La herramienta principal de un enólogo es el olfato, fuertemente unido al gusto. Sin embargo, poco se ha investigado sobre el tema. Una encuesta sobre los olores realizada hace varios años, explora las dimensiones científicas del fenómeno de la olfacción. Interesante para comprender un poco más este sentido indispensable al momento de apreciar un vino.
Un millón y medio de personas de todo el mundo participaron de The Smell Survey, la encuesta sobre olores realizada por la National Geographic. La experiencia consistió en hacerles llegar 6 sobres, conteniendo cada uno un papel impregnado con un aroma diferente y dos preguntas: 1. ¿Podían oler algún aroma? (umbral de sensación olfativa) 2. Si la respuesta era positiva, ¿podían identificarlo? (umbral de percepción olfativa). Las muestras iban acompañadas de un cuestionario: el sexo, la edad, si los aromas les resultaban placenteros o no, si eran fumadores, el lugar de residencia, si habían perdido alguna vez el olfato, entre otras preguntas.
Los sobres contenían los siguientes aromas: 1. Androstenona, olor a transpiración producido por una bacteria que se encuentra en el ser humano, siendo un típico aroma animal. 2. Acetato de isoamilo, aroma frutal que se encuentra en la banana. 3. Galaxólido, aroma animal, es un compuesto sintético creado por la industria del perfume. 4. Eugenol, aroma especiado característico del clavo de olor. 5. Mercaptano, compuesto de aroma mineral que se agrega al gas de cocina como alerta. 6. Rosa, uno de los aromas florales más conocido.
Se comentan algunas consideraciones de interés: En el caso de la androstenona, porcentajes de alrededor de 30 en hombres y 20 en mujeres no pueden identificarla. Varía según el lugar de origen, dándose el máximo en Estados Unidos y el mínimo en África. No se debe a un factor racial y sí en cambio a patrones culturales. En efecto, personas de raza negra de África que vivían en Estados Unidos tenían valores similares a las del resto de los habitantes de ese país.
En cuanto a la edad, a partir de los 20 años hay una pérdida de la capacidad olfativa. A los 80 la capacidad disminuye un 30 %. La caída es más notable en el sexo masculino y más pronunciada con los aromas animales. Al relacionar la edad con el mercaptano, el 75% de las personas jóvenes consideró el aroma de este compuesto como desagradable. Con el aumento de la edad, el porcentaje de personas a quienes no les resultó desagradable aumentó. Al llegar a los 80 años, solamente a un 25% les resultó desagradable. Esto explica en parte los accidentes que se producen con gente mayor y el gas de cocina, en el cual el mercaptano es colocado para indicar peligro, suponiendo que es un olor desagradable que alerta a todo el mundo.
El aroma a rosa tuvo altos porcentajes de identificación y percepción, cercanos al 80%.
De esta investigación se desprende, en términos generales, que las mujeres tienen mayor percepción olfativa que los hombres. Que las reacciones, positivas o negativas a los olores, varían enormemente de un lugar a otro. Que los aromas de origen animal son los de menor nivel de identificación. Que casi dos de cada tres personas han sufrido una pérdida temporal del olfato y algunos, cerca del uno por ciento, no tienen olfato.
La pérdida del olfato es cosa seria, ya que con frecuencia este sentido se asocia con la memoria. Kipling decía que “más que los sonidos o las imágenes, los olores pueden mover las fibras del corazón”. Y al decir de Helen Keller: “El olfato es un poderoso hechicero que nos transporta a través de miles de millas y de todos los años que hemos vivido”. Según los Enólogos: “Qué sería de nuestra vida en el mundo del vino sin la capacidad de nuestro olfato”.
¿Qué lugar ocupa este sentido en la apreciación de un vino? El más importante, ya que en todo el proceso de elaboración, el enólogo hace el seguimiento de lo que ocurre a cada momento, detectando si se presenta alguna anomalía: “La nariz es una herramienta de toma de decisiones desde la cosecha hasta el embotellado”. Para los catadores y sommeliers, el sentido del olfato es indispensable para percibir las características de un vino y monitorear su evolución. El olfato es un instrumento esencial de trabajo en estas profesiones.