Por Dra. Graciela Jahn*
La pandemia del COVID-19, provocada por el coronavirus SARS-CoV2, además de provocar conmoción mundial, ha generado un esfuerzo sin precedentes de los sistemas científicos y de salud nacional e internacionales para poder conocer el virus, la enfermedad que provoca, y encontrar herramientas eficaces para contrarrestarlo.
La Argentina tiene una tradición centenaria en investigación científica, especialmente en el área de biología y salud, y a pesar de las políticas erráticas y la falta de un apoyo sostenido en el tiempo, sigue contando con un sólido sistema científico en investigación básica y aplicada. Desde la aparición local del primer brote de COVID-19, el sistema liderado por los ministerios de Salud y de Ciencia, Tecnología e Innovación, ha impulsado el apoyo a proyectos relacionados a la pandemia, a través de la creación de la Unidad COVID-19. Gracias a esto y a las asociaciones entre organismos públicos como el CONICET, INTA e instituciones privadas, se han obtenido logros notables en el conocimiento del virus, su tratamiento y el desarrollo de herramientas diagnósticas.
Se presentaron casi 1000 propuestas de investigación y desarrollo para enfrentar la pandemia. Entre las 64 aprobadas figura la de un grupo de investigación local, dirigido por el Dr, Walter Manucha, del IMBECU CONICET y la Facultad de Cs. Médicas de la UNCuyo, para estudiar el rol de la vitamina D en la evolución y tratamiento de la enfermedad. Hay indicios que la deficiencia en ésta vitamina, frecuente en adultos mayores, está asociada a la presentación de síntomas graves. Confirmar estas evidencias y diseñar un tratamiento con vitamina D contribuirá a mejorar el pronóstico y evolución de la enfermedad.
Se han iniciado otros dos estudios clínicos en Argentina, uno nacional y otro internacional para determinar el efectividad de posibles tratamientos. El estudio nacional está dirigido a determinar la efectividad del tratamiento de pacientes graves con plasma inmune obtenido de pacientes curados de COVID-19. Este método fue desarrollado hace décadas en Argentina por el Dr. Julio Maiztegui, para el tratamiento de la enfermedad hemorrágica argentina (mal de los rastrojos), que logró disminuir mucho la mortalidad por administración de transfusiones de plasma inmune de pacientes recuperados. Ya hay resultados que indican que es muy efectivo.
La Argentina también fue seleccionada por la OMS, junto con otros 10 países, para participar en un estudio multinacional, denominado Solidaridad, para estudiar la efectividad de cuatro tratamientos, la hidroxicloroquina, el antiviral remdesivir, dos antivirales antiVIH y la combinación de estos tratamientos con interferón beta, un activador del sistema inmune. Los primeros resultados sugieren que el remdesivir disminuye la carga viral y mejora el pronóstico mientras que la hidroxicloroquina no es efectiva y puede tener efectos secundarios graves.
Además, un consorcio científico conformado por la Universidad Nacional de Salta, el Civetan, la Universidad de Quilmes, el Cemic, el laboratorio Elea Phoenix (que aporta la droga), la Fundación Mundo Sano y el Hospital Garrahan, está ensayando la efectividad de la ivermectina (un antiparasitario de uso veterinario frecuente) para el tratamiento en fase temprana de la infección.
En cuanto al estudio del virus, recientemente el grupo liderado por la investigadora del CONICET Mariana Viegas, del Laboratorio de Virología del Hospital de Niños Dr. Ricardo Gutiérrez logró secuenciar los genomas de 26 tipos de virus aislados de pacientes argentinos. Para que sirve esto? Permite determinar si el virus es capaz de mutar y si estas mutaciones están relacionadas a cambios en la severidad de la enfermedad, o en el grado de contagio. Es muy importante para poder estimar la posible evolución futura de la pandemia (si se va a agravar, si el virus va a pasar a ser uno más de los que provocan las enfermedades respiratorias estacionales, quizás lo más probable).
Recientemente investigadores argentinos desarrollaron dos tests de diagnóstico, serológico y molecular, que permitirán realizar muchos más tests sin depender de la provisión de kits importados, caros y difíciles de conseguir.
El primer desarrollo fue realizado en un tiempo record de 45 días, por investigadores del CONICET, del Laboratorio de Virología Molecular, Fundación Instituto Leloir, liderado por la Dra. Andrea Gamarnik, junto con especialistas de la UNSAM y el Laboratorio Lemos. Es el test serológico COVIDAR IgG, que detecta anticuerpos circulantes dirigidos contra el virus en personas infectadas. Su utilidad fundamental es estimar cuantas personas infectadas hay en una población, hayan o no tenido síntomas, y a los potenciales donantes de suero inmune. Es un test muy sensible, y de bajo costo.
Científicos del CONICET en el ICT Milstein-Fundacion Cassará, liderados por el Dr. Adrián Vojnov desarrollaron el segundo test, NEOKIT-COVID-19, de diagnóstico molecular, que permite identificar rápidamente la presencia del virus en hisopados. Este test, que a diferencia del anterior, reconoce pacientes que están cursando la infección, es rápido, seguro y mucho más barato que los importados usados hasta ahora.
