¿Cuántas veces después de un enojo nos ha dolido el estómago? ¿O nos hemos sentido descompuestos? O al revés, después de una buena noticia, sentimos que la energía nos corre por todo el cuerpo como si hubiéramos vuelto a nacer. Ejemplos cotidianos abundan.
Por la Dra. Vanesa Silvana Bazzocchini*
Etimológicamente, el término emoción viene del latín emotĭo, que significa “movimiento o impulso”, “aquello que te mueve hacia”. Son reacciones psicofisiológicas que representan modos de adaptación a ciertos estímulos del individuo cuando percibe un objeto, persona, lugar, suceso, o recuerdo importante. Provocan en el individuo que las vive, alteraciones fisiológicas diferentes como cambios en el pulso y la presión arterial, sudoración, cambios en el tono de voz, secreción de diferentes hormonas y neurotransmisores, a fin de ajustar de la mejor forma al individuo frente a la situación concreta que provocó dicha emoción. Las emociones pueden ser de alegría, miedo, tristeza y cólera o ira.
Impacto en la salud
Las emociones no son algo etéreo como parecen, sino que provocan cambios comprobables a nivel orgánico. Cómo gestionamos este impacto es como repercute luego esto en nuestro organismo. Aquí juega un papel muy importante nuestro inconsciente, ya que solo un 8% de la realidad que nos rodea es captada por nuestra parte consciente. Sigmund Freud, creador de la teoría psicoanalítica, describió el papel que juegan los procesos inconscientes en la aparición y evolución de los desordenes de salud.
Por otra parte, Walter Freeman descubrió el concepto de plasticidad cerebral, por el que las conexiones neuronales cambian de forma dinámica en función de las interpretaciones que le damos a los sucesos externos. Michael Meany, especialista en psiquiatría biológica y neurología, descubrió junto a su equipo la importancia de la atención materna en la modificación de la expresión de genes que regulan el comportamiento y las respuestas neuroendócrinas al estrés.
Junto con todos estos descubrimientos, paralelamente también se ha dado un despertar en volver a enfocar al ser humano como un todo bio-psico-social, es decir, un cuerpo conectado con sus pensamientos, sentimientos y emociones, inserto en un medio social que lo afecta profundamente desde lo más intrínseco hasta lo más vago. Somos seres que fluyen y se interelacionan en un medio que provoca reacciones y exige respuestas permanentemente. No podemos aislarnos del resto ni desconectarnos de aquello que somos y sentimos.
¿Qué hacemos entonces?
Esta nueva era nos empuja al contrario, a conectarnos con todo lo que nos sucede, aprendiendo a gestionar de manera más “inteligente” todos los sucesos que nos acontecen. Nuevas filosofías nos impulsan a “pensar en positivo”, ya que solo cambiando la actitud se cambia por completo el entorno que nos rodea. Hay que “sacar todo afuera”, no quedarse callado, expresar lo que sentimos en todos los ámbitos en los que estamos: “El cuerpo grita lo que la boca calla”. Joan Sebastian Bach, músico alemán dijo: “la enfermedad es un conflicto entre la personalidad y el alma”.
También la ciencia se abre a nuevas disciplinas que estudian las interrelaciones del individuo.
La Psiconeuroendocrinología estudia los mecanismos por los cuales el organismo reacciona frente a situaciones estresantes liberando hormonas encargadas de propiciar respuestas corporales y emocionales determinadas. Asimismo la Psiconeuroinmunología demuestra que, después de una impronta emocional, el eje hipotálamo – hipofisario proyecta la liberación de sustancias de naturaleza proteica, modulando sus respuestas y haciendo que el organismo se haga más o menos tolerante a la entrada de gérmenes.
Biodescodificación
Desde otra perspectiva, la Biodescodificación por ejemplo, es un método de acompañamiento humanista que estudia la correlación entre las emociones ocultas, inconscientes (mal gestionadas), asociadas al síntoma y su enfermedad. Frente a esto propone vías para la toma de conciencia y el cambio de las emociones, lo que contribuye a la disminución o remisión del síntoma que presenta la persona, potenciando el resultado de otras intervenciones de carácter médico, socioeducativo y cultural.
Se toma en cuenta que sobre nuestra manera de relacionarnos con el mundo influyen las vivencias diarias, el legado de nuestros ancestros y todo aquello vivido por nuestros padres durante nuestra concepción y embarazo. La tarea del Especialista en Biodecodificación es estudiar la situación desencadenante del síntoma, buscando una explicación objetiva. Sin suponer ni proyectar y con una mente cuántica, podrá sugerir diversas formas de ver la problemática, para que sea el propio paciente quien encuentre el recurso adecuado a aplicar en su vida.
Para concluir, es importante tener en cuenta entonces que todo aquello que nos ocurre o sentimos no es algo que debamos pasar por alto, al contrario, debemos estar atentos a esa voz interna que intenta comunicarse con nosotros y guiarnos por el mejor de los caminos. Depende de nosotros empezar a escuchar.
Para mayor información acerca de Biodecodificación escribir a vanesa.bazzocchini@um.edu.ar o al tel: 0261-5983067.
*Investigadora Adjunta; Instituto de Investigaciones Biomédicas (INBIOMED) – IMBECU – CONICET; Facultad de Ciencias de la Salud – Universidad de Mendoza).