En octubre de 2020 la vicepresidente Cristina Kirchner recibió en el Senado de la Nación la visita del embajador de la federación rusa, Dmitry Feoktistov. La reunión fue, según voceros, “para analizar la relación bilateral entre ambos países”.
Dr. Alberto Montbrun – Universidad Nacional de Cuyo
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Curiosamente, pocos días después, Carla Vizzotti -en ese momento Secretaria de Acceso a la Salud- viajó en secreto a Rusia para analizar las vacunas desarrolladas por el Instituto Gamaleya. A la vuelta, se anunció el comienzo de vacunaciones masivas con la Sputnik V a mediados de diciembre de 2020. Pero ya en ese momento, ante la falta de convalidación científica de la Sputnik V y la duda en las entregas previstas, el presidente comenzó a negociar las primeras quince millones de dosis de la vacuna china Sinopharm.
Quedaba claro que nuestro país no tenía interés en las vacunas provenientes de Estados Unidos e incluso se colocó una extraña cláusula de responsabilidad, en la ley de autorización de compras, que virtualmente impedía su contratación. Su exclusión podría considerarse razonable si estuviera basada en comprobables razones científicas. Pero tales razones no se mencionaron jamás. Además -pasó apenas advertido- la ya Ministra de Salud viajó unos días a Cuba (¿?) analizando, según sus propias palabras, “el intento de traer a la Argentina la vacuna Soberana 02” (ver Página/12, mayo 29 de 2021). ¿Qué habrá pasado con esa negociación? ¿Será Cuba un ejemplo de éxito en el tema?
A veces me parecen increíbles las decisiones que toma nuestro país. Me da la impresión, posiblemente errónea, de que nuestros líderes piensan más en gestos y poses mediáticas y en discursos que en bienestar o calidad de vida de la gente. La grosera ineptitud de un gobierno que, manejando miles y miles de cargos, no es capaz de controlar el ingreso de mas de 600 o 700 personas por día por un solo aeropuerto (leyó bien, uno solo), obligando a miles de compatriotas a quedarse varados en cualquier lugar del mundo. Me genera una profunda tristeza.
El pasado 7 de julio, la asesora presidencial y segunda de Vizzotti en el tema vacunas, Cecilia Nicolini, envió una nota de queja a Anatoly Braverman, segundo del Instituto Gamaleya, donde puso de manifiesto la verdad de lo que pasa, al decir cosas como:
“Nos encontramos en una situación muy crítica. Esperábamos que después de la conversación que tuvimos contigo (…) las cosas fueran más sencillas pero incluso empeoraron”.
“Seguimos esperando una cantidad mínima del componente 2 para completar los tratamientos al menos de las personas con más de 90 días de intervalo mínimo”.
“Necesitamos urgentemente al menos 1 millón de dosis para vacunar a las personas mayores este fin de semana”.
“En este punto, todo el contrato corre el riesgo de ser cancelado”.
“Entendemos la escasez y las dificultades de producción de hace algunos meses. Pero ahora, 7 meses después, todavía estamos muy atrasados”.
“Respondimos siempre haciendo todo lo posible para que Sputnik V sea un gran éxito, ¡pero nos están dejando muy pocas opciones para seguir luchando por ustedes y por este proyecto!”.
Pero de golpe, de un día para el otro, se terminó el ideologismo y comenzó a primar un sano oportunismo. El presidente firmó el DNU 431/01, donde allanaba los reparos de las compañías de E.E.U.U. Dos semanas después llegaban al país tres millones y medio de vacunas Moderna, donadas por E.E.U.U.
El 27 de julio la Ministro firmó un acuerdo con Pfizer para 20 millones de dosis. Un año completo perdido. Más de 100 mil muertos. Y seguimos esperando la segunda dosis de Sputnik.
Pero hay otros ejemplos de la coherencia de nuestros líderes. El 6 de mayo, el Senado de la Nación aprobó un proyecto del senador ultra K Oscar Parrilli dirigido al Ministro de Economía para que no usara la plata de los Derechos Especiales de Giro del FMI (4.300 millones de dólares aprox.) para pagar “intereses o capital de deuda externa con organismos internacionales, (…) sino para mitigar los efectos de la pandemia”. Pero la vicepresidente, en la presentación de candidatos del sábado 25 de julio, dijo que esos DEG no serían utilizados para mitigar los efectos de la pandemia, sino para pagar deuda. ¡Que fue siempre la idea del ministro Guzmán! “Chofer ponga el guiñe a la izquierda que vamos a doblar a la derecha”, era el clásico chiste sobre el peronismo en los 70´s.
En fin, la consigna que postulábamos en el Correveidile hace cuatro meses sigue hoy plenamente vigente: cuidémonos más que nunca, porque estamos muy solos.