Una foto no es un solo y automático clic que se obtiene a través de un aparato. Detrás de la cámara hay alguien que mira desde su propia concepción artística. No se trata solo del mero hecho de retratar sino de plasmar un mensaje cargado de sugerencias que invitan a participar como observadores. Algunas personas poseen ese don que les permite contar la historia. Carlos Purpura, más conocido para muchos como Cachilo, es una de ellas. Aquí nos regala una bellísima imagen, testigo de una época de vivir pausado y con tiempo para el encuentro y la charla casual con el vecino, de dos vecinos que se dedicaban a cuidar el agua de riego.

Fue en 1962. Ese año Chacras de Coria coronaba otra Reina de la Vendimia. La primera había sido Ángela Dorigo, en 1938. La tercera fue Giuliana Lucoski en 2016.

El ‘62 fue un año de particularidades. Fue la última fiesta que se realizó en el Autódromo del Parque; el bastón de mando se lo entregó a la flamante soberana el mismísimo presidente de la Nación, el Dr. Arturo Frondizi, a la sazón el último presidente que asistió a nuestro festejo provincial.

El gobernador era don Pancho Gabrielli. Y, además, Wana fue la primera Reina que salió del país, en rol casi de embajadora, rumbo a una bodega uruguaya. La recepción de Luján de Cuyo a su representante fue en la Hostería Don Juan, que algún memorioso recordará.

En el año 1938, en la tercera edición de esta fiesta tan mendocina, resultó electa Reina Provincial de la Vendimia -la fiesta aún no había sido ascendida a “Nacional”-, Ángela Dorigo, representante de Chacras de Coria, fallecida en 2007. Fue la primera en usar capa y corona.

Mujer de carácter, luego de ser proclamada Reina de la Vendimia, Ángela llamó a los espectadores en su discurso a mantener el control y la moderación durante la festividad, según cuenta  Mirta Zaida Lobato en su libro “Cuando las mujeres reinaban: belleza, virtud y poder en la Argentina del Siglo XX”.

Nuestra Ángela Dorigo, tercera Reina de la Vendimia, al igual que la segunda, Susana Justel, y la cuarta Brígida Santini, eran reales cosechadoras.

Entre muebles, cuadros y libros antiguos, apareció esta postal en blanco y negro que data de la época en que el ingeniero agrónomo Arrigo Bonino tenía su laboratorio instalado en la tradicional casona de la calle Mitre, propiedad de la familia de su mujer, Alicia Cubillos, a su vez hija del reconocido pintor mendocino Rafael. Allí, se lo ve de impecable guardapolvo blanco al pionero olivícola junto a un ayudante en plena acción.

Además de su actividad profesional, en esa propiedad compartió los días junto a su compañera Alicia, crecieron sus hijos, formó su familia. Hoy, fueron las emprendedoras del espacio cultural LABoratorio de Arte quienes rescataron la imagen y bautizaron su proyecto rindiéndole honores a la actividad científica de este vecino de Chacras.

1910. Tercer auto llegado a Mendoza. Al volante, Luis Stroppiana, de paseo con sus hijos Luis Stroppiana (h), Rosendo y Juan, acompañados por las tías de la familia.

El pequeño Juan, convertido ya en hombre, fue unos de los dos socios que trajeron el negocio del cine a Chacras, cuando inauguraron a todo trapo el Gran Splendid, hecho que marcó un antes y un después en la vida social de nuestro pueblo.

Juan fue, además, una especie de inventor incansable e ingenioso, a tal punto que ideó una decena de lavarropas con su sello para los parientes, un auto para su hijo, monopatines con motor y el más genial de los inventos de la cinematografía de la época: un sistema de cambio automático para pasar las cintas de las películas sin interrupción.

Con dos vagones tirados por un tractor, esta especie de tren turístico nacido del ingenio de Rafael Bauco -un italiano que llegó a Luján de Cuyo cuando el siglo pasado nacía-, formaba parte de una “escudería” compuesta de tres unidades. Fue una de las primeras líneas de transporte público de nuestro departamento.

El recorrido comenzaba en la plaza de Luján, frente a la Iglesia y, por Sáenz Peña hacia el oeste se dirigía por calle Chile hasta el dique Cipolletti.

