De fácil implementación, apuntan a evitar los recurrentes accidentes en la zona. Falta de iluminación, de señalización, incluso el pésimo diseño de construcción, en la cima de los reclamos. Otros sugieren recuperar el espacio para los peatones, y crear una plazoleta.
Por Adriana Sayavedra

Cada vez son más los vecinos que alegan preocupados por el riesgo que implica la rotonda del Carril San Martín, entre Boedo y Besares. Es así que, cansados de la inacción municipal, han tomado iniciativas que intentan advertir a los automovilistas que circulan por allí del peligro de dicho nudo vial -de dudoso valor técnico-.
Hace un par de meses fue la colocación de un cartel con una fuerte llamada de atención a las autoridades municipales -Ver Correveidile Nº 149-. Por su parte, otro vecino se animó a colocar un tacho de plástico como medida desesperada de advertencia, pero que poco duró en pie, ya que fue aplastado varios veces por los vehículos circulantes.
Walter Peralta, vecino y comerciante de las inmediaciones, a quien la existencia de la rotonda lo inquieta desde que comenzó a construirse, asegura que la gente de los barrios aledaños “ya no sabe qué hacer”, y cuenta que todos los fines de semana hay accidentes y autos rotos. “Hasta tenemos ganas de comprar pintura fluorescente y señalizar nosotros mismos lo que no está señalizado”.
El cuadro se agrava si tenemos en cuenta que frente a la misma rotonda se ubican la escuela primaria Julio Mayorga, una parada de ómnibus y la entrada al hipermercado Jumbo.
La frutilla de la torta sería el triángulo de cemento que aparece abruptamente ante quienes vienen manejando desde el norte por el Carril San Martín. Para colmo de males el semáforo con luz intermitente que avisaba de la rotonda fue derribado por los constantes choques de los vehículos y nunca más repuesto por el municipio.
Entre las propuestas vecinales, surge la de Carlos Sala, quien asegura que con muy poca plata “se podría bajar la siniestralidad y hacer un ingreso más seguro al sistemas de rotondas”. Y explica que sólo se trata de colocar semáforos de sistema Led con flechas indicadoras de la dirección obligatoria (Valor estimado con el semáforo colocado $8.500); limpieza de cartelería que confunde al conductor; sistema de tachas reflectivas, que ofician de reductor de velocidad y alertan sobre el cruce peligroso (Valor aproximado de $ 6000); elementos verticales utilizados para diferenciar carriles, que avisan del obstáculo en la calzada (Valor estimado por cuatro o cinco elementos $ 4000).
Cabe destacar que dichos elementos “son plásticos, flexibles y en caso de ser impactados por los automovilistas, no revisten consecuencias”, amplía Sala y asegura que “esto los diferencia de los guarda raid, por ejemplo, que ante un impacto puede originar problemas a los ocupantes del vehículo. Por ultimo, el especialista sugiere una buena demarcación vial con doble línea amarilla y cruces peatonales. “Con lo cual, con aproximadamente $20.000 se minimizaría la posibilidad de riesgos de accidentes graves” y sostiene que “éstas son solamente opciones. Por supuesto, no son las únicas, habrá otras que también aporten a la solución del problema”, asegura Sala.
Barajar y dar de nuevo

En este sentido, y llevando la solución mucho más allá, otro vecino, especialista en Urbanismo él, propone iniciativas mucho más profundas.
“Cuando se sometió a aprobación el emprendimiento del barrio e hipermercado a construirse en ese área, la Municipalidad, con buen criterio, solicitó a los desarrolladores que estudiaran el impacto urbano que ocasionaría y realizaran una propuesta de “mitigación” de dicho impacto, o sea, acciones y obras que minimicen o atenúen los efectos de nuevas intervenciones urbanas. En este caso particular, se consideró fundamental dar solución a los problemas de movilidad vehicular y peatonal del sector”. En este sentido destacó el especialista “que el tema de la movilidad urbana constituye un pilar sustancial en el diseño de las ciudades, abarcando al transporte público, en todas sus modalidades, como también los desplazamientos de vehículos, peatones, ciclistas, etc.”.
“Sin embargo, el diseño de nudo vial presentado en aquella oportunidad -quizás consecuencia de limitaciones en el espacio a afectar, a la respetable arboleda existente o a otros factores-, no resultó ser un proyecto adecuado. Más bien se avizoraban potenciales conflictos y serios riesgos para el tránsito vehicular y peatonal”, continúa. La realidad y, lamentablemente varios accidentes, terminaron confirmándolo.
“Cuando una rotonda, por ejemplo, está bien resuelta y responde a un buen diseño vial de circulación completa, funciona bien y es un excelente derivador de tránsito. Pero no es el caso de este nudo vial, ya que se trata de un episodio aislado en el medio del camino, descentrado con respecto a la traza de la calle San Martín y que en los encuentros con calles Besares y con calle Boedo no tienen recorridos de transición paulatinos ni con longitudes apropiadas; por ello, aun realizando una buena señalización, no se salvarían los inconvenientes más importantes, en especial durante la circulación nocturna”.
Con el ánimo de aportar algunas ideas para dar solución a la conflictiva situación actual, nuestro vecino imagina dos fases de trabajo: “En primer lugar, apostaría a una intervención inmediata y de costo no tan significativo para volver a la situación original. Esto es, resolver encuentros directos entre San Martín y Besares y entre San Martín y Boedo, colocando semáforos en ambos encuentros, coordinados entre sí y con los tiempos suficientes para las distintas maniobras. A esto se puede agregar el cambio de sentido de calle Isla Lennox, haciéndolo sólo Oeste-Este. Habría que implementar una nueva señalización de todos los encuentros y el sistema de esta fase”.
En una segunda etapa, el especialista recomienda “proceder al rediseño y reconstrucción del nudo vial, desafectando la semaforización anterior –que bien podría utilizarse en otro lugar de Luján-. En esta etapa los lineamientos principales serían: 1°: Producir un desvío paulatino del carril de circulación norte-sur de calle San Martín, afectando terrenos de “ex Carbometal” y dejando la actual arboleda en una especie de isla -similar a un bulevar-, hasta enfrentar adecuadamente a la rotonda de derivación. 2°: Anticipar el desvío de calle Boedo hacia San Martin, con mayores distancias y recorridos que los actuales, propiciando ensanches laterales. 3º: Realizar una señalización e iluminación integral del sector. Por último: recuperar el espacio de la rotonda para crear un espacio verde.