Categoría | Arquitectura

Visitamos la casa-taller de Silvia Mechulán

Por Victoria Alfonso

Ya en el aire, está ella. Cada espacio, cada objeto la presenta y representa. Su interior nos rodea. Inmensas, generosas, coloridas, eclécticas, nos esperan las dos: la artista plástica Silvia Mechulán y su casa-taller. Rodeado de cactus, un antiguo baúl, alfombras tejidas, máscaras africanas y hasta una mariposa de tul y  lentejuelas, nos recibe un Cristo tallado en madera, traído por la dueña de casa de uno de sus viajes al México que ama.

En el recibidor, impacta “El Viaje” -cuadro de su autoría- apoyado sobre una mesa de chapón antiguo, que alguna vez fue puerta, realizada por Felipe Ariel Robledo. En el hall distribuidor, conmueve otra obra de Silvia: su Virgen de la Guadalupe, profusión de tonos pasteles, dorados y rosas, que reina sobre un tablón de roble sostenido por sendos radiadores de hierro repujado, ya sin tiempo. Como ofrenda hay un jarrón de cristal tallado, flores frescas, una lámpara diseñada y realizada por ella misma y unas tulipas de alabastro rescatadas de una vieja araña destinada a iluminar noches nuevas.

A la derecha se abre el living comedor, una instintiva y racional a la vez sumatoria de estilos que hipnotiza, tentando a quedarse en su calidad y calidez. Todas las paredes están vestidas con sus cuadros, algunos tan solo de paso, esperando otros muros para agigantar con su presencia. La mesa ratona, custodiada por un buda de yeso intervenido por la artista anfitriona, es también un diseño de Silvia, inspirado en el arte japonés. Se destacan un par de sillones de un cuerpo, con novedosas patas traseras “ruedas”.

Ya en el comedor, la mesa, rodeada de sillas de diferentes procedencias, muchas de ellas regalos de dueños de bares que “La Negra” ambientó y reinventó. La araña antigua, de bronce; fue alcanzada por las manos de esta artista, para verse de pronto, meciendo caireles acrílicos de un colorado furioso.

La vitrola, de 1906, comprada en un anticuario; nos recuerda que la música también invadió a “la Mechu” desde sus 16 años, cuando empezó a cantar con varios grupos íconos de la movida rockera mendocina como “La rebelión” y “La Montaña”, entre otros, hasta hoy que se encuentra lanzada como solista.

En algunas noches mágicas, todo este espacio se transforma para albergar a las “Tertulias”,  donde no más de 30 personas -previa reserva-  pueden disfrutar de algo rico para comer, para tomar y escuchar a la mismísima dueña de casa dar vida a boleros, tangos y folclore.

Rincón diseñado y realizado íntegramente por Silvia; mesita esquinera de madera inspiración japonesa; lámpara con cuerpo de madera pintada con incrustaciones de láminas de metal y pantalla de encaje y el cuadro hecho sobre un antiguo postigo de madera.

Para el final dejamos el taller, donde ella da sus clases. En este espacio sobran las palabras, basta mirar las fotos para entender toda la luz, toda la magia y todo el arte que Silvia “la Negra” Mechulán lleva a donde elija quedarse.

Contacto para clases de pinturas -niños y adultos- compra de cuadros: negramechulan@gmail.com

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