Categoría | Historias de Chacras

Recordando al Padre Bergoglio en una tarde de otoño en Chacras

Por Onelia Cobos y María Victoria Török

Rememorar en otoño es nostálgico, pero rememorar en otoño en Chacras, el pueblo del Asombro lo es doblemente.

El recuerdo lleva a Victoria Török, al momento del pasado, cuando Adrián, su hermano, era Seminarista en el Colegio Máximo de San José de los Padres Jesuitas, en San Miguel, Buenos Aires. Allí conoce al entonces Padre Jorge Bergoglio, Maestro de Novicios.

Pero debemos empezar mucho antes, cuando la familia Török llegó a Chacras.

Originariamente de Buenos Aires, llegó  Arcadio Török a Mendoza  en el año 1968, buscando retomar su trabajo como ingeniero agrónomo, trabajo suspendido durante unos años en que ayudó a su padre en la fábrica de plásticos que éste último tenía en Moreno.

Primero en la Bodega Norton en Agrelo, donde vivió solo un año, hasta que hizo venir a su familia a Mendoza, cuando vio que había trabajo seguro; luego en Medrano y por último en Chacras , cuando empezó a trabajar en el INTA.

Vanda, su mujer, descubrió frente a Fabril Casale, en el lujanino Carril San Martín, una cabaña de madera, que decía “Instituto Privado de Inglés”.

Era nuestro primer proyecto laboral.

Vanda y sus hijos Fernanda, Victoria, Adrián y Mildred, quien era muy chiquita pero iba también, se convirtieron en nuestros primeros alumnos.

De ahí en más, la familia Török ha tenido que ver en nuestras vidas.

Pasaron los años y aquellas primeras alumnas tuvieron hijos que se convirtieron también en alumnos.

Por su parte, la familia Török quedó para siempre enlazada a familias de Chacras por amistades, casamientos y trabajo en el lugar. Para Victoria, conocer a Onelia Cobos y a Jorge García de Luca, dos escritores y poetas, fue como tocar el cielo, ya que siempre había amado la poesía y los libros.

La tarde que el nuevo Papa fue elegido, conocimos la emoción y alegría de la familia Török, recordando la amistad del entonces Padre Bergoglio.

Adrián recuerda a Bergoglio, su profunda fe, su elevada formación, su sencillez y humildad, sus actitudes de servicio, su paternalidad con los seminaristas.

Victoria recuerda cómo conoció su papá al Padre Bergoglio:” Un domingo, papi fue a visitar a Adrián a San Miguel. Siempre se acordaba de ese encuentro. Fueron los dos a la cocina del “Máximo” y allí estaba el Padre Bergoglio con un delantal de cocina, subido en un banquito, frente a una enorme cacerola humeante, revolviendo un guiso con una especie de remo -era más que un cucharón de madera-. Cuando Adrián los presenta, Jorge, con su gran sonrisa dice: “¡Hola Arcadio! ¿Así que vos sos el papá de Adrián? Como ves, hoy me toca cocinar a mí. Les estoy haciendo un guiso a mis muchachos. Quedate aquí así charlamos, que no puedo abandonar mi puesto de cocinero”.

Transcurrido el tiempo, después de muchos avatares y golpes de la vida, Arcadio es nombrado Subsecretario de Agricultura y Ganadería de la Provincia de Mendoza; a los pocos meses sufre un nuevo golpe de la vida.

Continúa el relato Victoria: “Cuando nuestra mamá falleció, de una muerte súbita a los 60 años, al poco tiempo se traslada papi a Buenos Aires para trabajar en la Secretaría de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación. Siempre nos contaba que muchos sábados a la tarde o domingos, iba al Colegio del Salvador, donde estaba el Padre Jorge, a charlar con él.

Papi estaba muy triste  y esas charlas con Bergoglio lo ayudaron muchísimo a remontar la esperanza, a seguir andando, a pesar de su soledad y dolor, a apoyarse en Jesús, en la fe cristiana. Esos encuentros lo levantaron de su abatimiento”.

“Cuando Adrián fue a trabajar al Colegio del Salvador, donde había sido alumno, se encontró un día en el centro con el Padre Bergoglio y le contó que habían operado a nuestro  papá, que estaba recuperándose en Moreno, en casa de nuestros parientes. Jorge se fue en tren a visitarlo. Moreno en tren no queda cerca, pero él fue igual”.

“Papi estuvo viudo casi 24 años y cada vez que veíamos junto con él y mi hermana Fernanda un noticiero y el Padre Bergoglio aparecía como Obispo o Cardenal, papi se acordaba agradecido de los encuentros de esperanza que habían tenido, de lo mucho que lo había ayudado”.

“Fue a visitarlo años después con mi hermana Mildred, cuando era Obispo; los recibió como siempre en un clima de alegría y esperanza. Le debemos un agradecimiento al Papa Francisco I, por todo lo que hizo por nuestra familia y por todo lo que hace por nuestra Iglesia Católica”.

El Padre Bergoglio, caminante de las villas, viajero de ómnibus, subtes y trenes, amigo de la oración y la Eucaristía, acérrimo creyente de “la fe en el otro”, acompañante de soledades.

Hoy es Papa. No ha cambiado. Cree en las mismas cosas.

Pide que recen por él. Él lo hace siempre por el mundo.

Dispuesto a desacartonar el mundo en el que crecimos, no ha vacilado en cambiar vetustos protocolos separadores, buscando derribar muros, para construir puentes que acerquen a los hombres a Dios y nos ayuden a vivir como hermanos.

La vecina Mildred y el por entonces padre Bergoglio.

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