Archivo | enero 7th, 2015

Chino cumplió con la tercera etapa -->

Chino cumplió con la tercera etapa

La tercera etapa del Rally Dakar es historia para Adrián Yacopini quien la pudo superar en el puesto 50 quedando así 34 en la clasificación general. Recorrieron 284 kilómetros de especial y casi 300 de enlace.

“Hoy era una etapa ideal para romper neumáticos si no ibas tranquilo, camino de mucha piedra y muy angostos como nos tiene acostumbrados San Juan, que tengo la suerte de conocer por haber corrido por acá en alguna oportunidad. Había que estar muy concentrados en la navegación, Ricardo Torlaschi realizó un gran trabajo sin errores y eso nos llevó a terminar bien temprano la etapa y sin problemas”, dijo Adrián.

Mañana dejarán nuestro país para cruzar a Chile; será un especial de 315 y un enlace de 594 kilómetros.

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Celebrando a Juan Draghi Lucero -->

Celebrando a Juan Draghi Lucero

De inconmensurable valor literario y antropológico, la obra de Juan Draghi Lucero representa un altísimo honor para los mendocinos y para toda la literatura nacional. Aquí un repaso de ella a propósito de la reedición de dos de sus libros fundamentales

Por Nicolás Sosa Baccarelli


Pocos hombres hechos en esta tierra agreste y cargada de historias– porque don Juan eligió esta tierra entre todas las tierras- podrán jactarse de haber abarcado de un plumazo, de un solo golpe de tinta y de amor, el terruño de una punta a la otra en anverso y reverso.

Historiador, cuentista, novelista, poeta, erudito de la cultura popular cuyana, recopilador invaluable de piezas folclóricas, romances, coplas y narraciones tradicionales en un trabajo que dista mucho de ser meramente pasivo, tanto como dista de dicha actitud el laborioso oficio de quien puso por escrito los grandes mitos de la antigüedad greco-latina.

“Si la Historia es la relación documentada de los hechos del hombre sobre la tierra, ¿por qué no han de llenarse los huecos con tradiciones populares, para darle condición de intimidad humana?” Llenar los huecos de la historia del hombre sobre la tierra, con sus propias tradiciones populares, con “poemas de poetas iletrados”- tal como le gustaba decir a Don Juan- y devolverles de ese modo, su preciosa intimidad humana. Ésa era la propuesta.  Eso hizo Draghi Lucero.

La voz de los mayores y de los sin voz

Nació en Santa Fe en 1987 y, a los dos años,  su familia se mudó a Mendoza, provincia que adoptaría como propia para vivir y desarrollar su obra. Autodidacta en el sentido más sincero de la expresión, aprendió a escuchar a “los mayores”  (arrieros, peones, hombres de monte y de lagunas…) gracias a sus trabajos de campo, a las dolorosas labores de niño huérfano y pobre: hachando y vendiendo leña. Durante los altos en el camino, adorando las chispas de esos fogones sobrenaturales que suelen ocurrir en mitad de la noche y en medio del campo, Juan escuchaba, Juan memorizaba, para luego narrar esas historias, esas leyendas que luego asomaban de punta en su mente como astillas del asombro.

Como hijo de madre criolla y de padre inmigrante, Juan resumía la sangre, en su sangre: los que llegaron y los que ya estaban aquí desde siempre.  Draghi Lucero cantó a su Mendoza árida y dura: esa geografía que tanto lo cautivó, esa gente  que crece en las periferias del progreso de las ciudades y cuya sabiduría reclama de tanto en tanto un poeta ciego, un Homero criollo que eleve en su voz, la de todos. “Creo que el verdadero escritor debe condolerse de esa gran masa que está destinada al sufrimiento y a la procreación de otros seres destinados al sufrimiento. Es necesario que el autor y el literato revean su verdadera situación dentro de un mundo de sufridores, de sufridos y, en el otro extremo, de gente que puede ser hermosa en su forma, pero terriblemente cruel en sus procederes”, reflexiona.

“Traté de comprender a la gente pobre de Mendoza; con su lenguaje serrano y al mismo tiempo muy arraigado al huerto. Es extraordinario lo que ello influyó en el carácter mendocino y en mí mismo; el cultivo del pequeño predio que fija al individuo a un lugar determinado de la tierra.”

Su obra abarca desde la crónica histórica  -pasando por la recopilación de material poético y narrativo- hasta la expresión de la experiencia propia hecha verso, cuento o novela.

Crítico de la esclavitud y denunciante del abandono del campo, Draghi rescató numerosos episodios desconocidos del paso de San Martín por nuestra provincia, y salvó del olvido a otros destacados hombres que hoy viven en sus páginas: el Molinero Andrés Tejeda, el sabio francés Miguel Amado Pouget (precursor de la vitivinicultura moderna), el explorador y escritor Manuel José Olascoaga. Entre su obra vasta y diversa, destacamos el Cancionero popular cuyano (1938), Las mil y una noches argentinas (1942), El loro adivino (1963), Cuentos mendocinos (1964), El hachador de Altos Limpios (1966), El bailarín de la noche (1968),  El pájaro brujo (1972), La cabra de plata (1976), entre otros.

