La designación, los medios de comunicación y las miradas del mundo entero puestas en el decir y accionar por estos días de Jorge Bergoglio, ahora Francisco I.
Miércoles 13 de Marzo de 2013, 15 hs en Argentina, 18 hs en Italia. Millones de personas aguardan expectantes que un humo blanco, por fin, aparezca por la chimenea de la Capilla Sixtina. Ese humo revelaría al mundo el nombre del nuevo Papa. Ese miércoles destemplado, tanto en Roma como en Mendoza, será un día inolvidable para todos los argentinos y seguramente para todos los habitantes del mundo.
Acontecieron circunstancias excepcionales. El nuevo Papa sucedía a un Papa que por voluntad propia dejó el pontificado de Roma. Tenemos a un ex – Papa vivo. Esto no ocurría desde hace siglos. Luego, los cardenales optaron por un sacerdote no europeo, el primero desde el año 741. Por último, se decidieron por un Jesuita y argentino: Jorge Bergoglio, el primero de esta congregación en la historia de la Iglesia que tendrá la misión de orientar a más de 1200 millones de católicos.
El cardenal Bergoglio elige un nombre para su magisterio eclesiástico: Francisco. Es el primer Papa que llevará este nombre. Las especulaciones atribuían su decisión al santo de Asís o a Francisco Javier, el predilecto de los Jesuitas.
Desde su designación hasta su entronización como Papa ha ido demostrando con pocas palabras y muchos gestos cuál será su estilo como pontífice: …”una Iglesia pobre y para los pobres…” Su vestimenta blanca, sus zapatos negros gastados, su ruego para que cuidemos al planeta y a nosotros mismos nos hace pensar en Francisco de Asís, aquel muchacho acomodado, hijo de familia rica que optó por la pobreza y la sencillez para realizar plenamente su vocación.
Los argentinos, orgullosos. Los medios de comunicación nos invaden con múltiples noticias. Las necesarias y las extravagantes. Las redes sociales colapsan por los comentarios intrascendentes. Como típicos argentinos, surgieron un montón de amigos de Francisco mostrando alguna foto o relatando alguna anécdota de cuando Bergoglio era un simple sacerdote jesuita. Parece imposible que el cura que me bautizó o me confirmó hoy sea el Papa.
Desde el gobierno nacional las reacciones no solo fueron diversas sino hasta contradictorias. Es sabido que, como cardenal de Buenos Aires, Bergoglio tuvo una actitud crítica hacia la gestión de Néstor Kirchner como presidente y luego hacia la de su compañera y sucesora en la presidencia de la Nación: Cristina. Tanto que el matrimonio presidencial dejó de celebrar el tradicional Tedeum patrio en la catedral de Buenos Aires para evitar escuchar la homilía de Bergoglio.
Desde algunos medios gráficos y audiovisuales afines al gobierno salieron prontamente a desprestigiar al Papa Francisco vinculándolo con suspicaces connivencias con la dictadura militar. Un tema delicado y doloroso que, ojalá, no sea cierto.
Sin embargo, con un gesto noble y humilde, el Papa recibió a la presidenta -quien no atendió 14 pedidos de audiencia del entonces cardenal- y escuchó sus reclamos y sugerencias. “Dios es bueno, no se cansa de perdonar”, dijo Francisco en una de sus “charlas” con la gente.
El mundo observa con cierto asombro y admiración a este Papa argentino que promueve la sencillez y la humildad, que se escapa del rígido protocolo para besar a un niño o a un discapacitado y que pidió por una iglesia que camine…Habrá que ver si logra echarla a andar por el camino sabio.