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El apacible adiós a Quino en Chacras

Entrevistamos a su sobrino, el abogado de derechos humanos y docente Diego Lavado, quien acompañara a su tío, al igual que el resto de su familia, hasta el día en que finalmente se despidió de este plano de la tierra. Queda su legado universal, su mensaje que trasciende generaciones y su mirada sobre la humanidad que circuló en tiras y viñetas que seguirán dando la vuelta al mundo. Hasta siempre, Maestro. Gracias por tanto.


La música clásica fue una compañía reinante en la vida de Joaquín Salvador Lavado. Lo fue, también y con el carácter de imprescindible, la cercanía de Alicia Colombo, su novia eterna durante los 50 años que permanecieron juntos, hasta que la muerte los separó. “A mí tío también le gustaba la música popular”, dice Diego Lavado, su sobrino, a quien entrevistamos para conocer un poco más sobre la intimidad del creador de Mafalda.

Quino murió en una casa en Chacras de Coria el pasado 30 de setiembre y llegó a sitios recónditos del planeta, la noticia de su partida, las tiras de su grandeza y el recuerdo dispuesto entre viñetas y frases que sí, tienen todo de genialidad. Un accidente cerebro vascular lo mantuvo internado cerca de su familia, en la misma cama donde nacieron los sueños de sus últimos tres años, cuando el dolor por el fallecimiento de Alicia lo trajo de vuelta a Mendoza.

Hasta el 2012, que decidió retirarse, iba a dormir con una libreta que colmaba de anotaciones para luego transformarlas en su arte hecho de historietas y humor gráfico. “Estuvo muy agradecido de la trascendencia de Mafalda, esa niña de clase media, argentina, que le abrió la puerta al mundo. Pero al Quino le gustaban más las páginas libres, que no lo obligaban al cuadro ni a los plazos de entrega”.

Una infancia de orfandad no le impidió hablar en nombre de la niñez, los delirios de la humanidad y la justicia con dulce ironía. Para dibujar, se encerraba. Comía poco al mediodía y dormía tarde por las noches. Nunca usó computadora. A su compañera Alicia la conoció a los 28 años en 1960 y de la mano formaron una familia de a dos con la sabiduría de un árbol.

-¿Quiénes integran la familia mendocina directa de Quino?

-Quino tuvo dos hermanos: el mayor fue Césareo, mi papá, al que le siguió mi tío Roberto. En mi caso tengo dos hermanos, uno mayor -Alfredo-, y Guille, el más chico, de quien Quinito tomó el nombre para uno de los personajes de Mafalda. Además están mis primos Roberto y Eduardo. Quino tuvo relación con todos, también con nuestros hijos, con quienes adoraba compartir momentos.

-¿Cómo fue el vínculo que tuviste con él?

-Cuando falleció mi tía Alicia en el año 2017, el Quino se vino a vivir -casa de por medio a la nuestra-, al  Barrio Rincón de Aráoz. Este último tiempo la relación fue cotidiana. Si bien lo cuidaban unas señoras, nos veíamos dos o tres veces por día y también en los almuerzos de los domingos. Antes era de vez en cuando en Buenos Aires y en mi caso en Madrid; también durante los inviernos que pasaban en nuestra provincia, sobre todo en San Rafael y en Guaymallén, en San José, donde nació. Quino y Alicia residieron en Milán desde 1975 -un mes antes del golpe y luego de que una patota los fuera a buscar sin encontrarlos de casualidad- hasta el 2002. A partir de ahí y hasta el 2014 vivieron en Madrid, con dos o tres visitas por año a Buenos Aires y a Mendoza, para ver a la familia.

Quino y Alicia empezaron a quedarse más tiempo en Mendoza luego de que con mis hermanos compráramos una casa cercana a la nuestra. Ellos la amoblaron y pasaron las últimas tres temporadas allí. Además siempre vinieron para el cumpleaños de él. Su nacimiento real fue el 17 de julio aunque lo anotaron el 17 de agosto. Esas cosas que ocurrían antes… Durante unos 20 años mi tía le organizó su festejo en Mendoza, que coincidía con una semana en la que suelen cortar el agua en Luján.

-¿Por qué decidió regresar luego de vivir casi todo su camino en otras ciudades?

-Porque no tuvieron hijos y al final él estaba solo. Nosotros vinimos a reemplazar un poco ese lugar. Si bien estuvieron 57 años casados, no quisieron tener hijos. Me lo dijo mi tía Alicia (Doctora en Química. Trabajó en la Comisión Nacional de Energía Atómica). El Quino siempre decía que traer un niño a este mundo era hacerle una porquería a un ser querido.

-¿Cómo transcurrieron los últimos años de Quino en Chacras de Coria?

