Archivo | agosto 27th, 2018

Movilidad Urbana: La ciudad de la que queremos ser parte -->

Movilidad Urbana: La ciudad de la que queremos ser parte

El desplazamiento físico de las personas en Chacras de Coria no es un tema menor y pensar nuevos modos armónicos de trasladarnos es un asunto aún pendiente. Dos arquitectos nos ayudan a analizar el territorio desde una escala más humana y comparten sus impresiones.

Fotos: Javier Gallar


“Chacras de Coria es un claro síntoma de lo que sucede en las ciudades modernas”, introduce el arquitecto Oscar Razquín, de la cátedra de Movilidad Urbana de la Facultad de Arquitectura de la Universidad de Mendoza. Junto a la profesora (también responsable de la materia) y vecina de Luján de Cuyo, Verónica Escudero, y un grupo de alumnos, llegaron al distrito por cuarta vez con intenciones de recorrer en bicicleta algunas zonas de Chacras de Coria e identificar espacios públicos abandonados de suma importancia para resolver el problema de la movilidad urbana más allá de la escala del auto.

En esta clase abierta al público, el camino trazado tuvo como punto de partida la Plaza General Espejo y continuó por la ciclovía de calle Italia hasta los terrenos del ferrocarril pasando por el Canal Viamonte. El equipo de estudio tomó Monte Líbano, Besares y bordeó el Canal Cacique Guaymallén, donde en un futuro pasará el metrotranvía. “Intentamos recorrer los terrenos del ferrocarril hacia el norte y como no pudimos, hicimos lo mismo hacia el sur. Pasamos por Alzaga, Pueyrredón, Almirante Brown, Medrano, Benito de San Martín y Mitre”, comparte Verónica.

La movilidad urbana abarca todos los medios de transporte: el peatón, la bicicleta, la moto, el automóvil y el transporte público en sus distintos niveles. Así como en el Gran Mendoza es cada vez más difícil acceder al centro en auto, la situación se agrava cuando cada vez más habitantes se trasladan a vivir a la periferia en busca de una mejor calidad de vida, seguridad o espacios libres. Este fenómeno que empezó a producirse a partir de la década del ‘80 y ‘90 tuvo como protagonista al auto y como paradigma, al modelo norteamericano de retirarse de la ciudad para instalarse en barrios alejados, muchos de ellos privados.

“Una de las zonas más impactadas fue y es Chacras de Coria, Luján de Cuyo y Maipú, con el agravante de que deben hacerse cada vez más vías y en su mayoría los habitantes se trasladan en auto hacia el centro. Se genera así un círculo vicioso en el que cada vez hay más vehículos particulares en la periferia. Cuando uno viene a analizar qué sucede, nota cómo el auto ha ido rompiendo el espacio urbano y se ha apropiado del espacio público sin una idea clara de qué hacer con la movilidad en la ciudad”, expone Razquín.

En los espacios públicos abandonados y desconocidos como los laterales de los zanjones y las viejas vías del ferrocarril, estos arquitectos ven una gran oportunidad para diseñar un concepto “distinto” de movilidad. Así como el Gobierno de Mendoza proyecta un sistema troncal de Luján a la Ciudad a través de la vieja ruta del tren, estos profesionales consideran que la red de transporte público debe ir acompañada de espacios públicos atractivos y seguros.

“Es importante esbozar qué tipo de ciudad queremos. Si una más compacta o una extendida. Si seguimos en una ciudad basada en el auto o pensamos en otras formas de movilizarnos”, apuntan los docentes en relación a esta problemática que sostienen, debe resolverse de modo integral. Como vivir en comunidad es parte de un sistema de relaciones, contemplar la contaminación ambiental, la congestión del tránsito y el endeudamiento en obras viales no deben ser asuntos menores y es por eso que los catedráticos sugieren la necesidad de aprovechar los recursos para beneficiar a una mayor cantidad de usuarios mediante otras formas de desplazamiento y no sólo al modelo de movilidad que plantea el auto.

“Así es como el objetivo fue visitar los espacios vacíos que tiene Chacras de Coria con potencialidad de ser usados para complementar el sistema de movilidad urbana como es el metrotranvía. Estos sitios vacíos que acompañan las vías y los canales tienen la posibilidad de conectar puntos importantes y de alimentar los centros de transferencia”, dice Verónica. “Si bien la bicicleta es una alternativa que se instala cada vez más en la sociedad, la infraestructura no ha sido adaptada para contener ese modo de desplazamiento. Sería bueno contar con eso, pero además disponer de un sistema público de transporte que tenga la misma jerarquía que una autopista”, añade.

Razquín asegura que el problema tiende a agravarse y que la planificación urbana es una tarea pendiente. “En Chacras de Coria se le vive dando la espalda a los lugares por donde antes pasaba el tren, así como a los canales y los cauces aluvionales. Por aquí no se puede caminar porque las veredas han sido invadidas por la propiedad privada o porque no existen. Querés andar en bicicleta, no podés porque te pisan los autos. Querés andar en auto, las calles están congestionadas. Querés andar en transporte público de pasajeros y son muy largos los tiempos de viaje. No hay una única solución posible, pero esto que compartimos es parte de lo que proponemos”.

El grupo de Movilidad Urbana que recorrió Chacras de Coria.

