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Reconocimientos a los hacedores de la palabra

Volver a la historia es acercar las circunstancias y los hechos de los procesos que la inscriben, conteniendo la proyección del tiempo, que la retoma y la registra memoriosa. Además, compone el engarce de las ideas tras la trama de los decires, de las opiniones, de las percepciones histórico sociales del momento.

Por Raquel Aznar  – Escritora

En el mes de junio, el libro se abre para mostrar coincidentemente esas páginas que declaran, que emocionan, que implican pertenencia, donde lo literario -en su pacto ficcional- da lugar al texto novelado que transfiere la metáfora.

Es entonces cuando junio se repliega celebrando el 15 de junio, Día del Libro en Argentina, ícono trascendente de la cultura, condensador de la palabra en su infinita posibilidad de argumentar. Es en homenaje al Consejo Nacional de Mujeres, que en 1908 organizó la primera entrega de premios literarios.

En este reconocer cultural aparece la valoración del periodista, hacedor comprometido de un decir plasmado tras redes ideológicas que develan el relato histórico social. Haciendo historia, se recuerda como día del periodista el día 7 de junio, en reconocimiento al primer medio de prensa fundado por Mariano Moreno, en 1810, “La Gazeta de Buenos Aires”, en el momento que da a conocer la primera comunicación escrita de la gestión popular del primer gobierno patrio.

La figura del escritor en su protagonismo relata, revela, versifica las escenas en los contextos fundantes y en el rescate de los hechos. La palabra en su decir simbólico, dinamiza la realidad que se nombra.

El Día del Escritor se reconoce en la figura de Leopoldo Lugones, nacido el 13 de junio de 1874 en la provincia de Córdoba, símbolo pensante del oficio, quien lideró la vanguardia literaria fundando la Sociedad Argentina de Escritores.

Esta triología de homenajes se amarran en la fortaleza del hábito lector.

A través de la llegada opcional de dar vueltas las páginas podremos silenciarnos y así  escuchar en un juego de sensaciones, ideas concluyentes del autor en nuestras propias voces. La palabra y el silencio pactan la posibilidad de la observación en su más alto poder cultural.

No corras, vete despacio, vete despacio que a donde tienes que llegar es a ti mismo. (Juan Ramón Jimenez).

Tiempos de crisis nos acercan páginas blancas ante una deliberación ataviada de sensibilidad, valoración y proyección. Sean estas reflexiones instancias celebratorias para reconocernos responsables.

Un dibujo del tiempo se deja decir, ¡Feliz día hacedores de la palabra!


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