EL LADO OCULTO
Era otoño de mil novecientos ochenta y dos.
Una potencia y un grupo de uniformados
Se disputaron con armas varias islas lejanas,
Las serenas isla ardieron.
Una vez que el fuego se apagó, sonó el teléfono.
- ¡Hijo, estás vivo! ¡Gracias a Dios!
- Estoy vivo madre, pero no estoy solo.
Juan no tiene donde ir; perdió las piernas en las islas.
- Pero hijo. No podemos hacernos cargo de esa desgracia.
El soldado mutilado cortó.
Mi madre tiene razón, pensó.
Y una bala en la sien
Terminó con lo que quedaba de ese cuerpo.