Estos dos tests, además de permitir identificar rápidamente a los infectados para su tratamiento, mejorar el control de los contagios y conocer la situación real de la epidemia en nuestro país, podrán ser exportados y así ser una fuente genuina de divisas para nuestro país, cuando se puedan producir masivamente.
Todo esto es una demostración de la importancia del desarrollo de la ciencia y la tecnología nacional, que no es un gasto ni un lujo, sino un componente fundamental para el desarrollo de nuestro país. Apoyar a la ciencia significa estar preparados para los nuevos desafíos y amenazas que surgen continuamente.
Desde hace décadas los científicos y los epidemiólogos, la propia OMS, vienen previniendo sobre la posibilidad de una pandemia como la actual. NO fueron escuchados. Si lo hubieran sido el mundo hubiera estado mucho mejor preparado para enfrentar al COVID19, los hospitales estarían mejor equipados y estaríamos mucho más cerca de la vacuna, o de los tratamientos efectivos.
*IMBECU CONICET, CCT CONICET. Mendoza
1- La temperatura interior resulta de un equilibrio entre las ganancias de calor y las pérdidas de energía. Cuando las pérdidas aumentan y las ganancias son pocas, la temperatura es mas baja. Por lo tanto, las opciones que tenemos son: abrigarnos pero mantenernos cómodos (nos sentiremos confortables a menor temperatura) y trabajar sobre el edificio para reducir las pérdidas de calor.
2- Las pérdidas de calor en calefacción resultan en un 40 o 50% por infiltración de aire. Estas se producen en las rendijas que quedan entre marco y puertas, marcos y ventanas. Por lo tanto colocar burletes autoadhesivos del tipo de espuma sintética (los más económicos duran uno o dos años), de goma o epdm (duran hasta 10 años) son elementos muy apropiados para mejorar las infiltraciones de aire. La forma de colocarlos aparece en internet.
3- Las pérdidas por las ventanas ocurren a través del vidriado y a través del marco de las mismas. Una manera económica de reducir las pérdidas por el vidriado, es colocar una cortina interior de paño pesado que cubra totalmente marco y vidrio durante las horas nocturnas. Aún cuando por salubridad quisiéramos tener abierta un poco la ventana, la cortina debería estar cerrada para evitar pérdidas de calor adicionales.
4- Colocar persianas de totora por el exterior es una buena práctica porque al cerrarla de noche previene un menor enfriamiento de las ventanas. Esta medida también servirá en verano -durante el día- para evitar la ganancia de calor en la época cálida y mantener la casa más fresca.
5- La ganancia de calor se debe dar por las ventanas, es decir, las ventanas que miran al Norte ganan calor durante todo el día. Las que miran al Este durante la mañana, y las que miran al Oeste durante las tardes. En esas horas deben permitir que ingrese la radiación solar al interior del local.
6- Cuando tenemos una galería se puede prevenir el enfriamiento de la vivienda colocando una cortina enrollable de PVC. Puede ser de polietileno, aunque tiene muy poca duración a los rayos solares. El PVC transparente permite transformar la galería en un invernadero (si es que mira al N, E u O), y su temperatura es intermedia entre el interior y el exterior durante las noches, evitando pérdidas excesivas en locales que están contiguos a ella.
7- Otras soluciones implican un gasto mayor, aunque generan un ahorro también mayor, estas son: colocar aislaciones térmicas en muros, aislaciones térmicas en techos, colocar doble vidrio (DVH) en ventanas, colocar persianas operables en ventanas, colocar sistemas solares pasivos en la envolvente del edificio para permitir ganancia de calor solar con baja inversión y finalmente incorporar sistemas solares activos (como calefones solares para ayudar a la calefacción central) pero por el costo de éstos debería realizarse un estudio para conocer bien los alcances y la efectividad de tal solución. Hay un libro: “Arquitectura Bioclimática y Sustentable” que permite conocer los pormenores y prácticas de incorporar todos estos sistemas pasivos. Para adquirirlo comunicarse con el autor: Alfredo.esteves@um.edu.ar.
8- Otra solución sería cambiar los sistemas de calefacción hacia otros combustibles más económicos. Hasta hace poco el gas natural era lo mas económico. Hoy se debe hacer un estudio si conviene más el gas natural, la electricidad o los combustibles sólidos (que muchas veces pueden provenir de la poda anual, lo que no implica un gasto adicional).
9- En el caso del agua caliente sanitaria, se puede incorporar un calefón solar. Este es muy redituable ya que durante todo el año consume agua caliente y el calefón solar permite cubrir hasta un 80-90% el consumo en este rubro.
10- En el caso de cocción, se puede utilizar cajas térmicas u hornos solares. Solicitar datos al autor.
*Investigador CONICET / Prof. Universidad de Mendoza – Fac. de Arquitectura; e-mail: alfredo.esteves@um.edu.ar
Surge por un convenio entre la Facultad y el Gobierno de Mendoza para realizar tareas de reforestación en Alta Montaña y el Sur provincial.
