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Tomar helados

Tomar helados

Lo admito, yo ya soy hombre al que el tiempo enrieda en la nostalgia y cuando eso sucede, y como no voy a hablar ni mujer ni trabajador, como canta María Elena Walsh, puedo decir, todo tiempo pasado si fue mejor.

Al menos, hablando de helados.

Antes no habían helados todo el año, con la primavera se abrían las heladerías, y era ocasión esperada tomar el primer helado de la temporada.

Cada barrio tenía su heladería y no había dudas en mi casa, los helados de Argüello eran los mejores.

Pasó el tiempo, me mudé aquí y allá, pero desde hace mucho vivo en Chacras de Coria y, por supuesto, no tengo dudas, los mejores helados son los de la Heladería de Chacras, los del Gurí.

Las heladerías tienen ese frescor y ese olor a vainilla, chocolate, dulce de leche, frutilla que anuncian, igual que en la pizarra, que aquí se viene a sacarse el gusto.

Y uno vuelve el tiempo atrás mientras revisa el largo listado, que casi sabe de memoria, pero igual, los viejos sabores, las novedades últimas, cada uno despierta el territorio de las nostalgias, de los gustos y por qué no, de ciertos riesgos.

Es condición, inapelable, tomarse el tiempo para decidir, y es condición de heladero, la paciencia.

Me pregunto, insisto, una vez más, vainilla con merengue y granizado, o  admito que la crema Sofía vale ya ser un clásico, si el gusto es doble porque la nieta del Guri, la Sofía, preciosa, o el coco quemado, pero el cereza a la crema tiene lo suyo y por supuesto el dulce de leche, sin nueces, siempre es opción, pero no puedo dejar de pensar en el chocolate con almendras o en ese nuevo, el tiramisú y este maracuyá, parece que si, pero no se.

Aparte convidan, los chicos parecen leer nuestras dudas y ofrecen cucharitas para probar, no ayuda eso para decidirse, porque cada gusto tiene lo suyo.

No todo termina ahí, como lo pido, en barquillo, con la galleta crujiente que se desmenuza, en vasito, juntando el sabor con los helados de los ambulantes de hace tanto o,  mi decisión de siempre, en copa de metal con cucharita de helado.

Tomar helados es estar frente a la disneylandia de los gustos, todos están allí, cada uno anclado en una parte de nuestra vida, aún en la que está por suceder.

Por el tiempo que dura estar frente al alto mostrador, esperando nuestro helado, no hay dudas, estamos justo ahí, donde teníamos ganas.

Luis Jait

1 Comentar este artculo

  1. nuri Dijo:

    Vainilla con merengue, seguro… y los bomboncitos esos de coco quemado.
    Mmmmmmmmm, quiero Guri :)

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