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Luis Salinas: el encantador de guitarras

El artista de renombre internacional pasó por Mendoza, visitó Chacras de Coria y compartió un mediodía de amistad y anécdotas previo a su presentación. También desenfundó su instrumento y cantó junto a su amigo de la tonada, Pocho Sosa.

Luis Salinas llega al asado una hora más tarde de lo previsto. Lo acompañan el amigo Pocho Sosa, su representante personal y el guitarrista chileno Christian Gálvez. Saluda con la sonrisa ancha, el cuerpo envuelto en jean y campera de cuero, y la frente casi cubierta por unos anteojos negros. Lo espera un viernes soleado en Chacras de Coria y una noche a pura guitarra en el Teatro Plaza de Godoy Cruz. “Lo que más disfruto cuando vengo a Mendoza es precisamente del encuentro con amigos, los paisajes, la calma de la gente y el hecho de compartir mi música con esta provincia que tanto valora mi instrumento”, dice estirado sobre un sillón.

Nació en Monte Grande, en la provincia de Buenos Aires, y aunque adquirió su primera guitarra a los 27 años, aprendió desde muy pequeño influenciado por su padre y su padrastro. En el barrio era conocido por pedir la viola un par de horas y devolverla, con suerte, al día siguiente. A sus manos llegaban las cuerdas silenciosas que en cada nota abrigaban la magia de este hombre que ha sabido superar la barrera de los géneros musicales y conquistar escenarios del mundo entero. “Si pienso que nací en Villa Diamante, que más tarde toqué en los bodegones porteños, que recorrí 24 países con mi música y que me di el gusto de actuar con personas que jamás hubiera imaginado… Si pienso en todo eso, entonces puedo morirme mañana y hacerlo tranquilo”, afirma.

Es que Luis ha recorrido un largo camino y en esa vista atrás aparecen en el recuerdo momentos entrañables con músicos de la talla de Mercedes Sosa, B.B. King, George Benson, Tomatito, Dino Saluzzi, Chucho Valdes o Luis Alberto Spinetta. De esta última amistad  rescata el día en que grabaron la canción Y aparece tu piel para el álbum Sin tiempo. “Esto fue hace tres años y todavía me emociona pensarlo. Desde entonces no he vuelto a grabar otro disco”, subraya. En su haber se amontonan seis premios Gardel, el diploma de Personalidad Destacada de la Cultura de la Ciudad de Buenos Aires, el Konex 2005 como Mejor solista instrumental de la última década y tres nominaciones a los Grammy.

Para Luis la guitarra forma parte de su cuerpo, como lo hacen sus dos hijos o la voz que proyecta con la mirada perdida en Congreso cuando ensaya en el departamento del barrio que lo cobija. Desea agregar que su madre ha sido referente en su desarrollo personal y que sus ocho hermanos abrazan el buen motivo por el cual viaja de vez en cuando a Monte Grande a compartir los domingos. Luis Salinas está ahora sentado a la mesa, abierto al encuentro como uno más, sintonizado en las vivencias que lo ligan a Mendoza.

Vuelve entonces un pensamiento suyo, aquel que dice: “Todos tenemos una condición natural para algo. No es lo que te gusta sino lo que podés hacer. El resto es trabajar. No pretendo ser mejor que alguien. Quiero ser el mejor Salinas posible. Mi música más que nada tiene que ser fluida y sincera, si uno no se emociona, el público tampoco”.

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