos recuerda a la casa del bosque de arrayanes de Walt Disney en la película “Fantasía”.

Allí vive Chicha. Vive en esa calle desde 1946 cuando dejando Agustín Roca, un pequeño pueblo en Junín de Bs As, se trasladó a vivir en Chacras.

Casada con Francisco Aníbal Franco, joyero y relojero del lugar desde entonces, se convirtió en la  inseparable compañera del cómplice metafísico del Tiempo en el Chacras de Ayer.

Chicha tiene 97 años. Sigue cosiendo como lo hizo siempre. Aún sin lentes cuando “levanta ruedos”. Su memoria intacta, su salud plena, la hacen parecer una persona sin Tiempo.

Sin embargo, en el rincón del living, un alto reloj de madera, impecable y mentiroso ha camuflado el transcurrir del devenir en las personas y el lugar.

Todo parece ayer cuando zorzales, teros, zorros, lechuzas, terneros, vacas, caballos y potrillos quedaron atrás en la pampa húmeda y se convirtieron en hijuelas, túneles verdes de arboledas regadas por acequias.

Chicha tiene tres hijas, Gladys, Betty, y Susana.

Susana, que vive al fondo de la casa de troncos, ha sabido integrar icónicamente el mundo de lagunas  con cisnes de cuello negro del origen familiar campero, con el milagro verde del oasis chacrense en el desierto. Las paredes de su casa muestran lazos, tientos, herraduras, arneses y las viejas herramientas del taller joyero de su papá.

El lugar se vuelve mágico  cuando el elegante reloj del living canta una armonía envolvente que corre al silencio. No hay melodía es un viaje a las estrellas y todo allí se deja llevar.

¿Sabrá Chicha que lo mágico del lugar la convierten en mágica también a ella?

Nota publicada en setiembre de 2018.

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Memorias del pueblo que fue -->

Memorias del pueblo que fue

Compartimos la primera parte de este relato que escribió Carlos Adduci sobre sus recuerdos de infancia en comunidad.

“Fui inmensamente feliz en Chacras”, fue mi respuesta cuando me preguntaron sobre mi infancia, y se me disparó la respuesta casi en forma inconsciente. Cierro los ojos y lo primero que llega en un tropel de recuerdos son risas, amigos, potrero, fútbol y cine. Puedo decir que conocí la felicidad. Cuando quiero ordenar en mi cabeza todo este caleidoscopio de imágenes, sensaciones y aromas, lo primero que aparece es la Plaza, que yo repetía -sin ponerme colorado-, que era una de las más lindas de Mendoza (a pesar de que casi no conocía ninguna otra).

Yo la veía como el patio grande de mi casa: estaba enfrente, cruzando la calle Italia, frente a la Iglesia, al oeste, el cine, el Memorias del pueblo que fue: “Fui inmensamente feliz” kiosco y la Telefónica. Hacia el sur la heladería y la Teresa O’Connor, mi escuela primaria; al este la policía, mi casa y el Registro Civil en la misma cuadra. Ahí en la Plaza ocurría casi todo: era el punto de llegada y partida para cualquier menester, ya fuera para ir de compras, al kiosco o encontrarse con un amigo. Desde allí chusmeábamos a los que iban a misa.

También desde la rotonda sabíamos qué chicas irían al cine. Mi plaza, también era el punto de concentración para ir al potrero, al partido o al lugar donde se juntaban los más grandes luego del trabajo. O para dar la vuelta del tonto al atardecer: a partir de las ocho había música (continuará)…

Carlos Adduci en primer plano en la puerta del cine Splendid (hoy salón Leonardo Favio) en el año 1971. También se puede ver a Miguel Agustín, Olaf Guldberg y al Cuni Giorlando, entre otros.

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El Ferrotur Trasandino vuelve a Chacras: Hombres trabajando -->

El Ferrotur Trasandino vuelve a Chacras: Hombres trabajando

Ferrotur Trasandino nació como un sueño de un grupo de amigos aficionados al ferrocarril, que se reunían con la idea de reactivar, custodiar y proteger el ramal A12 perteneciente al Ferrocarril Trasandino. Junto con su puesta en marcha, buscaban poner en valor todo el material rodante histórico y salvaguardar su infraestructura patrimonial. En sus comienzos fueron tres o cuatro sus integrantes, que cada domingo salían a limpiar un sector de la vía, al tiempo que construían un vehículo ferroviario para recorrerla.

