Por María Rosa Bocchio*
Y los días de la semana no se desesperaron porque sabían muy bien que los números podrían protegernos, también proteger a las personas que estaban protegiéndonos. Y no les importó pasar a ser el día 1, el día 2… el día 3… o el 14… ¡o el que fuera!
Los días de la semana tuvieron la esperanza de que pronto recuperarían sus nombres, que el pánico y el caos pasarían a ser un recuerdo, que existiría un antes y un después de que el acontecimiento inesperado llamado COVID19 oprimiera al mundo.
Los días de la semana saben que durante un lunes muchos aprendieron a ayudar a sus hermanos. Que era martes cuando otros tantos descubrieron las emociones que atesoran los poemas y combatieron el miedo transitando por las páginas de un buen libro. Que un miércoles un padre jugó por primera vez a la bolita con sus hijos y que muchas madres amasaron pan con ellos. Que un jueves la gente tuvo tiempo para escuchar buena música. Que un viernes reunió familias que después de mucho tiempo volvieron a mirarse y a darse una tregua. Que un sábado encontró pensamientos olvidados y que un domingo recuperó afectos postergados y esperanzas que parecían perdidas.
Y así, peregrinando con números, un día los días recuperaron sus nombres y los seres humanos… siguieron siendo humanos.
*La autora es quien coordina el taller literario de la Biblioteca Popular de Chacras de Coria “El cuartito azul”. Durante la cuarentena, el grupo reunido alrededor de las palabras trabajó desde su casa y produjo textos que iremos compartiendo en próximas ediciones. Artículo publicado en la edición de agosto del 2020.