-Él quedó muy triste luego de la muerte de Alicia, porque ella no solamente fue su compañera de toda la vida sino que tenían una relación de novios. Siempre fueron noctámbulos, se quedaban después de cenar y como hasta las tres de la mañana, conversando. Fue increíble esa relación. Cuando Quino volvió a Mendoza intentamos con mis primos y mis hermanos sacarlo de esa angustia. Antes de que empezara la pandemia íbamos mucho al cine, a escuchar la Sinfónica a la Nave Cultural, a comer afuera de noche.

Tampoco caminaba y estaba en silla de ruedas porque tuvo un problema arterial a los 50 años. Le habían hecho una operación en las piernas: inclusive cuando le entregaron el Premio Príncipe de Asturias en el 2014 ya estaba en silla de ruedas. Sí paseamos mucho con él cuando llegó, tanto por Chacras como por el barrio, sobre todo. Escuchaba música y le leíamos mucho, tanto mi esposa como yo. Un amigo le regaló “El Quijote de la Mancha” en CD y siempre estaba pendiente de las noticias. Leía los diario de acá, de España, de Italia también. Casi no veía. Por eso dejó de dibujar en el 2012. Estuve con ellos cuando él lo decidió; ya trabajaba con una lupa y le costaba mucho. La mayoría de sus objetos están en Buenos Aires y le fui trayendo libros a medida que viajaba, también algunas esculturas que tenía. Pero su tablero y sus dibujos, además de su colección de libros de dibujantes están allá. A pesar de tener una pileta en la casa, no le gustaba meterse al agua porque le tenía miedo. Con sus hermanos se bañaban en el Cacique Guaymallén. Una vez casi se ahoga, se lo llevó la corriente y lo salvó el Nolo Tejón, que era tío suyo, aunque tenían casi la misma edad. El Nolo fue hijo de un segundo matrimonio de mi bisabuelo.

-¿Qué representa ser sobrino de una figura admirada a nivel mundial?

-Al principio no nos dábamos cuenta. El libro Mafalda se publicó por primera vez en Italia en 1973 y pegó tanto que se agotó, con prólogo de Umberto Eco: se llama “Mafalda la contestaria”. En Europa Mafalda logró trascendencia y ese exilio le dio a mi tío dimensión internacional y participar de ferias en distintas ciudades. Así fuimos notando que nuestro tío era distinto a cualquier otro. En lo personal era un tipo muy piola de pensamiento abierto y siempre compinche. Era el que nos traía los discos de los Beatles o el que salía con nosotros a la disquería para regalarnos lo mejor que podía encontrar.

-Como familia, ¿qué piensan sobre la idea de que exista un museo en la provincia? ¿Existe esa posibilidad?

-Eso siempre lo hablamos en familia con él. El Quino no quería hacer nada mientras estuviera vivo y “cuando me muera hagan lo que quieran”, decía. “Ahora hay muchas cosas con mi nombre”. Sería bueno hacer, y lo hemos conversado con las autoridades de cultura, un museo con su escritorio y sus cosas, aunque hoy hay tantas urgencias que no sabemos qué va a pasar. Julieta es sobrina por parte de mi tía Alicia y es quien se ocupa de su obra, ha sido su agente luego de que mi tía dejara de hacerlo. Quino volaba a dos metros del piso y la difusión de su obra fue gracias a Alicia.

Sería bueno para la provincia contar con un lugar donde estén sus pertenencias. Por recomendación de mi tío cuando estuvimos en Bruselas fuimos al museo de Hergé (Georges Remi), el dibujante de Tintín No es porque sea mi tío sino porque es un tipo reconocido internacionalmente y hay muchos fanáticos. Tanto, que al morir, el diario más importante de Hong Kong publicó el personaje del dibujante principal abrazado a Mafalda. Mafalda fue publicada en China clandestinamente en los años setenta y fue un boom. Así fue como luego lo llamaron para pedirle su permiso y traducir y publicar toda su obra de manera legal.

-¿Qué te sorprende a raíz de su muerte?

-Yo esperaba que sucediera lo que pasó: que fuera tapa de los diarios, que hubiera homenajes en muchos lugares del mundo y se han hecho cosas muy bonitas, como el homenaje de los dibujantes Rep, Tute o Liniers.

-¿Cuál considerás que es el legado más importante que deja a través de su obra?

-Aclaro que él no elaboraba lo que iba a decir sino que le salía, como le sale a Messi hacer goles. No estaba pensando, pero de cierta manera inconsciente abordó temas que son eternos; “lamentablemente la humanidad sigue repitiendo los mismos errores”, decía. Los temas que tocó con Mafalda en los años ‘60 siguen siendo actuales. Él muchas veces se sorprendía de lo que había hecho porque no lo racionalizaba.

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