En 2006, se sumaron nuevas voluntades para llevar adelante la misión: fue así como quedó conformada la organización con personería jurídica, que desde entonces trabaja para cumplir con los fines sociales, educativos, culturales, históricos, patrimoniales, ecológicos y turísticos propuestos. “Sin embargo la mayor tarea fue, es y seguirá siendo la protección de la traza ferroviaria y sus entornos, un recorrido que comprende principalmente Maipú -Luzuriaga, Gutiérrez, Maipú y Russell- y Luján de Cuyo -Drummond y Chacras de Coria-”, explica Marcelo Spinello, parte del equipo.

“Cuando comenzamos con el proyecto, la intención era trasladarnos hasta Cacheuta, pero debido a lo saqueos que sufrió la vía, y el tiempo que demoramos en lograr los permisos y el apoyo del Estado, no se dio. A fines de 2013 logramos llegar hasta la Estación Paso de los Andes de Chacras de Coria. Sin embargo la falta de apoyo de organismos del Estado, la desidia de muchos agentes, sumando a las obras de calle Italia con la ciclovía, la vereda y el paso a nivel, imposibilitó que pudiéramos volver hasta hace unas semanas”, comenta Spinello.

A comienzos del 2018, desde su base operativa ubicada en el Parque Ferroviario Canota, en Hipólito Yrigoyen 201, los miembros de Ferrotur tomaron la firme y fuerte decisión de reconectar nuevamente el ramal desde Luzuriaga hasta Chacras de Coria. “Con mucho trabajo, perseverancia y financiamiento propio, logramos reconstruir 1 km. de vías, poniendo rieles y durmientes necesarios para el paso de vehículos, que fueron reparados y reacondicionados, con la novedosa incorporación de las Bicitrenes y el Ferrobus DHL, ambos vehículos desarrollados por la institución”.

El pasado 8 de julio, luego de varios meses de labor conjunta entre socios y voluntarios, la asociación regresó a Chacras con la alegría de la tarea cumplida y planes de avanzar en el trazado hasta la estación Paso de Los Andes. “Este objetivo sólo se puede cumplir si el municipio de Luján de Cuyo rectifica una obra hecha sobre calle Italia, para lo cual la Municipalidad muy atentamente se comprometió a repararla para que puedan convivir la calle, la ciclovía y las vías”, sostiene Marcelo. “Mientras tanto trabajamos desde el puente original de la intersección hasta calle Loria. Cada jornada se avanza con la limpieza de las vías. Esta gran hazaña, la reconexión, la futura puesta en marcha del proyecto Bicitren del Vino, todo quedará oficialmente inaugurado el 17 de agosto. También haremos un acto en homenaje a San Martín en la Estación Paso de los Andes”.

La aventura, ese día, será salir de la Estación Canota de Luzuriaga y culminar en Chacras de Coria a bordo de un pequeño tren en el que viajará la cuadrilla, además de algunos veteranos y héroes de Malvinas. “Simbólicamente queremos dejar reconectado Maipú y Luján. Para nosotros es un acontecimiento muy importante que surge de una asociación de personas que voluntariamente se suman para recuperar las vías y celebrar la unión, además de una historia muy importante que no queremos que se pierda”, agrega Spinello.

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“Albores Serranos”: Memorias de la palabra escrita -->

“Albores Serranos”: Memorias de la palabra escrita

“Albores Serranos” Memorias de la palabra escrita que se cuelan a la entrada del otoño El antiguo periódico de los alumnos de la Teresa O’Connor vuelve a la caja de los cálidos recuerdos. Una publicación con la mirada precisa, inocente y enérgica de los pequeños escritores, muchos de los cuales ya tienen más de 75 años.