Y es que allí se encontraba “el balneario de moda” de la época, a orillas del Río Mendoza: contaba con una hostería, pileta de natación, un inmenso parque de frondosos árboles y un lago artificial, hábitat de plantas acuáticas y peces multicolores.

“Otro de los atractivos era la presencia de un fotógrafo, creo que se llamaba Alfonso Segovia, que posibilitaba que los visitantes se llevaran un recuerdo del paseo”, cuenta Rafael Bauco, nieto y tocayo de aquel pionero, quien se desempeñó como concejal por el Partido Demócrata en la década del ’60 y que gentilmente nos cediera la foto.

Los Bauco llegaron a nuestro país, como muchos por aquellos años en que se construía la Patria, desde “la Italia”. Proveniente de la provincia de Aquila “Comune Di Civita  D’Antino, fue en el año 1901 cuando Rafael se radicó en nuestros pagos. Aquí se dedicó, como la mayoría de sus pares, a la agricultura. Luego fue la vitivinicultura, más tarde la instalación de talleres de maquinaria agrícola y luego de transporte de pasajeros. La pequeña empresa nacida de tanto esfuerzo era administrada por su dueño, quien contaba con la colaboración solidaria de su cuñado Juan Olivano, su concuñado Armando Caponi y sus primos hermanos Luis y Lorenzo Bauco, este último más conocido como Minoto.

Sabido es que nuestro pueblo es cuna de reinas.  En 1938, en la tercera edición de esta fiesta, resultó electa Reina Provincial de la Vendimia -la fiesta aún no había sido ascendida a “Nacional”-, Ángela Dorigo, representante de Chacras de Coria y fallecida en 2007. Fue la primera en usar capa y corona.

Mujer de carácter, luego de ser proclamada Reina de la Vendimia, Ángela llamó a los espectadores en su discurso a mantener el control y la moderación durante la festividad, según cuenta  Mirta Zaida Lobato en su libro “Cuando las mujeres reinaban: belleza, virtud y poder en la Argentina del Siglo XX”.

Después vinieron Wana Pegorín en 1964 y la última, Giuliana Lucovsky, en 2016.

1938 en Chacras. Ángela Dorigo, tercera Reina de la Vendimia, al igual que la segunda, Susana Justel, y la cuarta Brígida Santini, eran reales cosechadoras. En esta foto aparece entre los viñedos de la finca de la familia Cocucci en calle Mitre.

Roxana Zalloco resultó electa Reina de Chacras en el año 1990 . En la foto repartida entre los vecinos como difusión aparecen los comerciantes que apoyaban sus candidatura. En el dorso se puede leer: “Queremos a Roxana. Adhesión Estación de Servicio Chacras, Argentina Vial, Ferretería Nápoles, Zapatería Chacras, Casa Quilici y Supermercado Chantire”.

La tradicional carrera ciclística pasaba por Chacras en su recorrido de regreso.

En primer plano aparece el recordado Ernesto Negro Contreras Sáez, un ídolo del ciclismo mendocino y de la Argentina, quien en aquella oportunidad se consagró como ganador del importante evento.

El fotógrafo es el joven vecino Coco García, quien nos cuenta que la casa que se ve al fondo era donde vivió sus años de infancia -y donde ahora se ubica la ferretería Chacras-; que la persona parada en la puerta es su padre, don García, el peluquero del pueblo. La casa de la esquina, donde hoy se ubica Fundiola, era la casa de la familia Savoy y donde luego don Micheluz instaló su fiambrería.

Nótese lo linda que queda la pared de piedra de la Escuela sin rejas.

Lo que se dice, una típica postal de pueblo -como muchos que aún hoy podemos descubrir en varios lugares de esta tierra, menos en estos pagos-  que muestra lo bello que Chacras fue… y que todavía, aún sigue siendo.

Imágenes que hablan de la bella arquitectura que rodeaba la plaza de nuestro pueblo, típica de las zonas rurales, en las primeras décadas del siglo pasado.

Aparecen allí el rincón de Aguinaga e Italia, donde luego funcionaría justamente el Bar El Rincón, del Lero Cabanillas y que luego uno de sus hijos la haría famoso más allá de las fronteras mendocinas con el nombre de Cacano Bar.

En la otra imagen, se ve la casona de adobe de calle Italia, en la que funcionaba el aserradero de los turcos Ase, y donde hoy se encuentra la casa de doña Olga Lanatti y los locales de la peluquería y junto a ésta, la casa de pastas.