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Espacios para ceder sólo la libertad

El nuevo Centro Penitenciario Federal de Cuyo es la obra recién iniciada en la localidad de Cacheuta. Ha sido proyectado  por el Ministerio de Justicia de la Nación, en el marco del Programa Nacional de Infraestructura Penitenciaria de acuerdo a la idea moderna de prisión, concebida no para el castigo sino para la reinserción social, con una capacidad mediana para alojar internos. En total son 536 personas de las cuales 392 plazas son para varones, 112 para mujeres más otras 32 plazas para el régimen de semi-libertad. 

El edificio contribuirá a sanear una vieja deuda de la Nación con la provincia de Mendoza aliviando el continente de internos federales que actualmente ocupan plazas en los sobrepasados establecimientos provinciales.

Sobre un terreno de 50 hectáreas, las instalaciones cubren 32 mil metros cuadrados. Su imagen general no difiere de una moderna institución educativa con la fenomenal montaña como telón de fondo. La arquitecta Silvina Montoya, especialista en arquitectura penitenciaria, -directora de la Diplomatura de Planificación, Diseño y Gestión de los Espacios Penitenciarios de la Universidad Abierta Interamericana (UAI)-, accedió a comentar para Correveidile los aspectos centrales del Complejo Cuyo atendiendo al conocimiento de los diversos ajustes por los que éste ha pasado en virtud de que ha sido asesora en diversas provincias, entre ellas, Mendoza.  

Lo ideal y lo posible

Según la arquitecta Montoya, Уla reclusión es una situación artificial como modo de vida de las personas. Dentro de esta condición, hoy en día el emplazamiento de un establecimiento penitenciario depende de numerosos factores que a veces distancian lo ideal de lo posible. Lo ideal es que este tipo de establecimientos se sitúen a no más de 40 km del ejido urbano, cosa de no desmejorar las condiciones de traslado y movilización de la familia del recluido hacia el establecimiento penal, en atención a que en éste vinculo primario reposa uno de los pilares del tratamiento de recuperación social.

Lo posible se vincula con la disponibilidad de terrenos aptos para hacer efectivo este emplazamiento, que no se encuentren comprometidos con otros fines -privados o públicos-. Por lo general no resulta simple cumplir con todos los requerimientos necesarios para ubicar un edificio penal –valga citar los casos de no aprobación de los pobladores de la zona dado que pueden producir inconvenientes a linderos, ya sean éstos vecinos o actividades incompatibles-.

En el caso de la zona de Cacheuta, donde se localizan dos de los Complejos penitenciarios -uno construido durante los últimos 5 años, y el otro recientemente iniciado- la región está ubicada a poco más de 35 km de la ciudad de Mendoza, y  tiene una impronta social vinculada más a lo periurbano que a lo rural; una región rica desde lo productivo y económico, con amplias posibilidades de brindar ámbitos de inserción laboral, con sistemas de infraestructura de servicios básicos disponibles y redes circulatorias consolidadas, es una excelente posibilidad de ubicación, debido a que con mucha posibilidad la ciudad crecerá con una natural evolución de los asentamientos espaciales que llevarán indefectiblemente a que estas nuevas áreas del periurbano vayan seguidas por corredores urbanos que las unan a la ciudad preexistente, los cuales, con el tiempo, se irán ensanchando y ramificandoФ.

Modelos en ensayo

Apenas arrancar, el Complejo Cuyo tiene una referencia palpable: el recientemente inaugurado Centro Penitenciario del Noroeste, en la provincia de Salta. Explica la especialista: УEl proyecto del Centro Penitenciario Federal del Noroeste Argentino diseñado por profesionales del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Nación es una rótula en la era de las construcciones penitenciarias federales. Ha capitalizado las buenas decisiones de establecimientos penitenciarios proyectados por estudios extranjeros, ha apelado a la regionalización de los modelos construidos y ha incorporado condiciones de estandarización en materia de espacios para los privados de libertad. Define, honestamente, un cambio de paradigma. La disposición espacial, si bien es generosa, está muy bien asignada. La superficie no es ociosa; se encuentra afectada principalmente a áreas de actividades de los residentes, de manera de propiciar la llamada Уocupación plenaФ de los internosФ.

El de Cuyo- añade- Уsi bien se basa en ese modelo de campus, ha tenido una serie de ajustes. Entiendo que procuran circunscribir la escala volumétrica a una más armónica con la condición residencial. La extensión y disposición de los espacios verdes es más acotada, más vinculada a una escala barrial. No obstante, su especificidad reside en que atiende a un programa de necesidades muy ambicioso en cuanto a la plurifuncionalidad del conjunto. Esto se tradujo en una propuesta proyectual que debía albergar diversos estamentos de la evolución de la pena de internos varones y mujeres adultos, y jóvenes adultos. Todos ellos residiendo en espacios diversos, ajustados en diseño a su condición de género y edad, de manera de propiciar la adaptación activa del individuo apartado, aunque sea en esta situación representada, que se acercara en su mayor dimensión posible a la realidadФ.

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