En las quebradas de Los Potrerillos, La Manga y El Alumbre, ubicadas en el Parque Provincial Cordón del Plata y en campos de Corral de Lorca (General Alvear), sembrarán especies nativas y controlarán las invasivas. El objetivo de la restauración de la flora natural -que incluye las especies Chacay y Maitén- es mitigar aluviones en la parte superior del río Mendoza, lo que implica mejora en la calidad del agua para consumo humano, y el aumento y recuperación de la biodiversidad.
El acuerdo fue firmado a fines de 2019 por autoridades del Ministerio de Planificación e Infraestructura Pública y la decana de Ciencias Agrarias, María Flavia Filippini. La iniciativa surgió desde la cátedra de Dasonomía de la Facultad de Ciencias Agrarias e incluye a docentes y estudiantes de la FCA. Según explicó el ingeniero agrónomo Lucas López, responsable del proyecto y miembro de esa cátedra, “la idea comenzó a tomar forma en 2013 cuando un aluvión arrasó con un sendero interpretativo con especies autóctonas de alta montaña”. Y agregó: “La verdad es que por los incendios y el ganado han quedado muy pocos ejemplares de Chacay en esa zona”.
Además de la siembra de ejemplares de Chacay y Maitén, las tareas incluirán el control y monitoreo de especies invasivas como la Rosa Mosqueta, un arbusto exótico que no es de Mendoza y que está invadiendo e impidiendo el crecimiento de especies autóctonas de alta montaña. La restauración de las cuencas de las quebradas de Los Potrerillos, La Manga y El Alumbre tendrá un presupuesto cercano a los $640 mil y son recursos gubernamentales destinados a bosques nativos.
Restauración de campos incendiados en el sur provincial El Gobierno de Mendoza solicitó también a la UNCuyo la presentación de una propuesta que sirviera para restaurar una zona del sur provincial afectada por incendios. Por esa razón, el acuerdo suscripto entre el Ministerio de Planificación e Infraestructura Pública y la Facultad de Ciencias Agrarias, que está publicado en el Boletín Oficial de la Provincia desde el 11 de febrero de 2020, establece las tareas para las cuencas del Parque Provincial Cordón del Plata mencionadas, y también trabajos de restauración de la flora nativa en campos incendiados de Corral de Lorca (General Alvear).
En este caso se recuperarán bosques de algarrobos y se realizarán pruebas de sistemas de riego para implantar ejemplares nativos en la zona afectada. El objetivo es mejorar además la capacidad productiva de las tierras. Los recursos para esta parte del proyecto alcanzan los $3 millones. La palabra de Lucas López, responsable del proyecto “Ya se han hecho reconocimientos sobre las distintas quebradas y hemos buscado los lugares donde había pequeños bosquecillos que se han ido perdiendo con el tiempo. El aporte que se quiere rescatar son los “servicios ecosistémicos”.
Además de paisaje, la naturaleza brinda cuestiones incuantificables, como aire puro, agua limpia, lugares donde las especies se desarrollan, y eso permite mantener la biodiversidad del ambiente. Básicamente, los fondos se van a destinar a la colecta de semillas, la producción de plantas en vivero, la plantación y el cuidado de las mismas para establecer estos bosquecitos en estas quebradas y el control de una exótica invasora que es la rosa mosqueta. La situación es preocupante no solamente en la cuenca del Río Blanco sino también en Valle de Uco y en muchos otros lugares. Basta con ir a Villavicencio y encontrar faldas enteras de los cerros totalmente ocupadas y quebradas prácticamente a las que no se puede acceder. La rosa mosqueta, al realizar una invasión tan fuerte, está desplazando a todas las demás especies nativas. Afecta a la parte vegetal pero también impacta sobre los animales, las aves y hasta modifica los recursos hídricos.
Entonces el control sobre una especie exótica permite, por un lado, recuperar la flora anterior con sus servicios ecosistémicos y permite tener un mejor control del cuidado del agua. Los procesos de reforestación demoran mucho en dar resultados palpables pero tener continuidad permite abarcar áreas cada vez más grandes y afianzar la escala del impacto”.
Se llama piedemonte a la zona donde nace una montaña, incluyendo la llanura formada al pie de la misma. En Mendoza, se da entre los 800 y 1500 msnm comprendiendo unos 20 km de ancho.
Pablo E. Villagra, Sergio A. Roig y Fidel A. Roig – Investigadores de CONICET y Profesores de la Facultad de Ciencias Agrarias.
Este piedemonte se origina en la Precordillera, una gran unidad orográfica que va desde la provincia de la Rioja hasta el sur del río Mendoza. La erosión ha desgastado estos cerros y acumulado los sedimentos sobre el piedemonte. El agua constituye un importante elemento modelador de sus formas. La precipitación alcanza los 200 mm anuales. Por ello, la vegetación que aquí encontramos es típica de un clima árido, pero aun así conforma un manto vegetal que mitiga los agresivos procesos aluviales.
El piedemonte de Mendoza está caracterizado por comunidades arbustivas o de pequeños árboles conformadas por jarillas, retamo, algarrobos, molles, acompañados de numerosos cactus y herbáceas. Estas plantas pueden habitar estos sitios porque presentan numerosas adaptaciones que le permiten soportar condiciones de extrema aridez y aprovechar el agua de las escasas, infrecuentes y variables lluvias. Entre estas adaptaciones mencionamos la capacidad de exploración de sus raíces, la disminución de la pérdida de agua por la reducción de sus hojas y la formación de cutículas gruesas y cerosas. Además, suelen presentar tallos verdes fotosintetizantes y espinas. Es común encontrar especies con hojas cubiertas de pelos y sales que reflejan el sol y así evitan el aumento desmedido de su temperatura. La importancia de estas comunidades se debe a que mantienen la integridad del suelo ante distintos procesos erosivos, como los producidos por el viento y el agua, y a que sustentan comunidades de otros organismos.
