1910. Tercer auto llegado a Mendoza. Al volante, Luis Stroppiana, de paseo con sus hijos Luis Stroppiana (h), Rosendo y Juan, acompañados por las tías de la familia.
El pequeño Juan, convertido ya en hombre, fue unos de los dos socios que trajeron el negocio del cine a Chacras, cuando inauguraron a todo trapo el Gran Splendid, hecho que marcó un antes y un después en la vida social de nuestro pueblo.
Juan fue, además, una especie de inventor incansable e ingenioso, a tal punto que ideó una decena de lavarropas con su sello para los parientes, un auto para su hijo, monopatines con motor y el más genial de los inventos de la cinematografía de la época: un sistema de cambio automático para pasar las cintas de las películas sin interrupción.