El autodidacta resultó fundador de la Junta de Estudios Históricos de Mendoza, profesor en varias cátedras de la Universidad Nacional de Cuyo – donde fue nombrado Doctor Honoris Causa-, miembro correspondiente del Instituto Nacional Sanmartiniano, y de la Academia Argentina de Letras. Recibió el Premio Konex de Platino en 1984 en la disciplina “Regional” y un sinfín de premios y distinciones académicas y honoríficas.

La buena nueva

Poco tiempo atrás, la prensa local reprochaba con razón el injusto paso de Draghi Lucero a la categoría de autores “inhallables” o difíciles de conseguir en las librerías. La importancia de su obra no ha tenido – hacen notar sus estudiosos- un correlato en el interés comercial de los editores. Recientemente Ediciones del Sol (del Grupo Colihue) ha llevado adelante una reedición de dos de sus obras fundamentales: el “Cancionero Popular Cuyano” y el “El hachador de los Altos Limpios”. Los mismos fueron presentados días atrás en Mendoza, en un acto organizado por el Ministerio de Cultura.

El “Cancionero…” vio la luz en 1938 y fue reeditado parcialmente mucho tiempo después, en 1992, por el gobierno de Mendoza y la Universidad Nacional de Cuyo, en dos volúmenes. No fueron reediciones completas, faltaba la música de las piezas folclóricas. La viuda de Draghi se encargó de hacer el tercer tomo ya con algunas líneas melódicas. La edición de reciente aparición reúne las mejores composiciones poéticas, así como algunas partituras de canciones. La obra tiene 208 páginas y se trata de una selección de textos, elegidos por Norma Acordinaro, estudiosa, asistente y amiga de Draghi Lucero, luchadora infatigable por la difusión de la obra de Don Juan. Entre las ilustraciones del libro se destaca otra figura insigne que pisó estos lares: Fidel Roig Matons. También hay fotos del archivo familiar.

Por su parte,  “El hachador… ” es la colección completa de cuentos, tal como la publicó Eudeba por primera vez en 1966. También está ilustrada y contiene un epílogo editorial orientado a estudiantes de nivel medio que accederán al libro. Se busca, principalmente, cautivar a jóvenes lectores.

Importante es destacar el compromiso que el Grupo Colihue ha contraído de reeditar la obra completa de Juan Draghi Lucero, una tarea que los argentinos seguramente sabremos agradecer. El próximo título será “Y los ríos se secaron”.

De inconmensurable valor literario y antropológico, la obra de Draghi Lucero cada vez se acerca más a nuestro sillón preferido,

para deslumbrarnos un día -de la raíz a la flor-

narrándonos a cielo abierto

nuestro costadito más noche,

nuestro pliegue más humilde,

nuestro territorio más pájaro.

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Despedida de Luciana Aymar en Mendoza -->

Despedida de Luciana Aymar en Mendoza

La mejor jugadora del mundo jugó su último partido en nuestra provincia, ante un estadio mundialista.

Por José Félix Suárez  -  Especial para CORREVEIDILE


El pasado domingo 7 de diciembre con un nuevo título, entre la ovación del público, el apretado y emotivo abrazo de todas sus compañeras y sus propias lágrimas, llegó la despedida de Luciana Aymar del hóckey sobre césped femenino, en el que disputó 376 encuentros internacionales con 161 goles.

La capitana de Las Leonas -para el último  partido la mendocina Macarena Rodríguez le devolvió la cinta de capitana-, la más grande de todos los tiempos, la mejor jugadora del mundo durante ocho temporadas (2001, 2004, 2005, 2007, 2008, 2009, 2010 y 2013), la abanderada argentina de los Juegos Olímpicos 2012, se despidió en Mendoza con todos los honores. Se fue la magia, nació la leyenda de la jugadora que ganó dos títulos mundiales (Perth  2002 y  Rosario 2010),  cuatro medallas olímpicas (plata en Sydney 2000 y Londres 2012 y bronce en  Atenas 2004 y Beijing  2008) y seis Champions Tropy, que es la Copa de los Campeones  (Amstelveen 2001, Moenchenglabach 2007, Sydney 2009, Nottingham 2010, Rosario 2012 y Mendoza 2014).

El triste y duro adiós  se produjo en la jornada de clausura del Champíons Tropy Mendoza 2014 donde la Argentina derrotó a Australia 3 a 1 en la definición por penales después de haber igualado 1 a 1 el tiempo reglamentario de cuatro cuartos.

A los 37 años, con un gran esfuerzo físico y el desafío y el liderazgo de convertir el primer penal, Lucha brindó un nuevo ejemplo del fuego sagrado que la acompañó desde aquel lejano  Campeonato Panamericano Junior de Chile en 1997 que marcó su debut internacional cuando la Argentina logró la medalla de oro.