Entre los arbustos, las jarillas son las especies dominantes, dando forma al paisaje y ecosistema. Tres especies de jarilla ocupan el piedemonte. Larrea cuneifolia se encuentra en el piso más bajo, en ambientes más secos. Su flor fue declarada Flor Provincial de Mendoza por Ley Provincial 7618/2006 por ser considerada representativa de Mendoza. Larrea divaricata se encuentra en un piso más alto, en zonas con menos déficit hídrico, y Larrea nítida se encuentra en ambientes más fríos y cercana a cauces de agua.
El piedemonte está surcado por numerosos cauces a la salida de las quebradas que se forman por la erosión del agua. Algunos pocos tienen agua permanente, pero la mayoría son sólo temporales. Es al borde de estos cauces que se forman comunidades, llamadas riparias, formadas por garabatos, chilcas, altepes, arrayanes y hualanes, plantas que aprovechan el agua extra aportada por los cauces y que tienen importancia en la regulación de su caudal y la protección de los mismos cuando se producen aluviones. Por ello, todos los bosques riparios están protegidos por la Ley Provincial de Ordenamiento Territorial de Bosque Nativo (Ley 8195/2010). Lamentablemente, el desarrollo y utilización del piedemonte ha hecho que estos bosques riparios tiendan a desaparecer, por lo que se vuelve prioritario generar medidas para su conservación. Un caso para mencionar es el garabato, un arbolito que cumple un rol importantísimo al evitar la erosión de los cauces, cuya dispersión sur se da en el piedemonte cercano a la ciudad de Mendoza, y es una planta en retroceso para la flora de Mendoza.
Otras plantas características del piedemonte son los diversos cactus que, con sus floraciones, presentan un alto valor paisajístico. Sus adaptaciones morfofisiológicas les permite acumular agua en sus tejidos y utilizarlos durante los períodos de sequía. Hay además numerosas pastos y hierbas que forman el estrato inferior, con alto poder de cobertura del suelo y con valor alimenticio para el ganado y animales silvestres.
Las comunidades arbustivas constituyen un elemento fundamental para el mantenimiento de la biodiversidad animal. Es posible observar diversas especies de mamíferos, como cuises, tucos, vizcachas, maras, piches, peludos, gatos; y numerosas aves, muchas de las cuales han sido cazadas para su comercialización como mascotas. Entre los reptiles encontramos tortugas y numerosas lagartijas. Pero el grupo que presenta la mayor diversidad son los artrópodos, entre los que encontramos abejas nativas, avispas, mariposas, escarabajos y otros tantos. Estas especies son polinizadoras, detritívoras, y cumpliendo otras funciones ecosistémicas. Como ejemplo, algunos estudios muestran que los ambientes naturales alrededor de cultivos proveen numerosas especies controladoras de plagas, reduciendo así la necesidad de substancias químicas para controlarlas.
Como vemos, la diversidad del piedemonte ofrece numerosos beneficios y servicios ambientales, importantes para la calidad de vida de los habitantes del conurbano de Mendoza, como la conservación de suelos, servicios de polinización, control de plagas, fijación de carbono atmosférico, belleza ecosistémica, etc. Quizás el más conocido de estos servicios es el de regulación hídrica y disminución del riesgo aluvional. Numerosos estudios indican que las comunidades vegetales del piedemonte disminuyen el impacto de la lluvia sobre el suelo, aumentan la absorción de agua y regulan la distribución del agua entre los distintos cauces. Por otro lado, la cobertura del suelo permite su fijación y consolidación evitando la erosión hídrica y eólica.
Sin embargo, muchos de estos beneficios han sido alterados por los disturbios ambientales, algunas veces naturales pero muchas veces provocadas por el hombre. Éstos modifican la dinámica de estos ecosistemas, eliminando o modificando la cobertura vegetal y la fauna asociada. El desarrollo inmobiliario y de otras actividades, y los incendios accidentales o intencionales han producido grandes transformaciones del paisaje. En gran parte del área, los arbustales bajos que hoy conocemos son etapas de recuperación de un sustrato vegetal más alto y desarrollado, que hoy es difícil ver. A esto se le suma la invasión de especies exóticas (liebre, perros cimarrones, rosa mosqueta). Todo esto pone en riesgo no solamente la diversidad de especies nativas sino también la seguridad y bienestar de las poblaciones lindantes al piedemonte.
En consecuencia, es imprescindible que los planes de desarrollo en el piedemonte se basen en lo estipulado en la Ley de Ordenamiento Territorial (Ley 8899/17), considerando las prioridades de conservación de la biodiversidad y de los servicios ecosistémicos, como así también la prevención del riesgo aluvional. Por ello, es necesario determinar áreas de conservación, áreas aptas para desarrollo inmobiliario, y el ordenamiento de actividades de recreación y otros posibles usos del territorio. Esta planificación debería incluir también la localización de reservas periurbanas donde se conserven los ecosistemas nativos y se planifiquen actividades recreativas y educativas.
