Su generosidad ha quedado grabada en una foto cortándole el pelo en la calle a Pablo Rosalez, “Pablito”, el habitante de las calles chacrenses, por allá en el 2014. Hay algo bohemio en su aspecto que condice con la informalidad de su trato.
Camina las mañanas saludando siempre con una sonrisa, mirando al sol de frente con la satisfacción interna de estar viviendo en el lugar exacto. Tiene en sus manos el poder de cortar el cabello, hacer tallas en piedra, madera y hojas o el de cuidar las plantas de su jardín que adora.
Víctor Hugo Sirera ama también la música de los ‘80, el jazz, el blues. En su peluquería se podía hablar inglés. Vivió casi 9 años en Australia en un pueblo muy parecido a Chacras de Coria, donde pudo rápidamente crear una selecta clientela que disfrutaba de sus relatos.
Víctor Hugo recuerda a su abuelo italiano, el primer contratista de la familia Cerutti y encuentra el hilo que sutilmente lo une a este distrito. Lo deleitan los colores del arco iris y el andar por las calles perfumadas de retamas, ligustros en flor, rosales y madreselvas enredadas en aromos.
La calidez de su charla lo convierten en uno de los vecinos buscados para socializar. Y es sin duda uno de los “ tiernos” del pueblo, con quien siempre será un placer conversar para encontrar el lado soleado de la vida.
Por Onelia Cobos.