El  instante del definitivo adiós, el que anunció durante mucho tiempo, para el que se  preparó mentalmente  en los últimos meses, finalmente había llegado. La diosa, la maga, la reina, se fue por la puerta grande, agradecida y reconocida, quebrada  en su intimidad, orgullosa de su  pasado y de su presente y de esa semilla que sembró entre cientos y cientos de leoncitas que la hicieron su ídola. Con la presencia de algunas de sus antiguas compañeras que viajaron especialmente a Mendoza para acompañarla el día de la despedida. Ahora   la  ansiedad  de iniciar una nueva vida y la esperanza de seguir siendo feliz. Tan feliz como lo fue a lo largo y a lo ancho de 30 años de juego, victorias y títulos como reconoció a Correveidile en el lobby del Hotel Sheraton donde se alojó la delegación argentina en las horas previas a la final con Australia.

“Al hóckey le di todo, absolutamente todo. Durante mucho tiempo, durante años.  Era una nena muy chiquita cuando mis padres Nilda y René me  regalaron  mi primer palo de hóckey en mi Rosario natal. Desde entonces no he parado ni un minuto en una carrera tan extensa como exigente. Ahora quiero tener un poco más de tiempo para mí, aunque más no sea para las pequeñas cosas de todos los días. Como las medialunas con el café con leche, cuando solo probaba una tostada cada mañana, o el asado de los domingos en familia.  Sinceramente no sé qué voy a hacer en los próximos días,  porque ahora mi vida es una hoja en blanco hasta que decida mi futuro. Tengo ideas, proyectos, propuestas que quiero resolver con tranquilidad y con el consejo de mi familia. Seguramente voy a seguir siendo la imagen de varias marcas, por lo menos hasta que se cumplan esos contratos de publicidad. Quizás pueda viajar, solo para pasear, sin el compromiso de las concentraciones, los entrenamientos, los partidos y los horarios. Visitar la India, un país que me llama la atención y porque siempre  es  novedoso conocer otras culturas y costumbres”.

“Claro que me queda un gran vacío, que no se llena con nada. Son sensaciones muy fuertes, únicas, irrepetibles. Cuando  se escucha  el himno de tu país, cuando se marca un gol, cuando se  celebra  una victoria, cuando se levanta una copa, cuando se festeja un título, cuando se llega a jugar un Mundial o a participar en los Juegos Olímpicos. Forman parte de un pasado que me provoca un gran orgullo, como que  hasta han hecho una película con mi historial deportivo -“Lucha, jugando con lo imposible”-  que las directoras presentaron acá en Mendoza. Veo las imágenes y me genera una gran melancolía. Yo misma me sorprendo de los logros que he conseguido con compañeras maravillosas y entrenadores muy comprometidos siempre con el hóckey sobre césped femenino. Cuando tenía 10 años de edad y comencé a jugar en inferiores  ya soñaba con vestir la camiseta de la Selección Argentina, que después hice realidad tantas veces.

Estoy  segura de que  cuando tome conciencia de que me fui, de que no voy a jugar nunca más, todo esto va a ser mucho más doloroso”.

“Ahora también pienso en mi vida privada y sé que voy a poder cumplir deseos que tenía olvidados o postergados. Claro que quiero ser madre y de esa manera encontrar un espacio  para formar mi propia familia. Sé que es algo que tiene que llegar aunque en la actualidad no estoy en pareja. Lo que no he pensado  es vincularme a la industria de la moda como se ha publicado. Quizás pueda ser una alternativa para más adelante como la posibilidad de algún perfume.

Lo mejor es tomar distancia de nuevas obligaciones, tratar de descansar y dedicar más tiempo a mis seres queridos.

Si tuviera que elegir un instante de todos los que me acompañaron en mis 20 años de jugadora elegiría aquel de los Juegos Olímpicos de Londres en 2012. Llevar la bandera argentina en el desfile inaugural es algo que no se paga con nada, orgullosa de que mis padres estuvieran presentes y se conmovieran hasta las lágrimas cuando me vieron pasar a la cabeza de nuestro país. Me voy con una sensación rara, entre triste y feliz, convencida de que di lo mejor de mis fuerzas por Las Leonas que  tanto quiero”.

“Fue mi mejor regalo”

“El esfuerzo de mis compañeras, cómo jugaron y se brindaron y  el apoyo y el estímulo que me trasmitieron a lo largo de todo el torneo  fue  mi mejor regalo de despedida. Las chicas dejaron todo,  me conmovieron con su entrega y me hicieron sentir segura de mis propias fuerzas.  Les estoy muy agradecida y las voy a recordar para siempre, porque me ayudaron a salir por la puerta grande del hóckey y  con un título de campeona.  Ahora las voy a seguir como la hincha número uno de Las Leonas”, dijo una emocionada Luciana Aymar cuando su nombre empezaba a ser leyenda.

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