Niñez y adolescencias desguarnecidas
Por Alberto Montbrun
“Entre 2010 y 2015, la vida social de los adolescentes se trasladó en gran medida a los teléfonos inteligentes, con un acceso continuo a las redes sociales, los videojuegos on line y otras actividades basadas en Internet. Sostengo que esta Gran Reconfiguración de la infancia es la principal razón del tsunami de enfermedades mentales en los adolescentes que comenzó a principios de la década del 2010.”
Jonathan Haidt
“La generación ansiosa”
PAIDOS, CABA, 2024
La problemática de los niños y niñas y adolescentes en relación a las redes no es algo que inquiete exclusivamente a sus padres y madres, que ven con angustia e impotencia cómo sus hijos pasan horas y horas mirando absortos la pantalla de la Tablet o el teléfono inteligente y se pierden, mientras tanto, las cosas más hermosas de la vida -al menos en la visión de los mayores- como los juegos, los entretenimientos al aire libre o la propia pileta de natación, sobre todo en estas épocas de descanso y relax.
Lo cierto es que más allá de infinitos estudios e investigaciones hay conclusiones que son categóricas: 1) las redes y nuevas tecnologías llegaron para quedarse; 2) los celulares actuales facilitan un tipo de relación social virtual, pero no real, pero absorben cada vez más horas de nuestros niños y jóvenes; 3) el tiempo dedicado a la interacción social -que fue durante siglos esencial en los procesos de socialización y aprendizaje de la convivencia- se reduce dramáticamente o desaparece y 4) el acceso a las redes no es solo el (aparente) entretenimiento de TikTok, Facebook o Instagram sino, peor, el libre acceso a redes de pornografía, trata y juegos de apuestas; 5) las horas crecientes destinadas a esta actividad tienen todas las características de una adicción.
Los juegos, esparcimientos y entretenimientos con pares en plazas, espacios públicos u hogares de amigos, le permitió a la humanidad un aprendizaje invalorable vinculado a una temprana noción de la “interrelación personalizada” con las demás personas. Al verificarse durante siglos en contextos acotados y concretos (no en la nube o en el metaverso) aprendimos el entrenamiento en la convivencia armónica; la asunción de riesgos que van evolucionando con la edad y los tipos de juegos; la incorporación de nociones básicas de justicia o injusticia, arbitrariedad o incluso riñas menores que van conformando en ellos las nociones de fortaleza y seguridad que les serán esenciales cuando crezcan. Por el contrario, cuando los niños están limitados al entorno virtual pierden el interés por la actividad física, la socialización y la toma de esos riesgos.
Infinitas estadísticas indican que el significativo incremento de los casos de ansiedad y depresión en los niños y jóvenes no pueden estar ligados sino al exceso de exposición a las redes. Ellos viven en un mundo nuevo, difícil de comprender aún para los millenials, que atravesaron su niñez con celulares básicos y escasamente interactivos. En la actualidad, nuestros infantes y adolescentes pasan una infinita cantidad de tiempo en un mundo virtual, atemporal y asincrónico, con muchas relaciones con gente desconocida y sin contacto con amigos inmediatos -ya sean vecinos, familiares o compañeros de colegio-. El problema es tan grave que muchos analistas exigen estudios que analicen la relación entre el uso de redes y el sostenido crecimiento de la tasa de suicidio que es, hoy, según UNICEF, la segunda causa de muerte entre niños y adolescentes entre 10 y 19 años en la Argentina.
Desde el punto de vista de los abordajes legales del problema del acceso irrestricto a las redes por parte de niños y adolescentes y las perversas consecuencias que está generando, podemos advertir que se están llevando adelante medidas en diversos países que buscan reducir o eliminar los riesgos de los que hablamos. La Unión Europea, habilitó a los países miembros a reducir y regular el acceso a internet de niños de hasta 13 años de edad, aunque el consentimiento de los padres es obligatorio para jóvenes de hasta 16. España, Francia e Italia han legislado en el mismo sentido. Recientemente, Australia ha aprobado una ley aún más estricta, al prohibir el acceso a redes sociales de menores de 16 años. En América Latina, Costa Rica ha sido el primer país en impulsar limitaciones de este tipo.
En Estados Unidos, varios estados, empezando por Utah en 2023, han dictado leyes restrictivas sumándose luego Arkansas, Luisiana, Ohio, Texas y Florida por lo menos. Recientemente California dictó una ley muy rigurosa y su aplicación caso se judicializó por parte de empresas como Facebook, TikTok y otras.
En Argentina no existen inconvenientes legales para que las provincias regulen sobre este tema, en defensa de los niños y jóvenes, ya que la Corte Suprema de nuestro país ha dicho que la materia es de naturaleza provincial mientras no viole o avance sobre la regulación de las telecomunicaciones, que es la verdadera competencia federal (CSJN; Plataformas digitales y competencia; Abril, 2024).
Ante la evidente gravedad de la situación, los legisladores de Mendoza no han permanecido indiferentes, aunque tal vez sí un poquito lentos. En agosto del año pasado, se presentó un proyecto de resolución convocando a “una audiencia pública para abordar la temática de los consumos problemáticos vinculados a los juegos de azar y apuestas en línea” (sic) pero todavía no se trata.