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Liberalismo o Engañapichanga

Un liberal es básicamente una persona que cuando está entrando en un debate o una discusión sabe positivamente que puede perderla. Y no le importa

Por Dr. Alberto Montbrun

Universidad Nacional de Cuyo

alberto.montbrun@gmail.com

A pocos días de una elección y a falta de propuestas concretas, reflexionar sobre ideologías puede resultar interesante. Los seres razonables, decía John Locke, sostienen sus posiciones con cierta dosis de duda. Tal vez esa frase resuma la esencia del liberalismo político. Señala Pablo Lacoste que el socialismo democrático moderno se entronca directamente con la tradición del liberalismo político de las burguesías revolucionarias de Inglaterra, EE UU y Francia. Estas convergen de manera significativa en los principios del constitucionalismo –vigencia de los derechos humanos, separación de poderes, controles recíprocos, independencia de la justicia, alternancia en el poder, periodicidad en los cargos, elecciones libres y competitivas, responsabilidad de los funcionarios– agregando a ello la esencial participación del Estado para corregir desigualdades y garantizar derechos sociales a fin de redistribuir la renta y promover aquellos sectores que por su situación de carencia no pueden acceder a una efectiva igualdad de oportunidades. Es un error conceptual confundir liberalismo político con económico, son cosas diferentes.

¿Pero las ideologías están vigentes? Sugerimos lo siguiente: las ideologías rígidas, prescriptivas y programáticas están muertas porque no pueden enfrentar dos elementos claves de la actual realidad: el cambio vertiginoso del contexto y el incremento exponencial de la información. Pero los valores y los principios que sustentan la convivencia en paz y que alimentaron el liberalismo político y el socialismo, están vigentes. Alemania, por citar sólo un ejemplo, ha sido gobernada desde 2006 por una alianza entre el principal partido de centro derecha (CDU) y el principal  partido de centro izquierda (SPD) en una experiencia conjunta que comenzó en la antigua parte oriental a partir de la caída del Muro de Berlín en 1989. Algo impensable hasta los 70´s. Pero hay muchos ejemplos más.

Nuestra actual campaña nos muestra polos urticantes, difíciles de conciliar. Por un lado Emilio Pérsico, líder del Movimiento Evita,  discípulo directo del santo padre que vive en Roma y expresión genuina del populismo del Instituto Patria dijo, en un acto junto al presidente: “Creo que esta democracia de la alternancia no camina, quiero construir una democracia donde el movimiento popular gobierne 20 años la Argentina” y agregó: “Cristina dijo una vez una frase que a mi me enamoró mucho, que es que tenemos que tener un gobierno que se parezca a nuestro pueblo. Saben de qué color es la tez de nuestro pueblo, del color del río Paraná, tenemos que llenar la política de pobres para construir el bien común” (textual). Por suerte yo soy morochón impenitente así que creo que zafo, pero pienso en los pobres hijos y nietos rubios de ojos celestes de los italianos del norte o de Europa del este y no termino de encontrarle el más mínimo sentido a esta nueva concepción racial de la política. Pensaba que después de las caídas del Klu Klux Klan y Hitler eso había terminado, pero nunca se sabe. Agregar grieta a la grieta no creo que sea el camino

Por el otro lado, aparece una nueva derecha. Si usted, estimada lectora o lector, ha tenido la paciencia de leer esta nota hasta aquí, comprenderá rápidamente que personajes mediáticos de moda, como Javier Milei o José Luis Espert, no tienen absolutamente nada que ver con los valores y los principios de un genuino liberalismo político. Fanáticos de un discurso monocorde, estigmatizan y demonizan al Estado buscando conmover la agobiada sensibilidad de nuestro colectivo social ante la brutal crisis económica. El abuso de la palabra libertad oculta el autoritarismo larvado y latente que traducen de manera concreta en sus palabras y en sus actos. Militan la negación de los principios básicos del liberalismo: la tolerancia, el pluralismo, el respeto al otro y al distinto, la duda y la disposición permanente a revisar nuestras opiniones. Cualquier similitud de estas personas con Domingo Cavallo no es ninguna casualidad.

Puede ser bueno distinguir el liberalismo de engañapichangas tentadoras. Sobre todo a pocos días de una elección importante.


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