En esta oportunidad les presentamos tres plumas jóvenes con alma de verso. Un mexicano y dos mendocinos nos adentran en su mundo de letras.
Práctica del olvido, Humberto Kaiser*
Es un alivio, en serio,
que decrezcan las batallas
ya sólo faltan cien entrañables garrotazos
cien sudores de vértigos helados
de hormigueante ansiedad en la garganta.
La maniobra es desde dentro
de lo más profundo de lo adentro.
Es un estampido que se expande
hacia todos los puntos de fuga posibles
estalla como un cuerpo desde mi cuerpo
desde el impulso que nace y se ensancha
desde el centro de mi cuerpo.
Mana como un yo, hecho de ti y de frío
brota de mí
y apenas roza los lindes cutáneos
se aferra al tuétano
a las vísceras
a lo más de esencia de lo adentro.
Estruja duro la garganta
pellizca detrás del ojo
araña de la nuca hasta la espalda
y se refugia en el pecho.
Pero ya se debilita el convidado
ya sólo faltan cien encontronazos
ya sólo falta que te alcance -no yo-
allá, en la distancia de tu cuerpo
en tu apartado cuerpo.
Ya sólo faltan cien telúricos estruendos
y ya estoy que desfallezco.
Exilio
Uno decide crepitar en sus infiernos
en reflexiones de precisa quemadura
uno se asura
se encoge
se invertebra
y queda solo
se incorpora cuando
el filo de los fuegos ha menguado
para seguir su oficio:
reavivar las brasas.
*Joven, mexicano y, para más, defeño en tercera generación. Estudia Letras en la UNAM. Traicionó a los números, los costos y los impuestos (su primera carrera universitaria) con las letras: ahora fuma más y duerme menos, pero cuando ve una rosa deshojada, dicen que llora de risa. O de espanto.
Las cáscaras de mis besos, Nicolás Sosa Baccarelli
Dónde escondiste, amor,
dónde has dejado,
dónde pusiste el pulso de mi nombre,
de mi humo…
mi recuerdo vago,
gris, enamorado.
En algún cajón de cal,
de fruta muerta,
de pelos, de huesos.
Dónde sepultaste amor, riendo,
las cáscaras de mis besos.
En qué camas, bajo qué alfombras
deslizaste, oscura, nuestro imperio
de carcajadas y de escalofríos.
Mudaste a una boca mejor, tu risa fresca,
a un labio más cordial que el labio mío.
En qué rinconcito cupo este traste
de cobre inútil, antiguo, desecho.
Apenas latía para pescar naranjas
y rodajas de noche sobre tu pecho.
Sín título, Pablo Pastorella
“La venía piloteando bien pero en un momento tuve que eyectar de la nave a varios de mis YO. Recién me están reportando las situaciones de cada uno: Es una ventaja poder dividirse y a la vez una dificultad: Volver a encontrarse.
Supongo que esa es la tarea y es a cada rato; esa…
Leo un informe detallado de todos mis otros… entre los que destaco: Uno que ha caído en una fuente y se ha mojado el trasero, otro que ha quedado colgado de un árbol y espera fumando mientras mira una familia de pájaros carpinteros, otro está en un café esperando instrucciones. Muchos se reportan: OFF MAP.
Recuerdo que íbamos hacia el horizonte, todo el mundo va para allá. Pero nos hemos regresado al ver el cartel que indicaba: Vuelvan mas allá de la tierra no hay nada que valga la pena.
No fue el combustible ni el ataque de los osos polares y voladores; los que nos hizo perder el control: Fue la desilusión en la búsqueda, el fracaso en la utópica misión que de hecho, no conocíamos si… fue eso más algo:
Aprendimos que afuera no había que buscar, que eso que llamamos libertad estaba adentro, pero como todo no, una vez que lo experimentamos ya nos aburrió.
En poco tiempo todos mis otros volverán al unísono; la misión es ahora mantenerse ligados en un proyecto, vivir como viven todos y morir como se mueren todos”.