A los ochenta y ocho años nos dejó Aníbal Arias, la guitarra profunda de Buenos Aires.

Empieza el llanto de la guitarra

A los ochenta y ocho años nos dejó Aníbal Arias, la guitarra profunda de Buenos Aires.

Por Nicolás Sosa Baccarelli

Empieza el llanto de la guitarra.                      

Es inútil callarla. Es imposible callarla.

García Lorca

Te fuiste Aníbal. Punteando firme tu guitarra rea. Susurrando bajo, un tango antiguo y compadrón. Criollo y sencillo te fuiste, Aníbal, acariciando suave tu guitarra buena, que ya no es tuya porque es de todos.

Aníbal Arias nació en Buenos Aires en 1922, con una guitarra templada entre sus manos y un tango rante en el corazón. Aprendió a tocar el instrumento a los cuatro años, quizás por estímulo de su padre, también guitarrista. A los diez años inició su formación académica de la mano de  Pedro Ramírez Sánchez. Posteriormente continuó sus estudios en las academias más prestigiosas de Buenos Aires. Incursionó en la música clásica y en el folklore. Y lo hizo con éxito. Hacia 1940 se inicia profesionalmente en el tango “acompañando” al cantor Ángel Reco. Me parece extraño decir que un guitarrista “acompaña” a una orquesta o a un cantor. Tuve siempre la impresión de que ese giro relega al guitarrista a un plano secundario. Pero esto de “acompañar” nunca ha sido más erróneo que en el caso de Aníbal Arias. Su guitarra fue siempre, reina y figura. Actuó como solista y junto a grandes hombres y mujeres del género. Desde 1953 formó parte del conjunto de guitarras del cantor Héctor Mauré.

Entre los conjuntos musicales que integró podemos nombrar al  trío con Osvaldo Tarantino y Osvaldo Risso, varios cuartetos, con Enrique Alessio, Jorge Dragone, Armando Pontier, Héctor Stamponi, Luis Stazo, Eduardo Ferri, Osvaldo Piro y José Libertella, entre otros.

En 1969 ingresó al famoso cuarteto de Aníbal Troilo, con quien tocó hasta la muerte de Pichuco en 1975.

Fueron muchas las figuras que contaron con su guitarra: Héctor Mauré, Osvaldo Alonso, Libertad Lamarque, Raúl Berón, Carlos Acuña, Tania, Ángel Cárdenas, Roberto Rufino, Julio Sosa, Floreal Ruiz, Edmundo Rivero, Roberto Goyeneche, Enzo Valentino, Néstor Fabián, Violeta Rivas, Alberto Morán, Jorge Sobral, Jorge Casal, Susana Rinaldi, Argentino Ledesma, entre otros.
Por los años ochenta formó el ya clásico dúo con Osvaldo Montes. Con un estilo austero y hondo, esos hombres conversaban tango.

Fue solista en la Orquesta del Tango de la ciudad de Buenos Aires y fundador de la Escuela de Música Popular, dependiente de la Secretaria de Cultura de la Provincia de Buenos Aires, donde era profesor titular de las cátedras de Historia del Tango y Guitarra. Fue un docente dedicado y apasionado.
En 1985 la Asociación Gardeliana le entregó la “Orden del Porteño”, en 1986 el Centro Cultural del Tango le otorgó el “Gardel de Oro”; y en 1987 la Casa del Tango de Buenos Aires lo distinguió con el premio “Fundación Casa del Tango”. Además fue nombrado académico de honor de la Academia Nacional del Tango y miembro de la Academia Argentina de Música.

En el año 2004, fue distinguido por el Senado de la Nación «por el valioso aporte a nuestra cultura» y luego, el reconocimiento del Latin Grammy 2008, como músico participante del álbum de tango “Buenos Aires, día y noche”.

A los ochenta y ocho años ha entrado a ese cielo milonguero donde lo esperan tantos amigos.

Reclinado al arrullo profundo del diapasón, el tango llora sobre seis tajos sombríos.

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