(A propósito de una nota así titulada en Correveidile Nº 133, edición de enero de 2013)
¿Y si la memoria del pueblo ha sido sacudida una vez más para recordarnos que los días circulares de antaño, pueden y deben volver?
¿Y si la gente nueva en gestión política es informada que la Magia de Chacras, fue siempre el transporte en calma de sus bicicletas, en el trabajo y el paseo?
¿Y si todavía el Asombro del pueblo puede empujar memorias del pasado y nuevamente pretender un tiempo ecológico, de elogio de la lentitud y entonces las bicicletas cobrar el protagonismo del Entonces?
Entusiastamente celebraremos, en ese caso, las románticas utopías indispensables para que las nuevas realidades sean tales.
Ir al trabajo.
Hacer las compras en coloridas bicicletas con canastas en bigotudos manubrios.
Pasear niños en asientos traseros.
Pasear novios enamorados.
Trasladar turistas al ensueño del lugar.
Trasladar la lentitud disfrutadora, envuelta en madura uva.
Circular sendas bajo la lluvia amarilla de la hojarasca otoñal.
Como antes, cuando la Vida no se dejaba atropellar por “el apuro” y el “no tengo tiempo”.
Cuando se escuchaba a toda hora, en el taller de Don Cobos, el único bicicletero, “Don Cobos, ¿me presta el inflador?”
Debe ser que se acerca el tiempo de cosecha, que no puedo dejar de nostalgiar y nos marea de antemano la característica descollante de nuestro suelo: hacer soñar a la gente.
Onelia Cobos