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El perro que le ganó al truco a Perfumo

Vida de mascotas. El Increíble Pol

La sorprendente historia del entrenador de canes Víctor Arrieta -quien falleciera recientemente a los 86 años- y su perro Pol, quien, entre otras hazañas, dejó a todos atónitos al ganarle una mano de truco al por entonces brillante defensor de Racing Club e integrante de la Selección Argentina de los’60.

Por José Félix Suárez

Víctor Elso Arrieta fue un sub-oficial retirado del Ejercito Argentino que dedicó 36 años de su larga existencia a la crianza y adiestramiento de perros de raza.

A comienzos de los 60 era propietario de un criadero ubicado, primero, en un terreno que le habían prestado en Boulogne Sur Mer y Jorge A. Calle de Ciudad y luego en un lote propio en el Barrio San Agustín, cerca de la hostería del mismo nombre en el Parque General San Martín. Se trató de una de las primeras pensiones para canes que funcionaron en la provincia, en la que llegó a dar albergue, comida y atención médica a 47 perros en caniles independientes, además del entrenamiento diario que realizaba durante horas. En esos tiempos alcanzó a trabajar con unos 225 animales.

Jugadores de Racing posan con Pol: Mori, Martinoli, el adiestrador Arrieta, Basile, Wolff, el mendocino Díaz, Maschio, Perfumo, Raffo y Rulli.

Arrieta contaba que “nunca usé un collar, una correa o una varilla para impartir una orden y jamás castigué, le grite o le levanté la mano a un perro. Siempre utilicé la persuasión, el buen trato, un gesto amistoso, una palmadita cariñosa o una cosquillita en el hocico cuando les enseñaba un movimiento o algún juego. Con el tiempo solo necesitaba mover apenas los ojos, levantar o bajar suavemente una mano o inclinar de determinada manera el cuerpo para que entendieran y realizaran lo que les pedía. Por esa época los hacia participar en distintos concursos de destreza, habilidades o disciplina, como se los llamaba y que se organizaban generalmente en el Club Mendoza de Regatas, el Mendoza Tenis Club y el Andino Tenis Club”.

Pol, el Mejor

Arrieta recordaba de manera especial a Pol, al que crió desde los dos meses de vida: “fue el mejor, único e incomparable. Lloré un año seguido su muerte, nunca lo pude reemplazar. Nos entendíamos mutuamente, con solo mirarnos. Nunca imaginé que pudiera ser tan, pero tan inteligente”..

Pol selecciona tres cartas del suelo ante la mirada del adiestrador Arrieta y el plantel de Racing.

“Recuerdo que a veces le preguntaba: “¿Qué noticias habrá hoy, Pol?”. Entonces salía corriendo y me acercaba el diario. En otras ocasiones solía comentarle acercándome a una vieja estufa a leña: “Que frío que se ha puesto el día”. De inmediato se dirigía a mi habitación y regresaba con el capote. A veces le decía preocupado: “¡Uy! Pol, me olvidé el birrete! ¿Dónde lo habré dejado?”, el que yo escondía deliberadamente en algún lugar del cuartel para hacerle más difícil su búsqueda. Lo buscaba hasta que lo encontraba. Cuando nos reuníamos en casa con otros camaradas del ejército y nos poníamos a hablar de fútbol yo le preguntaba: “¿Nosotros de que cuadro somos, Pol?”. Iba y traía el banderín de Racing de mi pieza, movía feliz la cola y se ponía en dos patas. Además aprendió a marcar el paso redoblado, a traerme el llavero del coche y a buscar en la cocina la taza en que le servía la leche y que yo guardaba en un armario con todas sus pertenencias”.

Arrieta señalaba que “Pol llegó a ejecutar a la perfección 17 ejercicios a una sola indicación o simplemente prestando atención a los ademanes y gestos que le dirigía desde una distancia de 20 metros. Pero lo más notable es que también aprendió a jugar al truco y que una vez le ganó a Roberto Alfredo Perfumo cuando Racing todavía era El Equipo de José y enfrentó al Atlético San Martín por el Nacional de 1969. El Mariscal siempre se acuerda porque terminamos muy amigos, al igual que con el Coco Basile, el Bocha Maschio, el Chango Cárdenas y Quique Wolff. Como será que hasta fui invitado a los almuerzos de la señora Mirta Legrand para contar aquella anécdota”.