Por Onelia Cobos

El otoño parece llamar a las evocaciones del ayer. Es esencialmente nostálgica, la nueva estación. Algunos viejos vecinos, setentones aún, se encuentran en las caminatas mañaneras, cuando atraviesan el casco del pueblo y cuando cruzan la Plaza. Sus charlas, inevitablemente, recuerdan viejos momentos comunes al pisar la vereda de la Escuela Teresa O’Connor.

Esa institución que los tuvo como alumnos del primario y como pequeños cronistas del proyecto “Club de Niños Periodistas”. La palabra escrita se enriqueció y quedó guardada en “Albores Serranos”, el periódico local escolar, editado en mimeógrafo (instrumento utilizado para hacer copias de papel), que contenía una y mil riquezas de valores como el buzón de la honradez o la información de los jóvenes locutores al final de cada turno, o el trabajo de los estudiantes de la Cruz Roja o los Niños Jardineros que crearon la unión de trabajadores.

Todo bajo la misión y el lema de ser útiles para el sólido reglamento de valores que pudo la Escuela construir. “Albores Serranos” fue el vínculo de la comunidad escolar y su memoria. Logró la participación y vinculación de los turnos en formato de crónica y de ficción. Los responsables de la publicación organizaron concursos literarios, que acrecentaron la motivación de la institución educativa por el periodismo.

De algún modo esta semilla alimentó esa pasión en el tiempo hasta convertirse en nuestro Correveidile, descendencia del bisnieto de aquella legendaria Teresa O’Connor: Alberto Cabanillas. Con los años, de la mano de su mujer, Adriana Sayavedra, se editó durante dos años el Correveidile Escolar, también realizado con los alumnos de la misma escuela. Un periódico en la escuela primaria es sin duda una de las estrategias pedagógicas más interesantes que permiten a la persona crecer en el mundo de las ideas, la comunicación con el otro, puentear con el mundo. Si bien los signos de los tiempos nuevos develan contaminación y corrupción, aun así, el sueño de eternas utopías pueden filtrarse y acomodarse en el eterno juego de la palabra, como energía que llega al otro para “compartir la luz del mundo y al mismo tiempo compartir su noche oscura”. (Francisco Luis Bernárdez)

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Un hallazgo maravilloso: Walt Disney en Chacras -->

Un hallazgo maravilloso: Walt Disney en Chacras

Por Carlos Campana

Llegó a Chacras de Coria en un automóvil negro acompañado de una larga caravana que lo seguía. Rodearon la plaza principal pero siguieron por calle Viamonte hacia el sur. En el interior del rodado, un hombre de finos bigotes y de aspecto latino, le comentaba a su acompañante en inglés americano, lo hermoso que era el lugar. Estaba fascinado por el paisaje e entusiasmado por conocer más.

Inédita foto de Walt Disney vestido de gaucho en la finca de Alurralde en Tupungato.

Caía la primaveral tarde del 25 de setiembre de 1941. Aquella persona era nada menos que una estrella mundialmente reconocida del dibujo animado llamado Walt Disney, el creador del Pato Donald y otros inmortales personajes.

Extraña visita

La llegada de Disney fue parte de una gira por Sudamérica que emprendió junto su esposa Lillian Bounds y 16 dibujantes de su estudio en una misión diplomática encomendada por el gobierno de Estados Unidos como parte de la llamada “Política de buena vecindad” con el objetivo de fortalecer lazos de amistad y frenar cualquier tipo de influencia de los Nazis y sus aliados, que en ese momento estaban en guerra. El viaje comprendía los países de Brasil, Argentina, Chile y Perú.

Walt y el grupo se establecieron en Mendoza desde el 25 al 29 de setiembre en donde desarrollaron varias actividades.

A las 13.30 del 25, aterrizó el avión que lo trasladaba desde Buenos Aires. Los visitantes fueron recibidoS por Juan Carlos Alurralde y varios empresarios del cine local. Posteriormente se alojaron en el Plaza Hotel y con una apretada agenda, iniciaron su primera actividad visitando al gobernador de Adolfo Vicchi para luego partir ese mismo día hacia Chacras de Coria, un lugar clave para Disney. Allí conocería a su musa inspiradora para un nuevo personaje.

