Sabes que querés lograr algo, lo visualizas, prevés el éxito y, de repente, ¿te asustas y te decís que no vas a ser capaz. ¿Nos asusta convertirnos en aquello que imaginamos para nosotros? El no sentirnos capaces de “dar el gran salto” conduce al miedo al éxito.
Por Lic. Cecilia Ortiz*
“Cada vez que voy a lograr un ascenso en mi trabajo, siento un miedo terrible. Muchas veces me descubro autoboicoteándome, dando excusas para no asumir el riesgo. Lo paradójico es que justamente eso es lo que quiero, ir escalando hasta llegar a las “ligas mayores”. Te diría que es como una trampa que me hago, sueño con grandeza y me da miedo llegar ahí”. Muchas personas podrían sentirse representadas por este testimonio que, a las luces de las terapias psicológicas, no resulta para nada extraño.
La negación de las propias capacidades para desarrollar nuestro potencial encierra miedo y ansiedad, emociones que inhiben nuestras conductas exploratorias y, entonces, nos paralizan, es así que empezamos a posponer acciones o llevarlas a cabo, pero en una vía contraria a nuestros sueños.
El conocido psicólogo Abraham Maslow fue el creador de una de las teorías más importantes sobre la motivación. Su idea principal consiste en que todos nacemos con un deseo innato de autorrealización que nos conduce a fijarnos metas y buscar perseguirlas, siempre y cuando el ambiente sea propicio.
Fue el mismísimo Maslow quien acuñó el término “complejo de Jonás” para referirse a aquellas personas que experimentan miedo a lograr su grandeza, su autorrealización. El gran problema es que la mayoría de las veces este temor no es palpable o consciente. Entonces, se encuentran actuando en contra de sus deseos o paralizándose, postergando cualquier inicio de acción, sobre la base de emociones como frustración, enojo, culpa, desilusión, etc.
Jonás fue un personaje bíblico. Cuenta la historia que era comerciante y que se resistió al llamado de Dios para cumplir con una misión importante porque pensó que no estaba capacitado para ello. Dios le envió una ballena que se lo tragó tres días y tres noches. Después de ese lapso, la ballena lo vomitó y Jonás aceptó su destino.
En nuestra realidad no es la ballena quien nos traga, sino la frustración, y, por lo general, suele durar más de tres días y tres noches.
Así, quienes padecen este complejo temen lograr sus máximas posibilidades porque desconfían de sus capacidades al anidar creencias acerca de que “no soy lo suficientemente bueno”, “no voy a poder con esto”, “no sé si estoy preparado”, “soy inútil” y tantas otras.
La consecuencia es evitar y huir de las aspiraciones. Las conductas en la línea del autoboicot no se hacen esperar y las personas se ponen trabas a sí mismas. Comienza a dibujarse un círculo del cual, a veces, es difícil salir.
¿Cómo nos damos cuenta de que podemos padecer este síndrome?
- Pretendemos ser perfectos en todo lo que hacemos. La posibilidad de fallar asusta
- Sentimos culpa cuando logramos algo importante para nosotros
- Posponemos metas para evitar conflictos
- Creemos que no merecemos tener éxito
- Pensamos que no estamos preparados para hacerle frente al éxito
- Pensamos que no vamos a poder sostenerlo
- Creemos que si lo alcanzamos, algo va a pasar y lo vamos a perder
- No queremos exponernos a problemas futuros
Estas creencias no son realistas y están arraigadas a mandatos que nos inculcaron. Les adscribimos realidad cuando no las criticamos y nos guiamos de acuerdo a sus estamentos.
¿Cómo podemos sobreponernos a Jonas?
- Responsabilizarnos. Todos tenemos la capacidad de alcanzar nuestras metas, eso sí, implica un trabajo. Nada “nos cae del cielo”
- Cambiar el discurso negativo por uno más realista, así, se pasa del “no voy a poder” al “lo voy a intentar”
- Permitirse cometer errores. Todos aprendimos a caminar cayéndonos, si no, no hubiéramos aprendido a explorar el espacio, a colocar las extremidades a modo de defensa, etc. Los errores ayudan a corregir posturas para poder seguir
- Procurar enfrentar los miedos, no huir de ellos
Lo cierto es que alcanzar metas activa zonas del cerebro que se automotivan para continuar creciendo. Plantearse objetivos y luchar para lograrlos es propio del ser humano, porque somos territoriales. La educación, sostenida por la cultura y la sociedad, influye para que tomemos valor o no.
*Neuropsicóloga / Mgter. en Neuroiencias / licceciortizm@gmail.com