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Derrumbe de álamos históricos en calle Darragueira pone nuevamente en relieve el pésimo estado del arbolado público

Servicio público en falta. Se trata de dos antiguos e imponentes ejemplares, típicos de la entrada a Chacras, a la que daban carácter e identidad. Otro lamentable ejemplo de la falta de una política pública de gestión del arbolado.

Por Adriana Sayavedra

Esta lamentable pérdida se debe a que estos bellísimos álamos criollos se encontraban sobreviviendo, ya casi en agonía, a causa de la falta de mantenimiento y cuidados. Hace tiempo carecen de desinfecciones y también de agua debido a la impermeabilización de las acequias y falta de riego. Y esto es un perjuicio que sufre todo el arbolado lujanino.

Al respecto, consultamos al encargado del área de Espacios Verdes del municipio, el ingeniero agrónomo Omar Romero, quien tiene la responsabilidad de coordinar el arbolado público “aunque no manejo cuadrilla”, aclara. Y explica que sobre la situación de los forestales en calle Darragueira, pidió “tomar cartas en el asunto desde hace un buen tiempo. Además, no son los únicos árboles que cayeron con esa tormenta. Existen otros ya secos que permanecen apoyados en otros ejemplares y algunos en las líneas de alta tensión, lo que representa un serio riesgo. Pero los pedidos realizados desde mi área no han tenido eco ni respuesta”, asegura. En este mismo sentido Romero afirma que no tiene medios para actuar como “policía del árbol” y lamenta que si bien en su momento presentó en el municipio un plan de reforestación, no ha recibido respuesta alguna por parte de sus autoridades.

Por su parte, el ingeniero agrónomo Carlos Barrera Oro, jefe del Departamento de Arbolado Público del gobierno provincial, un militante del árbol, permanente colaborador de Correveidile y vecino de Chacras, sostiene que el arbolado mendocino se encuentra en estado terminal. De no actuar de inmediato, antes de 10 años “volveremos a vivir en el desierto que Mendoza naturalmente era antes de que nuestros visionarios estadistas de principios del siglo pasado crearan el oasis en que hoy vivimos”.

Afirma que, para evitar este destino, se debe actuar desde distintos frentes y a través de varias estrategias. En lo inmediato: regar eficientemente. En general, en los municipios no hay cuadrillas de riego. Además y simultáneamente, hay que permeabilizar las redes de riego del arbolado publico, ya que ningún cultivo funciona con los surcos impermeables causados por las obras de cordón cuneta y banquina, a la que nuestros funcionarios son tan adeptos.

En este punto vale aclarar que las obras de impermeabilización de acequias son ilegales desde que se sancionaron las leyes de arbolado público en el año 2008. Entre éstas, la Nº 7874, de Gestión para la recuperación y mejoramiento del arbolado mendocino, dispone que las acequias deben ser permeables, con los nichos correspondientes y suelo de tierra frente a cada forestal, para que cada  árbol pueda acceder al agua de riego.

Asimismo, el especialista recomienda actuar a mediano plazo frente a la necesidad de hacer docencia en el tema desde el gobierno y la implementación de una política de estado encargada de cuidar y revalorizar nuestro arbolado público. “Hay que “meter” el tema masiva e intensivamente, a través de las currículas escolares, medias y universitarias. Se debe comprender que lo único que atenúa el calentamiento global son los bosques, artificiales o naturales”.

“En definitiva, se trata de cumplir con la ley 7874/08 y su decreto reglamentario 1099/09: hay que asignar presupuesto al arbolado y jerarquizar a la gente responsable de su manejo.  Una buena iniciativa sería crear la Dirección de Arbolado Público a cargo de ingenieros especialistas y no de “punteros  políticos”, finaliza Barrera Oro.

Qué hacer

-Destinar presupuesto y recurso humano especializado para la gestión del arbolado público en las áreas de Espacios Verdes.

-Adecuar los códigos de edificación municipales a las leyes de arbolado público.

-Los municipios, como sus agentes de aplicación, deben adecuar sus reglamentaciones a las necesidades de los forestales y dictar ordenanzas en consecuencia.

-Revalorizar los viveros municipales para que exista disponibilidad de ejemplares adecuados a los requerimientos de cada lugar.

