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Economía Social: La crisis más difícil de superar…

Siempre hemos sostenido -y los hechos lo comprueban, en la mayoría de los casos-, que las crisis refuerzan a las entidades intermedias. Las reviven, las “ponen en valor”.

Domingo R. Godoy - Contador Público. Especialista en Economía Social

Las situaciones críticas -de extrema pobreza, de carencias alimentarias, de faltantes de niveles educativos, de escasez de recursos para satisfacer las primeras o básicas necesidades– son los momentos en los que resurgen las virtudes y valores de las personas, de las instituciones… Sobre todo de las instituciones de personas. Las convicciones, que nos fortalecen la fe en el futuro para no estar condenados (según Frankl), o el desarrollo del interés propio, hacen emerger o reaparecer en las crisis, oportunas salidas. Son ejemplo de éstas: la naturalidad de la solidaridad; la creatividad de soluciones para acompañar a crecer y madurar a los sectores de menos recursos; la utilidad de las desestructuraciones institucionales para impulsar innovaciones asociativas; la jerarquización del orden de satisfacción de las necesidades por la urgencia para paliar emergencias con recursos escasos; la búsqueda del desarrollo económico integral…

1. …Y estamos en crisis

Algunos la identifican como crisis sanitaria, igualando sus consecuencias como pandemia. Otros reconocen el agravamiento por el humor social, señalando el deterioro de las vigas que sostienen la psiquis colectiva. Otros, por la situación económica, la ubican como principalmente inflacionaria con cierre de empresas, fugas de capitales, agravamiento de la pobreza y desocupación. Algunos juntan todas las anteriores.

A nuestra manera de ver, además de compartir las anteriores visiones, entendemos que la crisis más grave que estamos viviendo en nuestro país, en nuestra Argentina, es de CREDIBILIDAD.

Se ha perdido la confianza. Se están perdiendo las funciones de la moneda; se está disipando la seguridad sobre la ejecución de los presupuestos públicos; se pierde la confianza en los agentes de la justicia y en sus instrumentos; se pierde y se perdió la credibilidad en los cuerpos legislativos. Las dudas de la población se focalizan en la legitimidad de la representación y en la veracidad del accionar. ¿De dónde surgen? ¿A quiénes representan? ¿Cómo arribaron? ¿Qué servicio quieren prestar? ¿Qué intención los mueve para ejecutar el bien común?

Por otro lado: ¿Cómo actúan? ¿Cuánto de espíritu de servicio aplican? ¿Cuánto de desapego del interés propio? Son los dirigentes de todos los cuerpos colegiados o mancomunados, económicos, sociales, políticos, los que se supone deben conducir con vocación, solidez, determinación, visión clara y fortaleza esta restauración.

2. Vigencia de la credibilidad

La credibilidad es un componente extraeconómico, pero primordial para el funcionamiento de la economía. Fundamental para la aplicación de las políticas y estrategias económicas en las que se esperan resultados congruentes. De tal medida, se espera tal resultado en la realidad… siempre y cuando quien la propone sea confiable. Lo contrario es lo que está empezando a pasar: ¡sálvese quien pueda!

Las entidades intermedias más relacionadas con lo económico, se preciarán de ser eficaces cuando involucren lo humano en ese hacer económico. Lo económico para lo humano. Ese es el orden. Ya no son solamente las frías ofertas y demandas. Son las personas que necesitan, las que producen y son las entidades de personas que colaboran en las satisfacciones de esas necesidades. Se valora la persona y su necesidad verdadera.

3. Las entidades y la credibilidad

A estos cuerpos intermedios, a estos componentes del entramado social, a estos miembros permanentes y activos de la economía social, les corresponde satisfacer a cada asociado, a las entidades como tales y supletoriamente a la comunidad, con la reconstrucción de esto tan escaso, la credibilidad. Tal el caso oportuno del reclamo sobre la pobreza expuesto recientemente por la Mesa de la Producción y el Empleo de Mendoza, entidad intermedia representativa del empresariado mendocino.

Hoy -los Reglamentos internos de las mutuales; los estatutos de las uniones vecinales; de las cooperadoras; de las sociedades de fomento; la creatividad de los órganos colegiados decisores; las funciones de la solidaridad sindical o de salud; las normativas de recursos financieros; de las entidades (federaciones, colegios profesionales, Consejos Económicos, federaciones, etc.) componentes del “cuerpo social”- deben funcionar a pleno. Con total transparencia, máxima eficacia y solidaridad. No puede haber errores. No puede haber inacción en la gestión. Será responsabilidad prioritaria de esos entes del entramado social reconocer la situación de urgencia. Actuar en “ayuda/complemento/subsidio” de la debilidad de lo “individual aislado”. Socorro del que está –en solitario- dominado por las fuerzas incontrolables de las mezquindades socio-económicas y encima a expensas de declamaciones y promesas vacías, en las que no creen. La fortaleza de los entes intermedios está en el alto grado de fidelidad que existe entre los miembros de cada institución. Se tienen fe. Eso los mantiene y hace enérgicos. Desde ahí recrean la credibilidad para su institución y para la comunidad. Dejan la declamación para pasar y mostrar la acción.

Así, el reclamo empresario al Estado debe ir acompañado de un hacer ejemplar y eficaz en el desarrollo integral humano que venimos señalando. Las actuaciones de las instituciones intermedias pueden mostrar y ser el ámbito de encuentro “en credibilidad”. Las riquezas de estas instituciones es que la credibilidad asociativa está basada en la suma de las verdades respetadas individual y personalmente.

La eficacia surge de su accionar. Ahora y no en otro tiempo es el momento de ejecutarlas.

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