Los registros meteorológicos oficiales de la precipitación en la ciudad de Santiago de Chile indican que las lluvias acumuladas desde comienzo de 2019 alcanzaron hasta el presente solo 82 milímetros. Esto contrasta con los 341 milímetros que deberían haber caído en un año normal. O sea que las lluvias, ya casi finalizando el año, no superaron el 24% de lo esperado.
Por Ricardo Villalba (IANIGLA – CONICET)
De este lado de la Cordillera, la situación no es menos preocupante. Esta primera semana de diciembre el caudal del Río Mendoza fue de 25 m3/seg., solo un 40 % del caudal esperado de 63 m3/seg. Esta situación de escases de agua se repite en las cuencas de los ríos Tunuyán, Diamante y Atuel con caudales a comienzo de Diciembre equivalentes solo al 36%, 29% y 48% de los esperados, respectivamente. Consistente con este escenario generalizado de falta de agua, el caudal pronosticado por el Departamento General de Irrigación (DGI) para los ríos de Mendoza en la temporada 2019-2020 estará por debajo del 65 % de la media histórica, catalogándose como año seco para todas las cuencas hídricas de la provincia.
Con algunas particularidades y pequeñas diferencias en la intensidad de la sequía, la reducción de los caudales en los ríos de las provincias de Mendoza y San Juan forma parte de un proceso sostenido que se inició en el año 2010 y que aún persiste hasta la fecha. Caracterizado por escasas nevadas invernales en la Cordillera de los Andes, este periodo resulta inusual en el contexto de más de 100 años de registros de caudales de nuestros ríos. En otras palabras, no hay antecedentes en Mendoza de haber vivido una sequía persistente de una década de duración como la que estamos viviendo.
Frente a situación climáticas extremas e inusuales, es frecuente escuchar en diversos medios que estos eventos desfavorables son consecuencia del Cambio Climático Global que vivimos en el planeta. Por ello, resulta de interés preguntarse en nuestro caso si los bajos caudales en la provincia de Mendoza están también conectados con el Calentamiento de la Tierra. A principios del siglo XX, cuando el Calentamiento Global parecía no ser un serio problema global, los caudales de nuestros ríos ya eran, y como muy probablemente lo fueron siempre, enormemente variables. Así, mientras en el año 1924 los caudales no alcanzaron a la mitad de los espero (49.7%), cinco años antes en 1919, fueron más del doble (241. 0%) del caudal medio. Esta enorme variabilidad en los caudales de los ríos está asociada a la particular geografía de nuestra provincia. Mendoza está ubicada a lo largo de la diagonal de desiertos andinos que van desde el sur de Perú hasta la costa Atlántica en la Patagonia. Por ello, podemos decir que no es la primera vez que Mendoza vive un año seco, efectivamente ocurrieron varios. Pero sin duda podemos afirmar que es la primera vez que se registra una sequía severa de 10 años de extensión. Por ello, los científicos creen que la situación actual de escases hídrica en el oeste argentino deviene de una combinación de situaciones naturales asociadas al clima árido de la región y su enorme variabilidad, pero en el que comienza a sentirse o visualizarse una señal de Calentamiento Global.
Bajo este escenario, nos preguntamos: ¿Cómo evolucionará la oferta hídrica en Mendoza en las próximas décadas? Seguramente, las dos componentes del clima, la natural y la antrópica (o debida a la actividad humana) seguirán actuando, la primera asociada a la enorme variabilidad climática de las zonas áridas como en nuestra provincia, y la segunda relacionada al aumentando en la ocurrencia de años secos por influencia humana, sequías que algunas veces vendrán concatenadas durante varios años creando largos periodos secos como el que estamos viviendo. En otras palabras, la prolongada sequía que experimentamos podría ser considerada como una manifestación temprana de los efectos desfavorables del Cambio Climático en Mendoza.
Todos los indicadores apuntan a señalar que el agua que baja de la cordillera, el motor de la economía regional que da vida a los oasis cuyanos, va a disminuir con el tiempo. Esta disminución no será de un año para otro, ya que como dijimos, la nieve en cordillera es muy variable de un invierno al otro, pero gradualmente se irán incrementado las sequías a medida que las emisiones de gases de tipo invernadero por la acción humana continúen aumentando. Cuanto más rápido aumenten las emisiones, es muy probable que las sequías intensas y extensas se manifiesten más temprano.
Frente a este desafío ambiental, los mendocinos debemos cuidadosos en el uso del agua, en la casa, en el jardín, en el barrio, en la escuela. Pero además tenemos que contribuir a reducir las emisiones de gases de tipo invernadero que aumentan la temperatura del Planeta e intensifican la desertización de nuestra cordillera. Usemos más la bicicleta, el transporte público, los equipos que hacen un uso eficiente de la energía, reduzcamos el consumo innecesario. Todas estas acciones, individuales o en grupos, ayudarán a reducir el calentamiento del planeta, y con ello volver a recuperar las nevadas en la cordillera, y en consecuencia el agua tan apreciada que baja de nuestras montañas.
