Diciembre es la última hoja del calendario por alguna necesidad humana de ‘ordenar’ el tiempo en su perpetuo devenir. Los meses son como el índice de un libro ordenado por capítulos. Podríamos, entonces, decir que este mes el último capítulo de este año y de alguna manera su epílogo.
Como nuestra memoria es necesariamente frágil no podemos recordar las 365 hojas de este libro. Sólo algunos sucesos que han deja huellas profundas en cada uno de nosotros. La pandemia del COVID es, sin dudas, un suceso (que aún continúa) que está dejando su sello indeleble en cada uno de nosotros.
Es imposible, hoy, precisar con exactitud la magnitud de las secuelas y consecuencias que provocará esta pandemia.
El comienzo fue como un film de ciencia ficción en el cual nosotros fuimos sus improvisados protagonistas. No teníamos el libreto y el argumento lo iban escribiendo día a día ignorantes directores de cine…
El encierro permanentemente renovado nos obligó a una reclusión para la cual ninguno estaba preparado. La TV era el vínculo obligado con el mundo exterior. En ella el 90% de su tiempo estaba dedicado al COVID. Algunos médicos nos enseñaron a lavarnos las manos durante el tiempo que duraba la canción del ‘feliz cumpleaños’. Vimos millares de personas aplaudiendo al unísono a los médicos. Nos mostraron cómo el planeta recuperaba algo de paz prescindiendo del accionar humano: animales caminando por ‘nuestras’ calles gozando de una absoluta libertad a nosotros negada.
Algunos se preguntaban si de ésta saldríamos mejores personas, suponiendo que el obligado encierro fuera como un hermoso retiro espiritual que nos haría reflexionar sobre nuestras mezquindades, nuestros egoísmos y todas las miserias que arrastramos habitualmente. Pues parece que no.
El COVID cambió al mundo. Pero además de ponerlo en pausa, también provocó nefastas consecuencias sobre el medio ambiente.
De acuerdo con los cálculos que realizó un grupo de científicos de Estados y Unidos y de China, la pandemia generó unos 8,4 millones de toneladas extra de desperdicios de plástico: elementos de protección (mascarillas, guantes, y protectores faciales) y compras online. De éstos, más de 25.000 toneladas fueron transportadas a los océanos y se acumulan en las playas y sedimentos costeros. Según una estimación divulgada en Popular Science, alrededor de 1.560 millones de tapabocas ingresaron a los mares en 2020. Todos estos deshechos representan una seria amenaza para los animales marinos.
Hoy, las vacunas han atenuado considerablemente el número de contagios. Nos sentimos más relajados y percibimos que hemos vuelto a la ‘normalidad’: “vuelve el pobre a su pobreza/ vuelve el rico a su riqueza/ y el señor cura a sus misas/ se despertó el bien y el mal/ la zorra pobre al portal/ la zorra rica al rosal/ y el avaro a sus divisas/”….(Fiesta; J.M. Serrat)
En fin, así estamos. No podemos olvidar que este diciembre se cumplieron 38 años de recuperación de la DEMOCRACIA. Fue precisamente el 10 de diciembre de 1983 el Dr. Alfonsín asumía la presidencia de la Nación luego de siete años de terror y dictadura. La democracia, aún con sus defectos, nos devolvió la libertad y nuestra dignidad, Pero como ya sabemos, vivimos en un país muy extraño. Luego de las elecciones intermedias (PASO) ganó la oposición. Curiosa e inexplicablemente el oficialismo derrotado sigue festejando ignorante de la realidad. Gastó millones de pesos para festejar ‘el día de la democracia’ en un acto partidario como atribuyéndose la paternidad de la democracia e ignorando absolutamente a los verdaderos artífices del proceso de recuperación democrática.
En fin, como dijo alguien: Argentina es un país tan raro que deberíamos cobrar entrada al que quiera ingresar a presenciar el espectáculo.