De Chacras al mundo

El padre de Mickey estaba entusiasmado por llegar a Chacras y por conocer a un “gaucho” y vecino, llamado Liborio Sosa quien vivía con su familia en los suburbios de nuestra localidad.

Don Liborio, fue por muchos años el capataz de la estancia de los Alurralde en el departamento de Tupungato y un gran conocedor de las actividades campestres. Además fue uno de los principales activistas del centro tradicionalista de Cuyo y participó en varias ocasiones, en las primeras fiestas de la Vendimia conduciendo antiguas carretas con bueyes.

Al llegar a la humilde casa de Liborio, Walt Disney lo saludó efusivamente y conversaron a través de un traductor por más de una hora. Este hombre despertó en el dibujante norteamericano una gran fascinación y le sirvió de inspiración para su película “Saludos Amigos”, producida en 1942 y en donde aparece a Goofy -Tribilín- interpretando a un gaucho.

Finalizada la entrevista, Walt y el grupo partió hacia la plaza principal de Chacras Allí la caravana se detuvo y Disney recorrió varios lugares, entre los que se destacó la bella capilla. Todo estos lugares fueron filmados a todo color con su máquina Kodak de 8 milímetros.

Después de permanecer un par de horas, los visitantes quedaron encantados con aquel lugar y partieron siguiendo el itinerario pactado hacia otros departamentos.

Walt Disney con Lillian Bounds y la familia Alurralde en su estancia.

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Gladys Franco y la Compañía de Teléfonos en Chacras -->

Gladys Franco y la Compañía de Teléfonos en Chacras

El edificio donde funcionaba la CAT aún se conserva frente a la Plaza, al lado de nuestro ex cine Splendid, hoy teatro y salón cultural Leonardo Favio.

Por Onelia Cobos

Pocos conocen que esa área telefónica, automatizada en el presente, fue alguna vez el inicio de la modernidad en la comunicación para Chacras, es decir, la entrada de un rudimentario teléfono sin disco para marcar. Cada casa tenía un aparato con una manija que al girarla varias veces llamaba a la central, donde marcaban el número que se pedía. Había que esperar, y si la conexión era exitosa y encontraban el número, llamaban de regreso. En el caso de las llamadas de larga distancia, las esperas podían ser de varias horas y aún de hasta un día.

Los vecinos que no tenían el aparato se acercaban a la oficina dispuestos a largas esperas que eran inevitablemente momentos socializantes. Las charlas se extendían por horas. Poco a poco fuimos comprendiendo que muchos noviazgos se armaron allí y se consolidaron en las retretas, el otro ámbito del pasado que permitió el conocimiento y acercamiento de la población.

Muchas de nuestras familias recuerdan a sus abuelos conociéndose en esa sala de clavijas, en que se insertaban cables, uno a uno, en los orificios de un tablero…

La comunicación cabalgaba sobre cables negros pero en realidad estaba, yacía, en esa misteriosa complicidad del estar uno con otro en un coloquio sustentado por la palabra inmersa en un tiempo sin prisa.

Gladys recuerda que trabajó primero cuatro años en la oficina de Chacras y luego pasó a la oficina del centro. Recuerda, también, que permaneció 37 años en el mismo trabajo y que siempre se sintió a gusto y feliz en él.  Trabajaban menos mujeres que hombres y éstos las cuidaban y protegían en esos tiempos donde el acoso laboral no formaba parte de los signos de los tiempos nuevos.

Atmósfera inolvidable, resguardada en el alto mostrador con una sola ventanilla  donde solicitar el número telefónico, tal vez porque nuestra infancia lo hacía parecer más alto de lo que era en realidad.

Lentamente la población fue teniendo su propio aparato en su domicilio y cada vez menos vecinos usaban la cabina pública.

Lejos, muy lejos, estábamos de imaginar la transformación de aquel aparato negro con manivela en un sofisticado celular que compite poder con una computadora e intercomunica el mundo con un leve push digital.

Entonces una pregunta aparece en mí, casi inevitable: ¿Tendremos más comunión de espíritus que entonces?

Gladys Franco jugando a las escondidas por la calle Loria.

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Esquinas del pasado: Pueyrredón y Viamonte -->

Esquinas del pasado: Pueyrredón y Viamonte

Este cruce fue el límite entre lo urbano y lo rural en el pueblo.