-Censo forestal, que permita elaborar un diagnóstico. Pocas comunas lo han realizado, a pesar de que lo estipulaban las leyes del arbolado público.

-Dotar de los recursos humanos y materiales necesarios a la Dirección de Recursos Naturales Renovables para que pueda cumplir su función eficientemente.

Qué no hacer

-No podar

-La poda acorta la vida de los árboles. Es un concepto en que coinciden enfáticamente los especialistas. Mientras mayor es su copa, mayor cantidad de oxígeno y protección nos brinda.  Solo se le debe realizar la poda de formación, dentro de los tres primeros años de vida del forestal, y con personal capacitado, a cargo del municipio.

Sergio Carrieri es contundente cuando afirma: “La poda mata”. Y explica que cuando de un árbol se extrae más del 30 % de su copa comienza el fin de la vida de ese ejemplar.  Tronco y raíces comienzan a secarse en la misma proporción de ese porcentaje de copa que le fue podado.

Leyes Provinciales del Arbolado Público

Sancionadas en el año 2008: la Nº 7873, Declaratoria del arbolado público como patrimonio cultural; la Nº 7874, Gestión para la recuperación y mejoramiento del arbolado mendocino; y la Ley Nº 7875, que declara la emergencia del arbolado público.

Necesitamos una política pública de gestión del arbolado: Asignatura pendiente

Falta de inversión, de control y mantenimiento, acequias impermeabilizadas, podas mutilantes, entre otras causas, nos llevan sin prisa y sin pausa a una situación de emergencia en materia de medio ambiente en el mediano plazo.

La carencia de una adecuada regulación municipal y el incumplimiento de la completa y detallada legislación provincial existente, permiten que a diario nos encontremos con árboles talados, erradicación de añosas alamedas y, peor aún, que se sequen en pie o que no se reforeste en tiempo y en forma. Lamentablemente, el tema cobra relevancia en cada accidente climático, cuando ya sea por vientos o por tormentas, numerosos ejemplares caen dramáticamente, sucumbiendo por inanición, como ocurrió con los bellísimos ejemplares de calle Darragueira, causa directa de la falta de control y de una correcta gestión del arbolado por los organismos con competencia.

Como habitantes de una zona árida debemos tomar conciencia de que las erradicaciones de forestales constituyen una irresponsabilidad con nuestros contemporáneos y descendientes y una falta de respeto a nuestros antepasados, aquellos visionarios que, con muchísimo esfuerzo y tesón, nos legaron el oasis que hoy nos permitimos destruir.

Para los especialistas en el ramo, Sergio Carrieri y Salvador Micale, presidente y vice del Concejo de Defensa del Arbolado Público de Mendoza respectivamente, existen diversas causas del lamentable estado de nuestro patrimonio forestal.

Mientras Carrieri pone el acento en la falta de inversión en arbolado publico y de adecuación de los códigos municipales a la leyes que lo protegen, para Micale el problema central es que los organismos a cargo de su cuidado hacen caso omiso no sólo de la legislación existente, si no también de los órganos consultivos en la materia.  “Existen organismos adecuados para asesorar al respecto, como el Concejo de Defensa del Arbolado y la Facultad de Ciencias Agrarias, pero éstos son ignorados por el ente municipal. Los municipios actúan sin asesoramiento y después reaccionan ante el hecho consumado”, se lamenta el especialista.

Los tres especialistas consultados coinciden en afirmar que si la falta de gestión continua y las comunas siguen sin destinar recursos, el asunto se va a poner tan serio  que el gobierno provincial va a tener que asumir la responsabilidad del mantenimiento y control del arbolado, ya que se trata de una cuestión de salud pública. “Es imprescindible que reaccionen, especialmente por el tema del calentamiento global. Dentro de 30 años va a estar muriendo gente por el calor y entonces la única defensa que tenemos, según la OMS, es la forestación de las ciudades”, alerta Carrieri.

Todo esto deja al descubierto la imperiosa necesidad de que se adopte una política de Estado en salvaguarda de nuestro patrimonio forestal con acciones a corto, mediano y largo plazo, en la que queden comprometidos todos los organismos con competencia: municipios, Vialidad, Irrigación, Edemsa, como así también la misma comunidad. Sería un paso imprescindible, además, para recuperar la perdida cultura del árbol.

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