SUBTITULO:  La partida

“Fue en 1968, en una visita de Racing a Mendoza. Como buen hincha de la Academia yo quería saludar a los futbolistas y no sabía como hacer porque el entonces entrenador -Juan José Pizutti- había dado la orden de que no podía pasar nadie ajeno a la delegación. Se habían alojado en el Motel Demo, de la calle Rioja, donde los equipos de Buenos Aires paraban en esos tiempos y después de almorzar se habían reunido en la terraza del edificio para distenderse un poco porque jugaban en horas de la noche. Le insistí al conserje y le pedí que le trasmitiera al técnico que yo venía acompañado de un perro que jugaba al truco.  Después me enteré que los jugadores se rieron, porque pensaban que se trataba de una broma. Hasta que Perfumo, que era el capitán del equipo, le sugirió a Pizzuti: “déjelo pasar, maestro, así nos divertimos un poco antes del partido.  ¿Cómo va a existir un perro que juegue al truco? Eso es imposible. Y si realmente ese perro juega como me va a ganar a mi, que no me gana  nadie”. Supe entonces que el Mariscal era prácticamente invencible cuando jugaban al truco en las concentraciones. Agregaba Arrieta que “mientras todos miraban tomé un juego de naipes y deliberadamente coloqué en la parte de arriba tres cartas que eran el 7 de oro, el 5 de oro y el as de basto o sea 32 puntos para el envido. Las puse sobre una mesita para el corte reglamentario y una vez realizado las encimé de tal manera que esas tres cartas le tocaran a Perfumo. Así le daba mayor emoción al juego que se iba a efectuar a una sola mano porque el Mariscal ya se iba a sentir ganador. Las restantes 37 las coloqué en el suelo a cartas tapadas para que Pol eligiera sus tres reglamentarias. Cuando lo hice muy disimuladamente me saqué el guante de una mano y toqué las tres cartas que Pol debía olfatear y que eran las que debía elegir. A pesar de tener de mano 32 puntos Perfumo jugó el 5 de oro, o sea que se fue a la pesca. Yo tomé las tres cartas que me trajo Pol y le dije envido, él contesto falta envido y yo le respondí si el animal ladra le da. Al escuchar la palabra Pol sabía que tenía que ladrar y ladró. Perfumo eufórico cantó 32, pero Pol sumaba 33 ya que había elegido del suelo el 7 de espada, el 6 de espada y el as de espada, las tres cartas que yo le había marcado sin que nadie se diera cuenta sacándome un guante”.

DESTACADOS

“El Mariscal siempre se acuerda porque terminamos muy amigos. Como será que hasta fui invitado a los almuerzos de la señora Mirta Legrand para contar aquella anécdota”.

Placa

Cuando Pol murió, después de una convivencia de 13 años y medio con su dueño, el criadero llevó su nombre y en la entrada, muy visible, sobre una pequeña base de mármol, su adiestrador colocó una placa de bronce con la siguiente inscripción: “Pol, este criadero lleva tu nombre en homenaje al amigo que vivirá para siempre en el recuerdo de su amo”.

1 Comentar este artculo

  1. ANA MYRIAM ARRIETA Dijo:

    Soy la mayor de tres hijas de Don Víctor Arrieta.Desde Octubre de 2010 viví cada instante con mi padre acompañándolo en el camino de tan cruel enfermedad que lo llevó finalmente al descanso deseado.Mi agradecimiento desde este lejano Buenos Aires en principio a la editorial de “Correveidile” y al señor José Félix Suárez por esta emotiva nota.Desde donde se encuentre mi querido viejito sonríe feliz y orgulloso de recibir esta mención a lo que fuera su gran motivo de vivir…el cariño a los perros…En nombre de mis hermanas y el mío propio, a todos ustedes, GRACIAS..!!

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