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Editorial: La parábola del sembrador -->

Editorial: La parábola del sembrador

Relatan los memoriosos del pueblo, que por cierto casi no quedan, que hubo un tiempo en que el terruño era pacífico, amable, pequeño. Los vecinos se conocían, era gente humilde, trabajadora, honesta. Cada uno tenía su oficio y sus faenas. No había discordia, por el contrario, resaltaba el buen trato, la cordialidad y la solidaridad. Nada sobraba en el pueblo, pero tampoco había demasiadas carencias para la época.

Foto de Cachilo Púrpura

Nadie recuerda cuándo empezó un paulatino cambio. Al principio casi desapercibido. En verdad, nadie daba mucha importancia que la viña de Ramón se vendiera, aunque algo producía. En fin, así dicen empezaron a pasar estas cosas. En la viña de Ramón construyeron casas muy grandes como no había en el pueblo. Luego fue la finquita del italiano que hasta tenía una bodeguita. Luego….

Los relatos se desdibujan. De a poco, los vecinos fueron perdiendo ese primer asombro y en silencio aceptaban lo que parecía ineludible.

Los señores que mandaban en el pueblo veían con buenos ojos este progreso irrefrenable y nunca advertían las consecuencias a largo plazo.

Hasta que en día llegó al pueblo un señor que escuchó, así comentan, los reclamos de los originarios. Reunió a los vecinos y les habló de lo que ya todos sabían. El pueblo ha crecido de una forma irracional, sin planificación alguna. Y prometió encarar un profundo reordenamiento territorial. Entonces dijo que faltaban árboles en muchos sitios y que él los sembraría. Efectivamente, sembró unos por aquí y otros por allá. Ese era sólo el inicio del anunciado cambio estructural que devolvería a la comunidad una mejor calidad de vida.

Algunos vecinos se quejaron por el sitio de los arbolitos aduciendo intereses personales o económicos, otros, en cambio, estaban de acuerdo con el criterio elegido por el sembrador. Este señor, al principio puso vigilancia para que todos respetaran el sentido de los arbolitos. Así, la gente se fue acostumbrando al cambio. Paulatinamente, nadie se explica por qué, estos vigilantes fueron desapareciendo. Muy rara vez se los ve protegiendo lo que se sembró. Algunos dicen que el señor que manda creyó que la gente era responsable y solidaria y que se haría cargo de cuidar el bien común. Pero lo que fue pasando es que la gente se olvidó de los vigilantes y volvió a ignorar el sentido de los árboles que aún no terminan de crecer y por otro lado nadie regó a las plantas.

Así estamos en Chacras de Coria. Luego de la convocatoria a ‘participar y opinar’ sobre el magnífico proyecto de profundo reordenamiento territorial, todo sigue prácticamente igual. Se concretó el sentido de marcha en las dos arterias principales de ingreso al pueblo. Sin embargo, la situación no ha cambiado mucho. En calle Mitre, antes de Newbery se pintó una línea amarilla para indicar la prohibición de estacionar. Era lógico y necesario ya que en la esquina giran los colectivos y la maniobra se complica por la estrechez de la arteria. Baste este solo ejemplo: la línea amarilla ya casi no se ve. La gente sigue estacionando, incluso en contramano. Los choferes de colectivos hacen malabares para no rayar a los autos mal estacionados. Desde hace meses no hay un agente de policía vial controlando. Lamentablemente seguimos sin comprender que más allá de la comodidad personal existe el bien general. Y necesitamos el rigor de la ley para asumirlo.

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Para ampliar la calle Paso demolerán parte de una antigua bodega -->

Para ampliar la calle Paso demolerán parte de una antigua bodega

Se trata del antiguo establecimiento Mauricio, construido en 1861. Actualmente se denomina Dos Familias y está en plena producción.

Fuente: Diario Los Andes. Ignacio de la Rosa.

Foto: Orlando Pelichotti / Los Andes

La bodega Dos Familias funciona actualmente en una emblemática e histórica construcción ubicada en calle Paso y Rodríguez, de Carrodilla (Luján).

El edificio data de 1861 y se trata de uno de los cinco establecimientos más antiguos levantados con adobe de Mendoza (fue construida y funcionaba como un molino, y en 1890 se convirtió en la Bodega Mauricio).

Vistosa e imponente, llama la atención de vecinos y transeúntes del lugar a diario; y ha sobrevivido en pie a distintos sismos (entre ellos, el terremoto de 1985).

Sin embargo, durante los últimos años surgió un conflicto de infraestructura que no asomaba de simple resolución: la proyectada nueva traza de calle Paso (con las obras que vincularán la Panamericana) con el Acceso Sur abarca terrenos que son parte del establecimiento. Y como se trata de parcelas que son propiedad de la Dirección Provincial de Vialidad, el Gobierno tenía a su disposición la herramienta de la expropiación para tomarlas.

Ya con el inicio de estos trabajos -que aún no llegan a esa altura de Paso-, los Colombi (familia dueña de la bodega y quien trabaja en el terreno) y el Gobierno llegaron a un acuerdo y se preservará casi la totalidad del inmueble. No obstante, deberá demolerse una construcción de unos 400 metros cubiertos, ubicada dentro de todo el predio y que se encuentra en la esquina de Paso y Rodríguez.

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