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Gas pimienta: El escándalo de La Bombonera

La opinión de José Félix Suárez sobre el fútbol violento y las barras.

La locura generalizada que tanto daño ha causado al fútbol argentino desde hace largo tiempo, donde pareciera que no existen límites y donde la realidad supera a la ficción -imposible de controlar o erradicar porque realmente no existe la voluntad política para hacerlo- y que se manifiesta cada vez con más odio, irracionalidad, desprecio y bajos instintos, es la consecuencia de una sociedad cada vez más enferma y agresiva donde la inseguridad y la violencia ocupan diariamente las páginas de los diarios.

Esa barbarie quedó demostrada el pasado jueves 14 de mayo en el llamado “Escándalo de la Bombonera” cuando los  jugadores de River Plate fueron agredidos con gas pimienta o algún otro preparado tóxico de origen casero al salir  por la manga para reanudar el segundo tiempo, lo que obligó a la suspensión del partido y a la posterior eliminación de Boca Juniors de la Copa Libertadores de América.

Es la consecuencia además de la triste herencia que dejó Julio Humberto Grondona, el dirigente que con su autoritario y personal estilo gobernó durante más de 30 años la AFA –Asociación del Fútbol Argentino–, responsable de la histórica y polémica frase “Todo Pasa”, propia de un fútbol sin penas ni castigos que dejó cerca de 200 hinchas muertos solo bajo su gestión, y en el que la dirigencia de los clubes se acostumbró a convivir con los llamados barras bravas. Primero como cómplices y después como rehenes, porque el miedo no es sonso y estos nefastos personajes que gozan de impunidad en cualquier escenario provocan temor con su sola presencia, gestos y amenazas. Sujetos sin códigos ni ideales que cambiaron  el amor a la camiseta por el poder y la plata, como el manejo de la reventa de entradas, el estacionamiento, la venta de ropa deportiva no oficial y hasta la comercialización de la droga.

En su mayoría se trata de punteros políticos o gremiales, enquistados en distintas áreas de gobierno, municipios o sindicatos, por lo que es imposible la acción del Estado para erradicarlos definitivamente al tener “padrinos” de mucho peso. A veces solo se los condena con el derecho de admisión que es pasajero y que no siempre se cumple. Que además participan en la vida política de cada club, que por la relación que tienen con los dirigentes hasta ocupan cargos en la comisión directiva y que han llegado a viajar a un Mundial (Sudáfrica 2010) en el mismo avión chárter de la Selección Argentina.

Como una brutal ironía del destino el  mismo día que se conocía la noticia de la muerte de un humilde futbolista jujeño de 21 años –Emanuel Ortega- que se jugó la vida por una pelota y terminó con una doble fractura de cráneo al chocar su cabeza  contra una pared de cemento de una cancha muy precaria del ascenso, por lo que se declaraba a modo de  duelo nacional  un fin de semana sin fútbol oficial  de primera división, se producía ese lamentable episodio con cuatro futbolistas riverplatenses -Leonel Vangioni, Matías Kranevitter, Leonardo Ponzio y Ramiro Funes Mori- comprometidos físicamente:  queratitis química y abrasiones de córnea. Un individuo de aparente clase media, socio de la institución, propietario de tres panaderías que heredó de su padre en el partido de Villa Alsina, casado con una hija en edad escolar, identificado como  Adrián Napolitano y conocido como “El Panadero”, quien pretendió pasar desapercibido escondiéndose en el anonimato de una tribuna sin saber que estaba siendo filmado, fue el principal responsable junto a otros 16 sujetos (hay tres menores de edad) de un atentado sin antecedentes por su gravedad y  riesgo. Ahora la comisión directiva Xeneise, en una medida inédita y ejemplarizadora, decidió además de expulsarlos de la institución iniciar una demanda civil a modo de indemnización por 70 millones de pesos que es la suma que Boca Juniors deja de percibir por el lucro cesante, la pérdida de recaudaciones y los derechos de TV y de imagen entre otros.

Mientras tanto se tramita una acción penal para que se les pueda probar en su condición de autores material del hecho que existió asociación ilícita (cuando actúan más de tres personas) y se investiga  quien o quienes puedan ser los responsables  intelectuales. Por ahora el delito está caratulado como lesiones leves agravadas con una pena de 16 meses de prisión (12 por las lesiones, 4 por haber sido en un  estadio deportivo) por lo que es excarcelable. Siempre habrá una primera vez para que éstos violentos vayan a la cárcel y no pisen nunca más una cancha de fútbol.

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