“-Menos mal que Brasil no nos derrotó en la eliminatoria del Mundial, si no teníamos que ir mañana al Obelisco a festejar nuestro triunfo” (un histórico peronista, la noche del martes 16 de noviembre pasado)
Por: Dr. Alberto Montbrun
alberto.montbrun@gmail.com
¡Un mes pasó ya desde la elección! Deseo ser cauto. Siempre he pensado que cuando el colectivo social se expresa en las urnas, los analistas deben llamarse a la reflexión serena y desapasionada del sentido del voto. Me animo apenas a tirar algunos apuntes sobre varios temas.
El gobierno, a través de sus líderes, dijo que había ganado y hasta organizó un gran festejo. No reconoció la derrota. En la oposición todo era alegría en muchas provincias y una sensación… ¿cómo decirlo? de cierta frustración en CABA y provincia de Buenos Aires donde esperaban mejores resultados. ¿La realidad? Juntos por el Cambio ganó en 15 provincias. Por primera vez en democracia el justicialismo deja de controlar automáticamente el Senado Nacional al perder el quórum. El resultado final oficial fue de 9.876.123 para la oposición y 7.962.347 para el gobierno, que sacó cinco millones de votos menos que en 2019.
Axel Kicillof recibió, entre las PASO y la elección general, 4.600 millones de pesos en Aportes del Tesoro Nacional. También se beneficiaron todas las provincias gobernadas por el PJ y la Jujuy del “amigo radical” Morales. Córdoba, CABA, Mendoza y Corrientes no recibieron un centavo. El total de ATN entre las PASO y las elecciones fue de 14.867 millones. ¡Bueno, en plena bonanza económica no es tanto!
Patricia Bullrich se quedó con gusto amargo por no ser candidata en CABA y ceder ese lugar a Mariú Vidal, que, en una maniobra deplorable, dejó de ser “orgullosamente bonaerense” para volverse a la Ciudad. Rápida para cobrar deudas Patricia declaró que “-salvo en CABA que esperábamos el 50% de los votos y sacamos menos y perdimos tres diputados, en el resto del país nos fue muy bien”. Palito para “les amigues”.
Cuando el papá le creó a Máximo La Cámpora los líderes de ese espacio eran muchachitos que jugaban a ser transgresores y los Sex Pistols de la política. Ahora son cuarentones multimillonarios y uno supone que ya las panzas y las peladas no les dan para chiquilinadas pero lo volvieron a hacer. En el acto de la CGT del 17 de noviembre esperaron que el presidente Fernández terminara de hablar y se fuera para recién entrar a la plaza, todo un gesto. Sería bueno que, más allá de matarse de la risa con esas picardías –observe las fotos estimada lectora o lector– atinen un poco y recuerden que tenemos algunos “problemitas” como el desempleo, la pobreza, la inflación, la delincuencia, la caída de reservas, la pérdida de mercados internacionales y reservas por los cepos, etc. y se pongan las pilas para ver cómo los podemos empezar a encauzar con seriedad.
En una actitud inédita y solo factible en un país bananero, el Tribunal Oral Federal 5 sobreseyó ¡sin juicio oral! a Cristina, sus hijos y otros acusados en la causa Los Sauces y Hotesur. La ex está procesada por lavado de dinero y el amontonamiento de pruebas en su contra es significativo. Esto generó un natural repudio de una parte importante de la sociedad, pues lo que se espera es un juicio oral, público, transparente y cristalino donde las partes presenten sus argumentos, acusaciones, pruebas, alegatos y defensas. La decisión está apelada ahora ante Casación Penal y queda aún la instancia de la Corte Suprema para decidir si se hace el juicio o no. Mientras, el Procurador del Tesoro, Carlos Zannini comparó “el sufrimiento y la persecución” a Cristina con el de Jesucristo (sic).
Pruebas internacionales mostraron resultados lamentables en materia educativa. El gobierno nacional le echó la culpa a Macri por la “desinversión en el área” olvidando dos detalles: 1) la Nación no tiene escuelas primarias ni secundarias; 2) entre 2016 y 2020 gracias al Pacto Fiscal de 2016 las provincias terminaron recuperando el 15% de coparticipación regalada a la Nación en los años de Menem. El ministro debería saber que la responsabilidad de la educación es de cada provincia y que éstas recibieron, entre 2016 y 2020, más dinero de la Nación que nunca desde 1992.
Última, la Unión Cívica Radical, ni bien terminó la elección, volvió a su antigua y tradicional pasión: las peleas de egos, el internismo exacerbado y las divisiones. Raro que hasta Martín Losteau –que se afilió hace apenas un par de años– haya entrado tan rápido en la misma lógica.
La duda cruel que me queda es: ¿habrán entendido nuestros líderes el mensaje de las urnas? No estoy seguro.