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Arquitectura de vanguardia. Una bella bodega al pie de la cordillera.

Está construida la planta industrial, que ya elabora su segunda vendimia. Son unos 8000 metros cuadrados de unos 12000 proyectados. Los  4000 que faltan construir estarán dedicados a visitantes y turistas en un recorrido sensorial, con un tratamiento de texturas, juegos de luz y recorridos que “generarán un disfrute sensorial muy fuerte para los visitantes” según afirma Alfredo Tapia. Este sector apela a vivir una experiencia sensible durante el recorrido, organizado como una secuencia de espacios diferentes entre sí. Los visitantes ingresan a un túnel, una pasarela de 1,2 m de ancho. Es el primero de una serie de estímulos que nos plantea AFT, en este tour de sensaciones varias. “Es un túnel que está en penumbras y como ocurre durante la degustación de un vino, la experiencia es totalmente personal. El disfrute arranca en esta zona fresca y desemboca en un amplio hall de reunión, una cava central inundada de luz cálida. El tercer punto del recorrido lleva a la visitas a un espacio abierto, con materiales más reflectivos, elevado a dos metros y medio por encima del terreno. De allí se aprecian los viñedos  donde se recorta el fondo de la cordillera. A su vez, este espacio balconea a la sala de barricas, donde se va a poder apreciar, sin interferir, con la producción industrial, que implica el ir y venir de montacargas.

Al final del recorrido, los visitantes van a pasar a una sala de degustación con una gran terraza que invita al disfrute del vino y la contemplación de los viñedos. Como en el tiempo de los Huarpes, el agua será protagonista: en movimiento, en pequeñas fuentes,  en acequias o humidificando el aire. Tapia afirma que nada de esto requiere de recursos desproporcionados.

Hasta acá, lo que falta, que ojalá se concrete pronto. Pero vamos a lo que hay que no es poco.

La nueva planta elaboradora se encuentra en el Camino del Vino, en Agrelo, Luján de Cuyo, y cuando uno va llegando se vislumbra desde la ruta la nave rojiza que se posa sobre los verdes viñedos, lo cual crea una relación cromática maravillosa, entre rojos y verdes, ya que son colores complementarios. Esto es ahora, en plena vendimia sobre el final del verano, no quieran ni imaginarse lo que sucederá en otoño, cuando prevalecen los tonos ocres y amarillos.

Y es que esta bodega está construida con un basamento de hormigón visto perfectamente encofrado. Está acompañada -he aquí uno de los secretos de esta maravillosa obra- por una cubierta unificada en un único material: el acero Corten. Importado de España, este acero es una aleación especial que contiene altos valores de cobre, cromo y níquel, lo que provoca que “la película de corrosión que se forma sobre los metales cuado son expuestos a la lluvia y la humedad sea particularmente densa, altamente adherente, estable y autoregenerante” enumera Tapia, que encontró en este material un maridaje ideal que combina con el concepto proyectual.

Entre las ventajas, este revestimiento metálico insume tiempos cortos de producción y cumple con el objetivo de reducir al mínimo el impacto ambiental de la planta. No requiere mantenimiento, es más usado en puentes y en la construcción de barcos que en arquitectura. Apenas se coloca es de color negro, pero se oxida rápidamente y empieza a cambiar con el paso del tiempo.  Esta combinación de conceptos, texturas y materiales nobles en el marco natural de la zona,  dio como resultado una nave triangular que entre viñedos, adquiere identidad propia e identifica a la marca.

aparte

”EL RENACER DE UNA ARQUITECTURA COMPROMETIDA”

La Bodega Navarro Correa, con su nueva planta en Agrelo, ha colocado a Mendoza en el centro de apasionadas discusiones en lo que se refiere a arquitectura contemporánea y de vanguardia. Esto tiene que ver y mucho con la breve pero jugosa historia de los arquitectos autores de dicha bodega.

Atelman-Fourcade-Tapia (AFT), jóvenes arquitectos cordobeses, fueron catapultados a la fama después de ganar el concurso para la construcción del Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires, el Malba. Ese concurso tuvo de jurados a Norman Foster y a César Pelli entre otras celebridades. Y desde hace ya una década es un hito de la vanguardia arquitectónica de la Capital Federal.

El Malba es contenedor de la colección de arte contemporáneo especializado en lo latinoamericano -con obras de Frida Kalho, Diego Rivera, León Ferrari, Berni, etc- que fuera formada por el empresario, ex-dueño del Banco Francés, Eduardo Constantini. Después de la millonaria venta del Banco al grupo español Bilbao Vizcaya –BBVA-, Constantini se dedicó a distintos negocios, entre ellos al inmobiliario de alta gama. Y aquí quiso ir a lo “seguro”. A lo que le “gusta a la gente”. Cero riego.  Y les encargó a los jóvenes cordobeses de AFT un edificio de súper lujo pero en “estilo francés”. En plena recuperación y crecimiento de la Argentina, año 2006, el comitente y los autores de, quizás, la más importante obra de la arquitectura argentina se dedicaban a levantar un espantoso edificio decimonómico llamado el “Grand Bourg.”

Buen negocio. Bon apetit…y que les aproveche.

Esto no es nuevo en la arquitectura. A  lo largo de los siglos se han dado circunstancias parecidas a las que nos toca en la actualidad y seguramente nunca saldaremos en verdad la discusión. Sin ir tan lejos como Rafael Iglesia, prestigioso arquitecto y crítico, quien decretó “la muerte” de AFT, me quedo con la inquietud, la reflexión de quien año tras año es considerado por sus colegas el mejor arquitecto argentino, Mario Roberto Alvarez, quien dice “…la gente cuando se compra un auto, quiere el último modelo, cuado va a comprar un celular, quiere el de última generación, pero cuando construye su casa la quiere en estilo francés del siglo XIX o colonial español…e irónicamente remata:  “por qué no son más coherentes y se compran un telégrafo y un sulki que les haga juego”.

Pero bueno, ya dijimos que no es una discusión que vayamos a saldar a corto plazo, simplemente pretendía dejarla planteada.

El estudio AFT no murió después del “Grand Bourg”. Y no sólo que no murió sino que se acaban de reivindicar con, a mi modesto entender, la bodega más bella que se haya construido en los últimos años en nuestra provincia, cosa que no es poco decir. /OG

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