Al oeste de Chacras se abre un mundo natural que disfrutan deportistas y amantes de la naturaleza mendocina. Los puesteros mantienen la tradición de criar animales, la vida de campo a pocos minutos de la zona urbana. Cabalgatas y turismo rural.
Por Francisco Guerrero
Desde los cerros más altos del piedemonte se observa Chacras, la refinería, el río Mendoza y otros hitos de Luján. A casi 2.000 msnm, la vista combina paisaje natural y urbano. Allí, a unos 15 km al oeste de la Ruta 82, la vida de campo gana terreno y un puñado de puestos de animales sirven de punto de referencia de este sector precordillerano ambientalmente protegido.
Los más cercanos están a poco menos de dos kilómetros de la ex Panamericana que está en remodelación. El puesto Leiva es el que está casi pegado a Chacras, al oeste de la cancha de fútbol. La familia Leiva mantiene la tradición de la crianza de animales y comercialización de guano y otras tareas camperas.
Por calle Los Pozos, a menos de 3.000 metros se encuentra el Puesto Los Pozos, un sitio que se mantiene como referencia para la mayoría de los deportistas (ciclistas y corredores) que transitan por los senderos. El lugar cuenta con instalaciones para reuniones y festejos, además se ofrecen comidas tradicionales. Un poco más al oeste se ubica Don César Funes, que tiene su puesto junto al club de aeromodelismo. Una de sus principales actividades es la organización de cabalgatas pedemontanas. Es que el turismo rural también se mantiene y se desarrolla por estos sitios, pero a menor escala que el que está asociado a los viñedos, bodegas y vinos.
Y al final de la larga calle de acceso, ubicada sobre una extensa propiedad privada, se puede llegar hasta la tranquera de la Estancia El Peral, otro lugar histórico dedicado a la crianza de animales. “Nosotros nos dedicamos solamente a la crianza de animales, cabras especialmente”, explican Ianina y Carlos, puesteros de El Peral.
Yendo hacia el suroeste lujanino, entre los distritos Vertientes del Pedemonte y Las Compuertas hay dos puestos más. Luego de transitar unos 6 km por el camino de la Unión, se termina el asfalto y hay que seguir otro tanto hacia el oeste por la tierra. A unos 6 km más está el último emprendimiento residencial de la zona: Los Cóndores. Continuando el ascenso entre piedras y tierra se accede a los dos últimos puestos, siempre y cuando la tranquera esté abierta. “Toda la vida hemos vivido por estos lugares y criamos animales para consumo propio y por tradición”, comenta Adrián Cervi, que está a cargo del puesto El Manzano. Y agrega: “Antes no teníamos tranquera, los robos no eran comunes, pero ahora tenemos que tomar nuestros recaudos porque hasta aquí hay gente que viene a hacer daño. Hace un tiempo, dejamos abierta la tranquera y nos llevaron dos monturas”. Mientras descarga unos fardos de pasto para sus animales, Adrián explica que el trabajo es el mismo de siempre y las necesidades también, reclama la mejora de los accesos y mantenimiento de los caminos. “Estos últimos años tenemos más visitas, hacemos cabalgatas todo el año”, asegura y comenta que también vienen muchos ciclistas por aquí. “Es un deporte que está muy difundido, no son todos iguales, pero muchos vienen por acá y ni nos saludan, después de todo hasta nos deberían agradecer por dejarlos pasar por este campo que es privado”, se lamenta el paisano que mantiene la costumbre de saludar a todo aquel que encuentra en el camino. Cervi tiene vacas, cabras y es representante de los puesteros y ganaderos de la zona norte a nivel provincial.
Junto a los cerros más altos, quinientos metros más arriba está el puesto El Durazno. Osvaldo, hermano de Adrián es el puestero. “Recién llegamos de una cabalgata, por aquí vienen muchos gringos, andar a caballo por los cerros es parte del paquete turístico”, explica y añade que la jornada se completa con asado y luego los visitantes siguen su recorrido por las bodegas. “La cabalgata tiene un costo que puede resultar alto para los bolsillos locales, debido a que el mantenimiento de los animales también tiene un alto costo, especialmente el alimento”, indica Osvaldo, que además de caballos tiene vacas y cabras.
El paseo a caballo comprende diversas zonas por senderos, ríos secos hasta caminos de cornisa por los cerros precordilleranos. Hay una travesía que se extiende hasta la margen norte de Potrerillos, pero requiere de más horas y se organiza en otra época del año. Es que ahora el frío limita las actividades, pero no las detiene. Osvaldo acota que deben cuidar los animales. Cuenta que los caballos deben mantenerse en los corrales porque se escapan y recorren varios kilómetros. Además, deben resguardarlos de los pumas, naturales depredadores de guanacos.
Si bien excede la categoría de puesto, un párrafo aparte merece la estancia La Crucesita, que se encuentra más al oeste, en plena precordillera, data de la época colonial y fue un importante asentamiento jesuita.
Hacia el norte hay otros puestos, pero están en el oeste de Godoy Cruz. Entre ellos, La Cieneguita, Las Trancas y El Damasco. Este último tiene una importante actividad turística. Allí se llega por la calle Segundo Sombra.