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Estimados Correveidile:

Ya llega la primavera y comienzan los árboles a brotar sus hojas.

En Viamanote y Aguinaga -frente a Fundiola- hay un cartel disco pare que apenas sobresale del cordón de la vereda, Con el follaje del árbol existente, quien circula por Aguinaga -oeste a este- no lo ve.
Sugiero que debería colocarse un caño horizontal más largo para que el disco sobresalga del follaje y se haga visible. Esto es de interés para todos.
Gracias,

Elias Lucio Arancio

Sr. Director:

Mi intención al acercar esta inquietud, es ratificar por este medio una solicitud que lleva mucho tiempo cayendo en olvidos.

La solicitud es encontrar una respuesta VIABLE y CONCRETA para el tramo de calle Alte. Brown, entre Prolongación Medrano y calle Chaco.

Si bien Vialidad y nuestro Municipio pasan periódicamente con sus máquinas, cada vez la calle se hace más honda, rompiéndose por ello caños de agua potable (pasando varios días encharcando y poceando nuevamente la calle que acaban de nivelar).

Obviamente, cuando toda esta agua se seca, reaparece un ambiente con polvo ¡que no nos deja respirar! Ahora bien, este panorama es permanente para este tramo de Alte. Brown sólo en su margen  sur, porque he aquí lo extraño: enfrente, Alte. Brown norte, es mucho más alta, está enripiada y el camión regador pasa ¡hasta dos veces en el mismo día!

Creo que la solución pasa por levantar el nivel de este tramo, esto daría a las acequias un nivel adecuado; enripiar periódicamente y regar. O sea, darle a la calle Alte. Brown los cuidados que necesita sin discriminar si pertenece a Chacras o a Vistalba.

Atte. Lic. Diana Graciela Burrieza

Tránsito en Chacras de Coria. Carta abierta a los conductores. Nicolás Sosa Baccarelli 

No pretendo aburrir al lector describiendo una realidad que ya es abiertamente conocida. Si afirmara   que el tránsito en Chacras es un caos sé que no causaría sorpresa a nadie. Sin embargo creo que estas  calles, hoy asfaltadas y concurridas, ayer solitarias y apacibles,  deparan a quien las recorre una suerte incierta. Puede pasar cualquier cosa. Aquí van dos asombrosas experiencias que pueden servir para sustentar mi conjetura.

Me dirijo por calle Italia en dirección Norte- Sur. Tras pasar el primer baden, paso a engrosar la fila del embotellamiento. Inmediatamente recuerdo a Cortázar, el primero en advertir la desgracia de este curioso fenómeno de la era del automóvil. Algo que supuestamente debería brindarnos mayor comodidad, a veces se transforma en nuestra peor pesadilla. Allí estoy varado, junto a otros conductores que comparten la misma suerte… y la misma incertidumbre. Porque lo más interesante que tienen los embotellamientos es la incertidumbre. Es decir, nadie de los que está allí sabe cuál ha sido esta vez la causa del atolladero, y todos esperan pasarlo para averiguarla. Nunca imaginé de niño, cuando andaba por estas calles en bicicleta o caminando, que un día estaría allí en un “problema de tránsito”. La fila avanza, algunos autos logran pasar al autor material de exabrupto. A mi turno, observo que el causante de todo ha sido un padre que está dejando sus hijas en el colegio. De aquel automóvil veo salir unas  “niñas” (por razones de delicadeza utilizo la voz “niñas” pese al ostensible desarrollo físico que detentaban) entre risas propias y gritos de su progenitor. Señor: si su hija es capaz de fumar sola, sin la ayuda de nadie, y de tomar dos o tres fernet o speed con vodka en la barra de algún boliche de la zona – me consta- o de volver a su casa el domingo a las cinco o seis de la mañana, no se aflija si camina los veinte metros que separan la escuela de la esquina donde usted puede doblar y estacionarse sin causar el desastre que genera su actitud de buen padre de familia (?) y pésimo conductor. Es cierto, su hija puede perderse o alguna fuerza sobrenatural puede acecharla en ese breve recorrido, pero tales males no son tan frecuentes e igualmente pueden sucederle en cualquier lado. Resígnese.

Pasemos a la segunda anécdota. Circulo por calle Mitre en dirección Este- Oeste. Doblo por Newbery  y, más adelante, giro hacia mi derecha para estacionarme en la panadería. Apenas inicio la maniobra descubro  a mi derecha una señora manejando un auto plateado  que, a juzgar por su chapería, ejecutaba asiduamente este tipo de operaciones riesgosas.  Pese a ser sábado, ocho y media de la mañana, la conductora padecía de un gran apuro. Prisa que se manifestó en su inexplicable iniciativa de intentar pasarme por la derecha. Alcanzamos a frenar a tiempo pero a escasos centímetros. Me llamé al silencio y estacioné. Al bajarme del auto descubro que ese rostro somnoliento y “trabajado por los años” (la frase es de Borges, no mía) se había transformado en un gesto de furia  que me estaba esperando. Bajó su ventanilla y lanzó un elocuente: “¡No ves que quiero seguir de largo, infeliz!”.  Acordándome de la mamá de la señora, me quedé callado en atención a la considerable diferencia de edad que nos separaba. Señora, en Inglaterra se maneja por la izquierda y se sobrepasa por la derecha… pero acá no.

Nuestra querida amiga y vecina Onelia Cobos siempre ha llamado a nuestro pueblo un mágico lugar de asombro.  Nada tan cierto: un paisaje asombroso, gente asombrosa… y una asombrosa forma de conducir.

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