Archivo | agosto 24th, 2014

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Tarde de música en Donde duerme la luna

El domingo 24 de agosto, a los 18.30 hs., se presenta Mirta Pérez -una de las referentes del piano popular en nuestro país- en Donde duerme la luna, Viamonte 3005 de Chacras de Coria. Junto a ella estarán los músicos invitados Marita Londra y Jorge Marziali. Reservas al (0261) 4986612; (0261) 155597121.

Foto: Matías Vargas / FB Donde duerme la luna

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El adiós a Orlando Pardo, el gran pintor mendocino

“La pintura es un pretexto para hacer de la vida, una obra de arte”, sostenía el Maestro, quien falleció este domingo 24 de agosto, cerca de las 13, en su casa de Chacras de Coria. En setiembre de 2013, con motivo de una muestra en el espacio de arte de la UTN, Carlos Carrión escribió esta hermosa nota que compartimos una vez más con nuestros lectores. ¡Hasta siempre, querido artista!

Fotos y texto: Carlos Carrión

El gran pintor mendocino Orlando Pardo es lujanino. Un orgullo para nuestro departamento. Aquí nació el 2 de noviembre de 1930, aunque luego, a los cinco años, su familia se trasladó a Tupungato.

Sus primeras experiencias en el arte de la pintura fueron estimuladas por su padrino -aviador y pintor aficionado-, quien le obsequió pinceles, colores y cartones para sus salidas al campo. Tal vez por eso, a los 11 años, Orlando ansiaba ser piloto de aviones y deseaba viajar a Córdoba para cumplir con ese deseo. Afortunadamente para el arte mendocino, no fue así.

Cuenta la historia que Marcelo Santángelo, amigo de su hermano mayor, al ver sus dibujos, lo alentó y lo ayudó para que ingresara a la Academia de Bellas Artes de la UNCuyo. “No sabía que eso se podía estudiar”, cuenta el Maestro Pardo en nuestra entrevista y reconoce a Roberto Azzoni y Sergio Sergi como importantes maestros en su formación artística.

Cuenta el Maestro que en 1944, con 14 años, consiguió un trabajo como cadete en la Universidad Nacional de Cuyo, lo que le permitió alquilar una habitación en un conventillo, ubicado en Primitivo de la Reta y Amigorena. Allí instaló su primer taller y lo compartió con Carlos Alonso, Fernando Lorenzo y Ciro Bustos.

En octubre de ese año, quien luego se convertiría en el gran pintor que conocemos y hoy entrevistamos, expuso como alumno destacado en una muestra realizada en la Casa de Mendoza, en Buenos Aires, junto a importantes artistas: Sergio Sergi, Raúl Domínguez, Ramón Gómez Cornet y Francisco Correas.


Viaje al norte

En 1949, Pardo viaja a Tucumán junto a su amigo Carlos Alonso con la esperanza de convertirse en discípulo del gran Lino Eneas Spilimbergo. En el Jardín de la República, Pardo estudió con artistas de la talla de Lajos Szalay, Pompeyo Audivert, Gómez Cornet, Eugenio Hirsch y otros.

En abril de 1953, viaja a Chile para asistir al Congreso Continental de la Cultura. Allí conoció a Diego Rivera, Pablo De Rokha y al gran Pablo Neruda. Rivera presentó en dicha oportunidad documentales sobre muralismo, lo que impactó profundamente en Pardo.

Al año siguiente, obtuvo un premio en un congreso realizado en la Feria de las Américas. Pero el premio mayor le llegaría el 8 de mayo de 1954, día que se casa con Chela Arce, quien lo acompaña y contiene hasta hoy.


A Buenos Aires

Luego de obtener el primer premio en el salón de Cuyo de 1963, decidió radicarse en la ciudad de Buenos Aires. A partir de ese momento, Chela se convierte en su marchand. Logrando que expusiera en las galerías Joraci, Nino, Olivos Country Club, Nexo, Van Riel y Rubinstein, entre otras.

El crítico de arte, Osiris Chierico, dijo: “Ternura. Ese es el cristal al que Pardo acomoda su visión de la miseria, reiterativo en su obra, no es el gesto de rebeldía, el panfleto barricadero. Es la mano sobre el hombro, la camaradería. Sus pinceladas anchas, generosas, tienen ese sentido. Y las tierras y los ocres que predominan en sus obras, lo ratifican al integrarse en sus protagonistas” (Confirmado, 14 de mayo 1965).

También participó en la exposición homenaje al gran maestro Lino Eneas Spilimbergo, realizada en la galería Van Riel.

Asimismo, realiza una serie de ilustraciones del Quijote para la editorial de la galería Joraci. Es el momento en que parte a Francia en viaje de perfeccionamiento, donde experimenta las jornadas del legendario “Mayo del ‘68″.

En 1973 regresa a Mendoza y se radica en nuestro pueblo, Chacras de Coria.

A partir de allí, participa de una muestra colectiva en homenaje a Sergio Sergi e inicia su serie de pinturas de niños con pájaros. “Un cuadro es para mí un hecho de amor. Es por eso que últimamente me he dedicado a captar todo lo maravilloso que hay en la niñez”, le dice a diario Los Andes en 1977. En este último año viajó por países sudamericanos de la costa del Pacífico, invitado por las galerías de Chile, Perú, Ecuador, Venezuela y Colombia.

En Bogotá, Pardo manifestó: “Me interesa todo: la figura humana, la abstracción, los bocetos, el retrato. El problema de la pintura, como el de todo arte auténtico, es un encuentro con el hombre que llevamos adentro. Yo camino y quiero caminar hacia ello, hacia mi propia imagen y perfil. Cuando camino por América, miro tras de mí, voy en busca de mis ojos, de mi voz, voy en busca de mí”.

Y la verdad es que caminó por América el Maestro. Hasta Nueva York llegó para mostrar su arte y enseñar pintura.

En nuestra provincia son varias las obras que nos obsequia el Maestro.  El mural en el Círculo de Periodistas de Mendoza, que representa a un canillita voceando el diario (1961), el de Cacheuta (1981) y el del edificio del actual Ministerio de Turismo de Mendoza, instalado en noviembre de 2010, año en que Pardo cumplió los 80 y que representa los puntos cardinales de nuestra provincia, cada uno con sus características.


Pardo y Spilimbergo

En 1949, Pardo se presentó ante Lino Spilimbergo, en Tucumán, para pedirle ser su alumno, pero no obtuvo respuesta. Lo que sí hizo Spilimbergo fue conseguirle un taller y un  trabajo como modelo de desnudos. Cuando don Lino lo visitó para ver sus avances, lo aceptó como discípulo y así entablaron una duradera amistad. En esos años, Pardo pintaba sobre arpilleras que conseguía en los almacenes de la ciudad.

Fuentes: Fundación Rural, Chela y Orlando Pardo.


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