Chacras, sus antiguas casas y sus historias. Esta bella casa, con sus más de cien años y cuyos detalles y tramados exteriores recuerdan la arquitectura escandinava, del norte de Europa, es actualmente el edificio administrativo del Club Personal del Banco Mendoza.

Por Aurora Fernández

Perteneció inicialmente a Ernesto Seippel, oriundo de Alemania. Como muchos otros inmigrantes Seippel llegó hacia fines de 1800 primero a Buenos Aires y luego se estableció en Mendoza donde, junto a su mujer Elida Loos, tuvo dos hijos, Arnos y Herman.

Con los años, sus negocios relacionados con la vitivinicultura lo llevaron a vivir a San Juan, donde tenía dos bodegas. Su hijo Arnos se estableció en Buenos Aires y en la casa de Chacras se quedó Herman, quién ya había adquirido en Alemania el título equivalente a enólogo. Él, su mujer Ella y sus tres hijos, Germán, Silvia y Marta, vivieron en la casa hasta el año 1944 cuando Ernesto debió venderla para afrontar la reconstrucción de una de las bodegas casi íntegramente destruída por el terremoto de San Juan de ese año.

Germán Seippel, hijo de Herman, quien actualmente vive en la Ciudad de Mendoza, mantuvo el oficio familiar y fue enólogo de Giol por más de dos décadas. Tenía siete años cuando su familia dejó la casa. Entre recuerdos que se pierden en su memoria se destaca  en el jardín de la casa, una estatua de bronce de una mujer con un ramo de rosas en sus brazos. Esa  escultura fue mandada a hacer por su abuelo Ernesto, en memoria de su fallecida esposa. También recuerda las reuniones de todos los “paisanos”, es decir miembros de la colectividad germana, en aquella casa donde se juntaban habitualmente a jugar el tenis y disfrutar de la pileta.

Además de la casa principal, la propiedad contaba con una residencia separada para el jardinero, otra para el servicio doméstico y una más cercana a la casa -aún en pie-  donde funcionaba la cocina.  Al igual que otras casas de la época, la cocina fue separada precisamente para evitar que a la residencia principal  llegaran los olores culinarios.

En el año 1944 quienes compraron la casa, junto con la finca de dieciséis hectáreas que la rodeaba, fueron Pablo y Hertha Hiedrich, ambos también de origen alemán. Posteriormente su hija y heredera, Irene Hiedrich la vendió, hacia el año 1974 a su actual propietario, el Club del Personal del Banco de Mendoza.

El Dr. Wolfhard Krüger, viudo de Irene y quien actualmente ejerce su profesión en la ciudad de Mendoza, recuerda su juventud en aquella bella casa, sus viñas, sus robles –aún existentes- y una laguna con abundantes flores acuáticas.

Durante su noviazgo con Irene y mientras él estudiaba medicina y ella música, pasó largas estadías allí.

De acuerdo a la arquitecta Graciela Moretti, a principios del siglo XX la arquitectura residencial en Mendoza, es testigo de un fenómeno que se produjo también en otras partes del mundo. Para la realización de las viviendas, sus autores apelaron a un repertorio formal muy diverso. Desde casas neocoloniales hasta casas italianizantes -las villas- o los chalets californianos. En este marco, la casa que actualmente es la administración del Club Personal del Banco Mendoza, fue realizada como villa veraniega o casa de fin de semana. Se aplicó en ella el lenguaje pintoresco, es decir aquel que venia de la tradición inglesa aunque también del norte de Europa o de los países alpinos. Eran sus elementos más destacados, los grandes tejados de fuerte pendiente, las torres coronadas con cubiertas apuntadas, la utilización de pans de bois,-estructuras de madera, muchas veces falsas-, los volúmenes asimétricos extrovertidos y fundamentalmente la relación con su entorno verde, dado por la presencia de frondosas arboledas.