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La fiesta del No Día del Amigo

Una de las cosas más interesantes del gran cuento de Lewis Carroll, Alicia en el País de las Maravillas, es la genial propuesta del Conejo de celebrar todos los días del año excepto uno, la fiesta del No Cumpleaños, para lo cual se preparaba cotidianamente una fabulosa mesa de té al aire libre, en un bello jardín, con diversas exquisiteces y a la que los amigos asistían puntualmente.

La propuesta no dejaba de ser por demás interesante. ¿Por qué festejar un solo día cuando en realidad podríamos hacerlo 364 veces más?

Y, si nos ponemos a pensar, contar con un buen amigo es ya una verdadera fiesta. Entonces ¿por qué no celebrarlo con la cotidianeidad con que sale el sol? Mucho más allá de la reunión prefijada para un día concreto en una mesa de bar o restaurant, que no deja de ser un hecho comercial interesante, y sin negar que igual puede uno pasar lindos momentos compartidos con amigos, reirse y esas cosas divertidas.

Pero hablamos ahora de la otra fiesta de los amigos: la de saberse presentes en todo momento, aún cuando no lo están físicamente. La de saber que siempre nos dirán la verdad, aún cuando duela. La de comprobar que pueden seguirnos en cualquier locura, sin plantearse mucho los resultados. La de ser uno tal cuál es, sin caretas ni posturas.

Un amigo, precisamente, nos mandó por mail un saludo muy interesante, por demás impactante, para el Día del Amigo y nosotros queremos compartirlo con nuestros lectores. Dice que son palabras de Oscar Wilde. No hemos chequeado la veracidad de esta versión. Algún erudito lo hará. Lo importante, para nosotros, es lo que dice, lo que nos provoca. Nos hace sentir aquello que muchas veces experimentamos cuando nos encontramos un montón de palabras que nos expresan casi textualmente “como si nos hubieran sacado las palabras de la boca”. Lea Usted y a ver si no siente lo mismo, si no es esto lo que siente cuando piensa en su o sus amigos.

Elijo a mis amigos no por la piel u otra característica cualquiera,

sino por la pupila…

tiene que tener brillo inquisidor y tonalidad inquietante.

A mi no me interesan los buenos de espíritu

ni los malos de hábito.

Me quedo con aquellos que hacen de mi un loco y un santo.

De ellos no quiero respuestas…

quiero que me traigan dudas y angustias

y aguanten lo peor que hay en mi.

Para eso, únicamente siendo loco quiero los santos,

para que no duden de las diferencias,

y pidan perdón por las injusticias.

Elijo a mis amigos por la cara lavada y el alma expuesta.

No quiero solamente un hombro o un regazo,

quiero también su mayor alegría.

Amigo que no ríe conmigo no sabe sufrir a mi lado.

Mis amigos son todos así:

mitad tontería, mitad inteligencia.

No quiero risas previsibles ni llantos piadosos.

Quiero amigos confiables,

de aquellos que hacen de la realidad su fuente de aprendizaje,

pero luchan para que la fantasía no desaparezca.

No quiero amigos adultos ni aburridos,

los quiero mitad infancia y mitad vejez.

Niños para que no olviden el valor del viento sobre el rostro;

y viejos, para que nunca tengan prisa.

Tengo amigos para saber quién soy yo.

Pues viéndolos locos y santos, tontos y serios,

niños y viejos, nunca me olvidaré que “normalidad”

es una ilusión imbécil y estéril”.

¿Qué le pareció? Por nuestro lado, pensamos que contar con un buen amigo,es importante; si es de éstos, ya es cosa seria. Ni que decir de aquellos afortunados que cuentan con más de dos o tres. Eso ya es una verdadera fortuna. Y hay que festejarlo cada día de nuestras vidas.

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