No son exagerados los constantes recordatorios vinculados a la problemática del agua en Mendoza, para tomar conciencia como ciudadanos de la escasez que sufre la provincia.
Por Andrea Mas
El último informe del Servicio Mundial de Monitoreo de Glaciares indica que las tasas actuales de adelgazamiento de los glaciares a nivel global no tienen precedentes en el último siglo. Tanto es así que por ejemplo, entre los años 2000 y 2018 los grandes glaciares de la Patagonia -como Viedma, Upsala, Perito Moreno-, perdieron un promedio de 70 cm. de espesor de hielo por año, totalizando un adelgazamiento de casi 14 metros. En esa región del sur del país, el retroceso de los glaciares es impulsado en gran parte por el aumento de las temperaturas durante las últimas décadas.
En el caso de Mendoza, el proceso de calentamiento reciente estuvo acompañado por una disminución marcada de la nieve que se acumula en invierno en la Cordillera, lo que ha originado una sequía de magnitud y duración sin antecedentes en el registro histórico. Los impactos de esta sequía, que comenzó en 2010 y se mantiene hasta la actualidad, han sido tan prolongados y evidentes que dieron origen a la llamada “Crisis Hídrica”, que aún transitamos.
En los Andes Centrales de Chile, este largo período de escasez de nieve fue bautizado con el nombre de “Megasequía”, explica Mariano Masiokas, investigador del Instituto Argentino de Nivología, Glaciología y Ciencias ambientales (IANIGLA) dependiente del CONICET Mendoza.
Un estudio detallado -recientemente publicado en una importante revista científica-, indica que desde el año 2009 el caudal del Río Mendoza ha disminuido casi un 30% con respecto a los valores de la década anterior. También se observa que durante este período de sequía, los glaciares de la cuenca del Río perdieron en promedio unos 2,5 metros de hielo, ayudando a mitigar -en parte- la falta de nieve que sufre la región. Cálculos simples indican que el derretimiento del hielo de los glaciares aportó en forma global un volumen cercano al 8% del caudal del Río durante todo este período seco.
Si se toman en consideración los estudios de proyecciones climáticas que indican que las condiciones de sequía se agudizarán en esta región de los Andes en el futuro, es muy probable que los glaciares de Mendoza continúen perdiendo hielo en décadas venideras. La pérdida de volumen de los glaciares reduce su importancia hidrológica y su capacidad de aportar agua a los ríos de montaña, haciendo más vulnerables a los ecosistemas y sociedades que dependen de ellos. Estos escenarios complejos implican grandes desafíos para el manejo de los escasos recursos hídricos disponibles, en un contexto de creciente demanda de la sociedad sobre dichos recursos.
Sabiendo que Mendoza depende casi completamente del agua que baja de la Cordillera para su desarrollo y subsistencia, es importante que se conozca la situación actual de la nieve, glaciares y ríos andinos, y que la población aprenda a cuidar y a usar el agua en forma racional en todas sus actividades, expresa el investigador Mariano Masiokas.
Cambio en los glaciares
Los glaciares ocupan más de 31 mil kilómetros cuadrados de hielo a lo largo de toda la Cordillera de los Andes -desde Venezuela hasta Tierra del Fuego-: en algunas regiones áridas son fuente de agua a las ciudades y en otras repercuten en el aumento del nivel del mar. Además son uno de los mejores indicadores del cambio climático. Las elocuentes transformaciones en el volumen de los glaciares, que denotan cómo cambia el clima, fueron estudiadas recientemente por un grupo internacional de científicos, entre los que participaron tres investigadores del CONICET (Lucas Ruiz, Pierre Pitte y Mariano Masiokas), que pudieron acceder y comparar por primera vez imágenes satelitales de toda la Cordillera de los Andes tomadas entre el 2000 y el 2018. El trabajo acaba de publicarse en la revista Nature Geoscience.
“El problema es que si los glaciares se siguen achicando, en el futuro no tendremos esa ‘caja de ahorro’ desde donde sacar agua, que son los glaciares”, manifiesta Ruiz. “Tener esta información a lo largo de la Cordillera nos permitirá calibrar mejor los modelos que usamos nosotros para ver cómo serán los glaciares en el futuro y así hacer mejores pronósticos a largo plazo. Nuestra incertidumbre sobre qué va a pasar con los glaciares en el futuro va a disminuir, gracias a este trabajo”, asegura este investigador sobre el impacto de este paper en el artículo realizado por Cintia Kemelmajer, de la Dirección de Relaciones Institucionales del CONICET.
En la actualidad, la humanidad se enfrenta a una serie de cambios en la dinámica de la vida debido al avance tecnológico que permite, por ejemplo, que vivamos más.
Por Dra. Myriam R. Laconi*
De modo que las pirámides poblacionales van mutando y esto demanda cambios para adaptarse a las nuevas necesidades socioeconómicas de una población con más adultos mayores y menos niños, tanto en salud como en infraestructura. El cambio climático global, por otro lado, nos pone como gran desafío modificar hábitos para preservar la vida y cuidar de nuestro entorno para sobrevivir.
