Globo

El pasado mes de marzo, en la finca de los Wiber se realizó la Primera Fiesta del Globo en Chacras, organizada por el comandante Enrique Vaquié Correa, de la Asociación de Globonáutica. Esa noche algunos vecinos pudieron recrear la sensación de volar en globo al ascender y oscilar en la bella nave -pero con el globo cautivo-. Un adelanto de la placentera experiencia de trasladarse mayores distancias.

Los vuelos en coloridos globos aerostáticos constituyen una novedad turística en los últimos años en Mendoza. Similares a los de Borgoña en Francia, Cataluña en España y California en los Estados Unidos son silenciosos viajes de placer, plenos de encanto, paz y perfecta armonía. A su alrededor la sensación de lo desconocido, la imaginación y la fantasía acompañan el singular y novedoso ascenso. No existe un motor a bordo, ni siquiera un timón, solo los poderosos quemadores de propano que impulsan la nave. La dirección queda en manos de la naturaleza exterior, porque el globo es apenas una partícula más de la corriente aérea que lo guía y solo tiene la posibilidad de elevarse o descender por el calentamiento del aire contenido en su velamen.

Preparativos para el vuelo

         Clima ideal

A medida que se pierde en el horizonte el globo avanza sin escalas hasta los 1.000 metros de altura, a un promedio de 5 metros por segundo. Esa es la altura ideal para estos vuelos turísticos y de recogimiento programados en nuestra provincia por la Asociación Argentina de Globonáutica y que se realizan bajo condiciones de máxima seguridad climática. Porque solo se vuela en días sin vientos ni amenazas de frentes de tormentas.

Mendoza es un valle de suaves brisas y límpida atmósfera, de clima estable y predecible durante la mayoría de los días del año. Por su ubicación geográfica y porque está protegida por el gran brazo de la cordillera de Los Andes, y alejada de la influencia marítima que puede producir cambios bruscos en el estado del tiempo, es la zona ideal para el desarrollo de la globonáutica. Como deporte, como paseo, como aventura, como diversión.

            Bellos paisajes

El lugar de salida es optativo, a elección del turista o pasajero. Por lo general desde alguna conocida bodega y durante una hora se sobrevuelan las zonas de los viñedos mendocinos y otros espacios verdes de singular y atractiva belleza. Tras el ascenso la velocidad oscila entre los 20 y los 40 km. horarios, según la corriente de aire que se utiliza. El marco del viaje es siempre imponente, ya que todos los paisajes son tan bellos como atractivos.

         Brindis y oración

A los 1.000 pies de altura – 333 metros – el globo planea algunos minutos y se realiza la ceremonia conocida como El Rito del Rey de los Vinos. Los tres pasajeros permitidos, además del comandante de la nave, se toman de las manos y rezan una corta plegaria como testimonio de agradecimiento por el vuelo que se realiza. Luego brindan con una copa de champagne. La oración del globonauta y el brindis compartido es una vieja costumbre heredada de los primeros vuelos en globo en la Europa de los dos últimos siglos. La tradición indica que el champagne es el más fino de los vinos y que el vuelo aerostático es el más fino y romántico de los vuelos.

         “Globo del Amor”

La Asociación Argentina de Globonáutica es la entidad que reglamenta en Mendoza estos viajes en globo, a un costo de U$S 120 por persona. Fundada el 13 de abril de 1985 tiene su sede, campo de entrenamiento y despegue en la localidad de Corralitos, Guaymallén, a 22 km. hacia el este de la capital mendocina.  Su fundador y activo presidente ha sido durante años el piloto Eduardo Vaqués Correa, director además de la Escuela de Pilotos Jorge Newbery. Tiene el grado de comandante, figura en el Libro de Pilotos Notables de la Federación Aeronáutica Internacional y es el gran precursor de esta actividad por su entusiasmo y empeño permanentes.                    

Vaqués Correa fue el responsable, el 22 de mayo de 1997, del primer casamiento en globo en el mundo, acontecimiento que según cuenta figura en el famoso Libro Guinnes de los Récords. Por su condición de comandante de la nave, a la que entonces se bautizó como el “Globo del Amor”, y en uso de la atribución legal que le confiere la Ley 17.285, unió en matrimonio en pleno vuelo a una joven pareja de periodistas mendocinos: Laura Prudencio y Eduardo Alcaide Charlín.

Por José Félix Suárez