La historia del fútbol chacrense se remonta hacia principios de la década del veinte, ya que en 1921 se funda el Club de Chacras.
Pero pasaron bastantes años más antes de inaugurar la cancha, para la que colaboró toda la comunidad de entonces. Según nos contaron don Modesto Nuñez y Pepino Savoy, los hombres se iban a trabajar al terreno luego de sus jornadas laborales y las mujeres iban a cebarles mate o a llevarles algún alimento. Cada uno en su oficio colaboraba voluntariamente. El corredor de autos Pedro Yarsa emparejó los terrenos. Don Máximo Dallapé y Don Luis Riveyro hicieron los cimientos y las paredes. En lo de José Elaskar se cepillaron los tablones para las tribunas. Ellos son algunos de los tantos que trabajaron para que el sueño de la cancha propia se hiciera realidad.
Don Pedro Galasich era el encargado de cuidar la cancha y de que nadie se colara. La cantina estaba a cargo de Don Emilio Fiorentini que “pasaba los domingos en bicicleta con la bolsa del pan para hacer los sandwichs de miga”, contaba Dolly Frites de Savoy, quien se encargaba de destacar que las mujeres no estaban ajenas a la celebración del fútbol: “Los domingos eran días de fiesta. Ya en la mañana estábamos cambiadas. Mi mamá hacía la comida temprano para irnos a la cancha. Cuando jugaba Chacras contra Drummond poníamos los santos para abajo y llevábamos tréboles de cuatro hojas”.
Durante el año 1956 se llevó a cabo por estos pagos el Campeonato de Baby Fútbol, organizado por el Club Chacras de Coria. Cada equipo participante representaba a una casa de comercio del pueblo. El de la foto -gentileza del vecino Pepino Savoy- nos muestra el equipo “Pascualito Pérez”, formado por Celeste Villafañe, el susodicho José Pepino Savoy, Leandro Villafañe, Pedro C. López, Ramón Flores, Coco Coria, Félix Úbeda, Carlos Estrella, Cacho Cerroni, Barbizotti, Cacho Kragacici y Roberto Coria. Agachados: Campagnaro, Román Andrada, Alberto Arena, Flier, Campagnaro y Flier.
Fue por el año 1981 cuando se formó el equipo de fútbol local Calzados Desireé, patrocinado por Raúl Cortese, que en aquel tiempo se había venido a vivir con su familia a Chacras de Coria.
El dueño de las zapaterías Josephine y Desireé -que los memoriosos recordarán ubicadas en calle Espejo, de la Ciudad de Mendoza- es un amante del fútbol. Y como tal quiso colaborar para fomentar ese deporte en su nuevo lugar de residencia, que en un primer momento fue en calle Italia, al lado del Mercadito Salcedo –del abuelo de nuestra flamante Reina, Macarena-. Luego se mudó a calle Alem, donde vive actualmente junto a su mujer, Gladys, su fiel compañera y baluarte de los nombrados comercios.
En la foto aparece el equipo en la cancha del Tiro Club de Tunuyán, en el marco del Campeonato Comercial de Mendoza. Organizado por el Centro de Empleados de Comercio, el torneo se jugaba entre conocidas firmas de nuestra provincia de la época, como Felipe Bellene y Famularo, entre otras. Calzados Desireé también salió a jugar a San Juan y Córdoba.
La foto corresponde al año 1.960 y muestra el último día en que repartió carne en esa carretela. A partir de ese momento lo hizo en un Jeep carrozado y adaptado para la venta ambulante, “siempre al servicio de los habitantes de nuestro Chacras de Coria”, cuenta su hijo mayor, Gerado (h).
Fue en el año 2007 cuando Miguel Ortega, en quien también se inspiran los vinos de Callejón Ortega festejó su cumpleaños número 80 junto a su familia.
Hijo de Antonio Ortega y Mariana Callejón, padres agricultores que parieron ocho hijos y se instalaron en Vistalba a cultivar la tierra y producir su chacra, creció en la cultura del trabajo y el esfuerzo. Así fueron chacareros hasta el año 1944 cuando, acompañado por su hijo Miguel (foto), Antonio dedicó tierra y tiempo a plantar las cepas de malbec que aún hoy dan sus frutos de manos de su biznieto Raúl Ortega, la cuarta generación de vitivinicultores.
Miguel se casó con Juana Rosa Vagliente y tuvieron cuatro hijos: Olga, Nelly, Raúl y Alberto. Fue Raúl quien siguió trabajando con su padre y mantuvo la tradición familiar de producir vinos desde el cuidado del viñedo. Y es Raúl quien nos cuenta que “el abuelo viajaba todos los días con su padre Antonio en la carreta, para vender la verdura fresca de su chacra a la feria que funcionaba en la calle Primitivo de la Reta y Amigorena, en la Ciudad de Mendoza.
El niño Gastón: El 19 de setiembre murió el artista plástico Gastón Alfaro, nacido chileno, pero mendocino por adopción. Aquí lo vemos en el taller de zapatos de su padre, donde aprendió el oficio que posiblemente sembró la simiente que lo definiría. Luego vendrían el de pintor, grabador, dibujante y hasta escenógrafo de fiestas de la vendimia, siempre desde una mirada social y fuertemente comprometida.
El vino contra la parca
Publicidad de Tiburcio Benegas, publicada en Caras y Caretas, el 19 de agosto de 1898. (Fuente: FB Enrique Mariano Feijóo León –Historia y Vida-).
En esta edición elegimos no mostrar a nuestros lectores recuerdos TAAAN antiguos sino más bien algunas postales de hace unos añitos nomás, cuando las calles del pueblo eran el lugar del encuentro y el saludo entre los vecinos, cada uno con su actividad y siempre con tiempo para el chiste o el comentario. Toda gente sencilla, sin más pretensiones que vivir felices, tranquilos y en armonía con el entorno. Y sino, míreles las caras de felicidad que portan.
Por aquellos años, esta familia de artistas instalada en nuestro pueblo, vivía sus años mozos-. El patriarca, Víctor, se encontraba en el cénit de su carrera, y sus hijos, hoy prestigiosos artistas de renombre, vivían el apogeo y exuberancia de la juventud.
La foto fue tomada durante una muestra que organizaron en la Escuela Teresa O’Connor de la obra del gran Víctor, que incluía su colección Personajes de Chacras.
Por aquel tiempo, el Maestro del grabado, escribía cartas a su amigo Michel Seuphor, artista francés y eximio pionero del abstracto, donde relataba la apacible vida que construyó en nuestro pueblo.
“Vivimos en una pequeña propiedad -algo más de 6.000 m2- rodeado de viñas, en una espaciosa casa, al costado una piscina. Entre los viñedos tenemos además, uvas, manzanas, peras, duraznos, cerezas, hortalizas… A unos cuarenta metros, las vías del ferrocarril. El tren pasa dos o tres veces por día. A 60 metros de la casa, el “Río Seco”, pintoresco canal cubierto de piedras. Cuatro o cinco veces al año corre, durante algunas horas, el agua tumultuosa y terrible de las tormentas de la Cordillera, que es nuestro horizonte. Salvo el tren, los sapos, los pájaros, los grillos, las gallinas, el ocasional ladrido de nuestros perros… ¡¡Silencio!!
He ahí lo más importante de mi vida y mi familia”.