Otros cambios tienen que ver con las decisiones de vida que llevan a las personas a que decidan reproducirse menos y a edad más avanzada, lo que demanda estrategias como el congelamiento de gametos, el alquiler de vientres, las técnicas de reproducción asistida novedosas. Ya hay países con una tasa de fertilidad negativa, de modo que esto cambia radicalmente el foco de los desarrollos tecnológicos en biología reproductiva en pos de evitar la desaparición de la especie humana. Al mismo tiempo, hay otros lugares en los que los niños crecen en condiciones muy adversas.
La ciencia ha logrado mejorar y hacer más eficientes las fuentes de alimentos (ganadería y agricultura), trabajar en producción sostenible y hasta generar alimentos transgénicos que le hacen frente a las plagas. Finalmente existen desarrollos en ciencias biomédicas que nos permiten modificar el material genético para curar, evitar ciertas enfermedades o simplemente generar “niños de diseño perfectos”. Estos avances, por ejemplo, la técnica de edición genética CRISPR, ha sido recientemente utilizada en forma imprudente para crear gemelas resistentes al SIDA.
Frente a este escenario de rápidos avances científicos y tecnológicos, la bioética crea un marco de reflexión y prudencia para proteger a la naturaleza y a los seres humanos y generar un puente entre las necesidades y derechos de los seres vivos y los desarrollos científicos y tecnológicos. La bioética genera un marco de discusión, debate y búsqueda de consenso para intentar balancear costos y beneficios de cada desarrollo, cuidar el ambiente y los seres vivos que en él habitan.
Preguntas como “¿es éticamente válido todo lo que es técnicamente posible?”, se la vienen haciendo los bioeticistas desde hace tiempo. Nos preguntamos si modificar genéticamente embriones humanos es éticamente válido o cuál es el fin último de estas técnicas. ¿Se conoce el alcance de alterar genéticamente una porción de un gen? ¿Está esta técnica lo suficientemente probada en modelos experimentales como para ponerla ya en práctica en seres humanos? ¿Es segura y eficaz?
Estas y muchas preguntas surgen a diario frente a muchos desarrollos relacionados con promesas de mejoras en la calidad de vida, pero a las que subyacen muchas otras dudas serias sobre sus beneficios o riesgos reales. Me pregunto, ¿será que nos acercamos a la era en que los seres humanos decidan elegir el color de ojos, piel, cabellos y demás rasgos físicos de sus hijos en un catálogo? ¿Cómo afectarían estas decisiones la variabilidad de la especie humana? ¿Ganamos en niños perfectos y resistentes a ciertas enfermedades y qué perdemos en esta carrera?
Se las dejo picando….
*Investigadora Científica IMBECU-CONICET
Marcos Bruno (23), un destacado estudiante de ingeniería mecatrónica de la Universidad Nacional de Cuyo viajará a fin de mes a Grand Forks, en Dakota del Norte (EEUU), para participar de una experiencia de simulación espacial en la “Inflatable Lunar and Mars Habitat” (Hábitat inflable lunar y de Marte), proyecto realizado por el Human Spaceflight Laboratory en la Universidad local.
Nota: Diario Los Andes: Ir a artículo completo: https://www.losandes.com.ar/article/view?slug=mendocino-participara-durante-dos-semanas-de-simulacion-marciana
El joven, que reconoció estar muy emocionado por esta próxima aventura, ya fue noticia en 2015, cuando diseñó en la Nasa un robot apto para funcionar en Marte y luego, por ofrecer microscopios educativos, traídos desde la universidad de Stanford (EEUU) por un dólar.
En esta expedición, de características muy particulares, el estudiante mendocino estará acompañado por otros jóvenes estudiantes: Atila Meszaros, de Perú; David Mateus, que viaja desde Colombia y Danton Bazaldua de México. Desde su formación académica, cada uno de ellos cumplirá una función específica y esa será su tarea durante dos semanas.
“Serán dos semanas de total inmersión en las que realizaremos experimentos tanto para la universidad como para la Nasa, y que nos ayudarán a entender un poco mejor las futuras misiones que llevarán a los primeros humanos a otros mundos”, contó Bruno a Los Andes.
“Vamos a comer, dormir y convivir durante dos semanas y a realizar todo tipo de actividades, sin contacto con el exterior más que por los métodos que utiliza la Nasa”, explicó el joven estudiante mendocino y señaló que deberá olvidarse de su celular durante este tiempo. “Las comunicaciones serán las de una misión real, con servicios limitados”, detalló y agregó que previo al viaje tuvo que hacerse diversos estudios médicos para controlar su salud.
Por Mariano Cony, ingeniero agrónomo (IADIZA-CONICET – Fundación CRICYT)
La poco reconocida basura
En los últimos 20 años, el tratamiento de la basura urbana ha sido un tema muy importante de preocupación de las sociedades modernas. En nuestro país, y en particular en nuestra provincia, sigue siendo un tema candente, que todavía no alcanza un tratamiento que derive en una solución sustentable. Problemas de índole social, técnico y económico impiden que estas soluciones se logren. La falta de utilización de eficientes métodos de reciclaje, los costos económicos de la aplicación de estos métodos y la falta de reconocimiento por parte de las poblaciones en general del valor que tiene para una sociedad contar con urbanizaciones “limpias”, han impedido que el tratamiento “sustentable” de la basura generada avance en nuestra provincia.
