Una elección es una opción. Y una opción puede ejercerse mirando hacia el futuro o hacia el pasado. Los próximos comicios no parecen ofrecer, desgraciadamente, nombres originales en los viejos partidos. Pero aparecen actores nuevos y siempre es una oportunidad para que, como votantes, pensemos qué puede ser mejor.
Dr. Alberto Montbrun – Universidad Nacional de cuyo
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La devastadora sensación de hastío, enojo y bronca que provocó el sainete del cumpleaños de la primera dama y la patética reacción del presidente –que primero negó la reunión, después dijo que la foto era trucha, después dijo que “su querida Fabiola había organizado un brindis que no correspondía y estaba mal” y finalmente admitió que era “su total responsabilidad”– sacudió el escenario electoral y tal vez definió preferencias a la hora de votar el próximo domingo. Ahora, si lo sobreseen pagando una suma de dinero, me parece que debería hacer un esfuerzo económico y tratar de pagarle también por lo menos a Fabiola y a Dylan. En Argentina billetera mata Código Penal.
Ni hablar del otro horror que vimos: la prepotencia, mala educación y falta de respeto de una profesora fundamentalista K maltratando a un pobre estudiante de 16 años que intentaba expresar su pensamiento. El fanatismo y el autoritarismo en su máxima expresión. Si bien la docente fue criticada por algunos miembros del oficialismo que son candidatos –Leandro Santoro en CABA, Victoria Tolosa Paz en provincia de Buenos Aires y también por el propio Ministro de Educación de la Nación Nicolás Trotta– el presidente la respaldó diciendo que se había tratado de “un debate formidable que le abre la cabeza al alumno” (sic). Pobre, se ve que no vio el video.
¿Pero son el enojo y el fastidio quienes deben guiar nuestras opciones? Creo que no. Los viejos partidos con sus viejas voces, decíamos, presentan más de lo mismo. Anabel Fernández Sagasti, candidata a senadora del PJ está en el Congreso ininterrumpidamente desde el 2011; Adolfo Bermejo, también PJ, fue senador nacional de 2009 a 2015 y senador provincial desde entonces hasta ahora; Julio Cobos, de la UCR, está en el Congreso desde 2007 habiendo sido sucesivamente vicepresidente, diputado nacional y senador nacional. Alfredo Cornejo, también UCR fue diputado nacional en 2005 y de vuelta diputado nacional desde 2019. Todos ocuparon también cargos ejecutivos y viven de la política desde hace décadas. O sea, de renovación nada.
Votar mirando hacia atrás puede significar, por ejemplo, ponderar cómo dejó el país Mauricio Macri y cómo, gracias a la gestión de Alberto Fernández, las cosas cambiaron. ¿Para mejor o para peor? Obviamente la respuesta corresponde a cada votante e involucra cosas como el análisis del manejo de la pandemia; la llegada de vacunas; las políticas en materia de inflación, pobreza, vulnerabilidad, empleo, inversiones, seguridad y educación por lo menos.
Pero también la elección ofrece datos positivos que auspician votar mirando hacia adelante. Es bueno que empresarios importantes se hayan comprometido a “meterse en el barro” y asumir el compromiso de luchar por bancas en esta renovación parlamentaria. Algunos dentro de viejas estructuras, como Vargas Arizu, Mauricio Badaloni, Julio César Totero o Joaquín Barbera en Cambia Mendoza. Otros optaron por partidos que son solo un sello, como el partido Federal, pero se prestigian sumando gente valiosa como Carlos Iannizzotto, Adolfo Brennan o Laura Carbonari .
También podemos ver con optimismo que, tanto dentro de Cambia Mendoza como del Frente para Todos, muchas candidaturas a legisladores provinciales y concejales municipales son de personas jóvenes que, aunque desconocidas, pueden generar novedad y audacia en nuestra aburrida política. Su dependencia de los líderes puede ser un freno a esos entusiasmos pero, si son valientes, podemos pensar que son esos jóvenes los que serán capaces de construir consensos y acuerdos por sobre las viejas y estériles peleas que enfrentan a los mayores.
Decía unos números atrás que en las elecciones PASO de septiembre y generales de noviembre la Argentina se juega mucho más que un cambio de nombres. Se juega la posibilidad de una democracia liberal con pluralismo, libertad de prensa, tolerancia, respeto a los derechos humanos, justicia independiente y alternancia en el poder contra un modelo populista y autocrático que pone en riesgo, incluso, el marco constitucional vigente. Pero la última palabra la tenemos, como siempre, quienes vamos a votar.