Con una fiesta en la plaza que reunió a gran parte de la comunidad, el Jardín Maternal y el Centro de Apoyo Escolar festejaron su primer cuarto de siglo de trabajo solidario. Hubo teatro comunitario, música, baile, comidas ricas y saludables y, sobre todo, mucha alegría.
Por Adriana Sayavedra
Veinticinco años han pasado desde aquellos días de 1990 en que un grupo de mujeres se unió para colaborar con otras congéneres que no la estaban pasando tan bien. Aquellas generosas vecinas se organizaron para cuidar a los niños pequeños de esas madres trabajadoras mientras éstas trabajaban, ya que no tenían dónde dejar a sus hijos mientras tanto.
Y es que la realidad de esas madres de escasos recursos era bastante difícil: muchas de ellas madres solteras, o con problemáticas difíciles de violencia familiar, alcoholismo, etc. “Por eso apuntamos a proteger a los niños”, nos cuenta Mary Loza, alma máter del proyecto. Solidaridad de género que le dicen.
Ellas eran María Rosa Casañas de Loza -la popular Mary Loza-; Ángela Lemmo de Arroyo, María Teresa Moreno de Arenas, Mónica Veyra de Carballo y María Fernanda de Törok, por aquellos tiempos integrantes de la comisión de Cáritas de Chacras de Coria. Encargadas de acopiar y distribuir las donaciones recibidas entre quienes las necesitaban, cuándo le preguntaban a las mujeres que retiraban la mercadería por qué no trabajaban, recibían constantemente, en la gran mayoría de los casos, la misma respuesta: “porque no tengo quien cuide a mis hijos mientras trabajo”.
Y así, ante una sugerencia del padre Reynaldo Godino, más conocido como el padre Aldo, por entonces párroco de la Parroquia Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, quién las estimuló para que les dieran una mano –o varias, literalmente hablando- rápidamente se organizaron y se hicieron cargo de los hijos de las madres trabajadoras.
El lugar elegido fue el Salón Parroquial. Allí los niños eran recibidos con una taza de leche y pan con dulce. Al poco tiempo, viendo que los horarios de trabajo de las madres se extendían hasta después del mediodía, se las ingeniaron para poder servirles también el almuerzo. La Guardería Parroquial había nacido.
Y como gran parte de la comunidad de nuestro pueblo está siempre dispuesta a solidarizarse, la ayuda no tardó en llegar: otro grupo de mujeres empresarias también se organizó para hacerse cargo de asegurar el servicio de comedor. Así le dieron vida a la Asociación Cooperadora de la Guardería Parroquial.
Más tarde, en 1993, llegaría otra actividad paralela a la del cuidado y atención de los niños: el Apoyo Escolar, también en el Salón Parroquial. Comenzaron con treinta niños de la Escuela Teresa O’Connor, desde 1º a 7º, a quienes además de brindarle colaboración en las tareas escolares, también les ofrecían el almuerzo.
“El trabajo de apoyo escolar por esa época lo realizaban maestras jubiladas, recién recibidas y madres, en forma voluntaria y ocasional”, sigue contando Mary.
Con el tiempo y más niños que atender cada día, estas mujeres solidarias fueron implementando varios proyectos para seguir adelante con su loable gestión. Así consiguieron la construcción del edificio propio –el salón parroquial ya les quedaba chico- por parte de la Fundación Bemberg. Más adelante, esta misma Fundación solidaria, les donó el edificio para las tareas de Apoyo Escolar. Se trata de la popularmente conocida Casita de la Parroquia, ubicada en calle Italia, junto a las vías, al lado de la casa Poli Decoraciones.
Otros logros del trabajo silencioso y comprometido de estas loables vecinas es la inclusión en el Programa Provincial Nutricional y en el Servicio Educativo de Origen Social, que les permitió conseguir del gobierno provincial las raciones diarias de alimentos y las docentes necesarias para implementar la ayuda escolar.
Cómo estamos hoy
Hoy el Jardín Maternal Nuestra Señora del Perpetuo Socorro asiste a niños desde los tres meses hasta cuatro años de edad. Por su parte, el CAE –Centro de Apoyo Escolar- atiende a alumnos de 1º a 5º de escuelas aledañas. Ente ambas instituciones “brindan cuidados especiales, apoyo escolar, desayuno y almuerzo” a más de 200 niños, provenientes en su mayoría de familias de escasos recursos.
Ya las clases no las brindan sólo voluntarias, ahora cuentan con dos docentes a cargo. Aunque algunas madres y maestras jubiladas continúan con su labor solidaria, como la vecina Virginia Ferrari, también integrante de la Unión Vecinal Chacras de Coria, quien “se mantiene firme en su tarea docente”, al decir de Mary, quien invita a aquellas personas que quieran sumarse en este trabajo comunitario para que se acerquen a la institución.
La gente de la Guardería. Daiana y su hija, Vanesa, Silvia, Teresa, Miriam, Coti, la familia Ruarte, Matías, Mary, Flor, Vanesa, Antonella, Nicolás, Sonia, Petty y Cuqui.
Socios y voluntarios se necesitan
Ante el crecimiento poblacional del Jardín Maternal y del Centro de Apoyo Escolar, se necesita cada vez mayor cantidad de recursos para gestionar ambas instituciones. Por eso invitan a la comunidad a unirse a su lista de socios, ya que es a través de las cuotas que éstos abonan que pueden llevar adelante los dos emprendimientos.
También aquellas personas que deseen colaborar con tiempo y dedicación voluntaria son muy bienvenidas. Siempre son necesarias manos para servir la comida, en el mismo apoyo escolar o servicios profesionales de salud, tales como controles oftalmológicos, de audición, psicológicos, etc.
Para más información, llamar a Mary o a su hija Cuqui al Jardín al teléfono 4964125, o pasar por allí, en Italia 5480, de lunes a viernes de 8 a 14 hs.
La Fundación Bemberg
Fundada en 1989, formó parte de un grupo de fundaciones y empresas que invierten en el campo social, en el marco de la Responsabilidad Social Empresaria. Hoy ya no funciona más.
Sus objetivos eran las donaciones y programas relacionados con la salud y la educación de la niñez, desde la concepción hasta la pubertad. Y sus áreas de influencia estaban acotadas a las zonas donde se ubicaban sus establecimientos industriales. En este caso, era la Cervecería Andes, una de las empresas del grupo Bemberg.
El contacto con esta institución les llegó a nuestras vecinas a través del por entonces gerente de la Cervecería Andes, a la sazón marido de una de las primeras integrantes de la comisión de Cáritas de Chacras, María Teresa Moreno de Arenas. El proyecto de un jardín maternal para madres trabajadoras pronto fue del interés de los directivos de esta institución dedicada a solventar proyectos solidarios. Así llegó la construcción del edificio propio de la Guardería, luego un vehículo utilitario -la conocida traffic con Mary al volante- y más tarde la casita de apoyo escolar.
Miscelánea y Andrea son las encargadas de alimentar a toda la familia de la Guardería y el CAE.