Vaya como ejemplo: Usted vecina/o de Chacras de Coria, sabiendo que los recursos económicos que maneja un municipio son “finitos”, ¿a qué le daría prioridad: a que sus calles fueras asfaltadas o mantenidas cotidianamente en buenas condiciones o a elaborar y ejecutar un buen plan de reciclaje de toda la basura generada -por supuesto, hay que considerar la disminución de su generación- en su localidad? Recuerde, los recursos económicos tienen límites y muchas veces, hay que priorizar.
La mal llamada “basura orgánica”
Cáscaras de frutas, restos de café, los fideos del mediodía, los tomates que se pudrieron, etc., constituyen parte de uno de los componentes más importantes de nuestro ecosistema: ¡la materia orgánica! Para muchos -y no se equivocan- la materia orgánica representa la vida. Todos los organismos “vivos” están constituidos por materia orgánica. Su cuerpo, vecina/o está constituido en una muy importante proporción por materia orgánica.
Desde el punto de vista químico la materia orgánica es rica en los elementos Carbono (C), Hidrógeno (H) y Oxígeno (O), acompañados en muchos casos por Nitrógeno (N), Azufre (S) y otros elementos, llamados inorgánicos, en menores concentraciones. Cuando Ud. escucha hablar a los nutricionistas de la correcta ingesta de proteínas, aminoácidos, hidratos de carbono, etc., están hablando de la materia orgánica.
Esta resulta un recurso vital para la fertilidad de los suelos agrícolas o de su jardín. En Mendoza, dadas sus características climáticas y del origen de sus suelos, es, naturalmente, ¡muy escasa!
Por lo tanto, si en los suelos de nuestra provincia es escasa y es un recurso fundamental para su fertilidad, ¿tiene lógica desperdiciar o enterrar -a veces, ni siquiera esto- la mal llamada “basura orgánica”? La respuesta está dada en la lógica económico-social imperante: recuperarla o reciclarla tiene costos que la sociedad mendocina, todavía, no está dispuesta a asumir.
Recuperación o reciclaje de los recursos orgánicos de la basura
Muchos autores han denominado a la mal llamada basura orgánica, “recursos orgánicos”.
La recuperación o reciclaje de esos “recursos orgánicos” se denomina compostaje.
En Mendoza, se usan dos métodos o tecnologías de compostaje: el compostaje tradicional, bajo condiciones aeróbicas -el más utilizado- o anaeróbicas, y el vermicompostaje, más conocido como lombricultura.
Compostaje tradicional vs. “lombricultura”
El compostaje tradicional consiste en la acumulación de materia orgánica, comúnmente en pilas o montones, y el mantenimiento de condiciones adecuadas de temperatura que alcanzan los 65° C; humedad, 60% y la presencia de oxígeno de acuerdo a que se trate de descomposiciones aeróbicas o anaeróbicas, que permiten que actúen los microorganismos presentes o incorporados ex profeso, causantes de la descomposición.
El vermicompostaje o lombricultura consiste en la alimentación de lombrices con materia orgánica semidescompuesta, cuyo proceso de descomposición es terminado en el aparato digestivo de la lombriz. Una parte de esta es utilizada por las lombrices para su desarrollo y la otra depositada en forma de fecas en los lugares de crianza.
La diferencia fundamental entre el compostaje tradicional y el vermicompostaje radica en los microorganismos que actúan en la descomposición de la materia orgánica.
En el primero actúan microorganismos termófilos, porque en la fase inicial del proceso de descomposición se alcanzan altas temperaturas de 65° C. En el segundo, se trata de microorganismos mesófilos, ya que se mantienen valores inferiores a los 35°C, mediante la alimentación de las lombrices en capas inferiores a los 40 centímetros y el riego de las mismas, que impiden la elevación de la temperatura.
Mientras en el primer caso al producto obtenido se lo llama compost, en el segundo se lo conoce como humus de lombriz, lombricompuesto o vermicompost.
Una mejor utilización de la materia orgánica
Evidencia científica publicada en los últimos años en diferentes partes del mundo demuestra las enormes bondades de la utilización de los compost y lombricompuestos.
Lo que destacan los trabajos científicos con más vehemencia es la mayor actividad microbiana de los lombricompuestos y su efecto benéfico para los vegetales.
Si se comparan los procesos de obtención de compost y humus de lombriz, a igualdad de residuo orgánico transformado, se puede destacar que el vermicompostaje presenta un menor consumo de mano de obra o maquinaria que el compostaje tradicional y una mayor velocidad de descomposición y estabilización de la materia orgánica que redunda en un menor tiempo de obtención del abono.
Los bajos tenores de materia orgánica que presentan los suelos de Mendoza, consecuencia de las condiciones ecológicas existentes, hacen prever que la aplicación de abonos orgánicos continuará siendo una labor común en la agricultura provincial y en nuestros espacios verdes.
La pregunta es: ¿cuándo nos terminaremos de concientizar sobre las ventajas, no sólo ambientales sino también económicas, del reciclaje de nuestros residuos – recursos orgánicos?