Por Onelia Cobos

Abordar la calle Pueyrredón era salirse del casco de la villa que de algún modo terminaba en la esquina de la Virgen, sobre Viamonte. La población urbana se circunscribía a los negocios alrededor de la Plaza y a aquellos sobre calle Mitre, terminando en la vieja estación Paso de los Andes, hasta donde siempre llegó “La Cita”, el único transporte público que iniciaba el recorrido en la esquina de López y Elías en la esquina de Almirante Brown y Viamonte, otro límite ciudadano.

Abordar el ómnibus significaba consultar el horario escrito de sus frecuencias que la propia compañía de transporte entregaba a sus usuarios. Las frecuencias oscilaban entre los 45 y los 55 minutos, a veces una hora.

No había banco en esa época temprana, y la farmacia, la escuela, la policía, el registro civil, el médico, la bicicletería,  se concentraban a sólo una o dos cuadras de la Plaza,  en dos o tres calles partiendo del casco mismo.

Un ahora viejo vecino, Julio César Arenas, hijo de Tomasa, la dueña del almacén de ramos generales que supo tener en calle Pueyrredón, suele recordar que a los vecinos que vivíamos a sólo una o dos cuadras de la Plaza se nos consideraba los vecinos ciudadanos y al resto, los de “más allá”, los rurales.

Cuando viajábamos a la escuela secundaria (no había secundaria en ese entonces), nos gustaba caminar hasta la esquina de la Virgen, que siempre estuvo allí, porque en esa parada conseguíamos asiento. Al llegar a calle Mitre, el ómnibus se llenaba de pasajeros, estudiantes y empleados que trabajaban en la ciudad.

En invierno, a las 7 de la mañana, era oscuro y solitario caminar esa distancia desde Mitre a Pueyrredón y Viamonte, pero gozábamos en aquellos tiempos del milagro de la seguridad. Esa distancia emblemática nos envolvía en el aroma de los viñedos cargados de rocío sin casas que interrumpieran el manto verde.

Dos eternos caballos blancos disfrutaban del festín de hierba mañanera cuando pasábamos y los saludábamos como a dos amigos más.

Hoy ha amanecido la emblemática esquina con grandes máquinas topadoras desarmando el pavimento de la misma para ampliar el área. El presente ha traído una explosión demográfica inmanejable que exige buscar espacios para desatar nudos de tráfico atascado en las horas picos y en otras también. Cada bocado de suelo que las máquinas levantan al romper el suelo del lugar parece soltar viejas memorias  dormidas bajo las piedras.

Ensancharán los enlaces de las calles, se desplazarán cada vez más autos, más 4×4, más ómnibus. Se acomodará el hoy dinamizado de alguna forma al ayer de quietud y calma.

El nuevo transporte encontrará su camino, pero siempre la Virgen nos recordará lo que fuimos en su esquina: la tranquila y segura espera, el encuentro vecinal y amigo en las calles y negocios. El disfrute de aromas en las calles, la pausa del tiempo no contaminado de velocidad.

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El porqué de los nombres de las calles: Benito de San Martín

Esta calle va desde Pueyrredón hasta los Caracoles y recibe su nombre como un homenaje al multifacético hombre conocido por haber inmortalizado el momento en que se inauguró el Monumento al Ejército de los Andes en el Cerro de la Gloria el 12 de febrero de 1914.

El mendocino Benito de San Martín (1876-1944) fue escribano público, notario durante el segundo gobierno de Emilio Civit, diputado provincial y banquero. En 1930 tuvo a su cargo el área de Parques y Paseos, fue director General de Rentas e intendente de la Ciudad de Mendoza entre 1941 y 1943.

Amante de la naturaleza y del arbolado, creó el actual Parque O´Higgins y Aborigen, en el Parque General San Martín. Además construyó el parque privado Las Colinas, antes denominado Angélica, en honor a su hija mayor. Sus fotografías de viajes por Europa y Latinoamérica, también de Mendoza, constituyen un legado rico en imágenes de paisajes, jardines, plazas, parques y monumentos.

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