¿Qué está sucediendo y hacia dónde vamos con la pandemia por SARS-CO2 que ha producido la COVID 19, la enfermedad producida por este virus que ha transformado nuestras vidas? Hay muchos aspectos para valorar y creo que nos va a dejar grandes enseñanzas cuando volvamos a la normalidad.
Dr. Daniel R. Miranda – Médico Pediatra – Rector Universidad Maza
Esa normalidad que conocíamos en el 2019 no será como antes porque los cambios paradigmáticos producidos a todo nivel (sanitario, educativo, económico, social y cultural) han sido trascendentes. Esta enfermedad indudablemente ha modificado las interrelaciones personales y los vínculos afectivos, y ha generado sobre todo conflictos políticos partidarios. Lamentablemente debería haber hecho todo lo contrario: habernos unido más que nunca en la toma de medidas entendibles y razonables.
¿Qué pasó con nuestra comunidad, con nuestra sociedad? En un primer momento se tomaron medidas de aislamiento social preventivo y obligatorio, el ASPO, que fueron importantes; lo mismo que el distanciamiento social, porque evitó algo fundamental: el colapso del sistema sanitario. La Argentina, en todos sus ámbitos de internación de pacientes con esta grave enfermedad, no tuvo que elegir entre quién vivía y quién no. Creo que esa ha sido una de las grandes fortalezas que tuvo el ASPO y el DISPO. Pudimos estar o no de acuerdo, pero el sistema sanitario no colapsó. Esto quiere decir que todos recibieron las atenciones correspondientes del equipo de salud, formado por médicos, enfermeros, kinesiólogos, terapistas ocupacionales, bioquímicos, farmacéuticos, personal de salud mental -cada vez más necesario-, y el resto de los integrantes: todos cumplen un rol fundamental.
El equipo de salud tiene que ser protegido, entonces surge la pregunta: ¿Quién cuida a los que nos cuidan? El personal de salud al momento actual está extenuado, cansado, por lo tanto esta segunda ola que ya toca las puertas de cada una de nuestras casas viene con una carga y una mochila muy importante de estrés emocional, físico, social, y esto es lo que deben entender nuestros gobernantes. Esto ha perjudicado a lo económico y ha repercutido en aumentar los niveles de pobreza e indigencia pero en este momento estamos al comienzo de un segundo brote que no sabemos cómo va a finalizar. Realmente tenemos que tomar medidas que son muchas veces antipáticas para algunos grupos de la sociedad. Indudablemente cualquiera que se tome a nivel gubernamental no le va a gusta a algún sector, pero en este momento es necesario aplicar medidas restrictivas y controladas. Debe primar el sentido común, el criterio y por lo tanto elaborar las estrategias sanitarias y preventivas más acordes a la situación.
La sociedad, con un comportamiento individualista, no cumple con lo básico: como es el uso de barbijo, el lavado de manos, elementos de protección fundamentales en cualquier sociedad donde exista un brote epidémico o una pandemia. No podemos echarle la culpa a los adolescentes porque todos somos responsables de su comportamiento. Tenemos que entender que la responsabilidad es social y para que exista esto lo primero que debe existir es responsabilidad individual.
Estamos todos cansados de este tipo de medidas pero esto ocurre a nivel global: no hay lugar del mundo que haya quedado ajeno a estaS situaciones antipáticas de confinamiento, de aislamiento, de falta de reuniones sociales y vínculos afectivos, de disfunciones a nivel familiar, pero lamentablemente es la única forma de enfrentar a un virus sumamente agresivo del cual la comunidad científica no tiene prácticamente experiencia necesaria para saber cómo va a evolucionar. No sabemos todavía si las vacunas son efectivas por seis meses, por un año, o como en el caso de la gripe tendremos que hacer vacunaciones periódicas por la capacidad de mutación que tiene el SARS-CO2.
Seguimos buscando culpables y es una forma de restar: consensuemos, estemos más juntos que nunca y este es un pedido a quienes tienen el privilegio de haber sido elegidos para gobernarnos. Deberían estar dando el ejemplo oficialismo y oposición. Si no hay ejemplo de comunión y de unión difícilmente vaya a haber respuestas por parte de la comunidad. Creo que debemos reflexionar analizando los números porque detrás de cada número hay un enfermo, un muerto y detrás de cada muerto y enfermo hay una familia. Ese muerto y esa familia podemos ser nosotros y necesitar del sistema sanitario.
Vamos al invierno y un mayor hacinamiento. Algo que no tuvimos el año pasado gracias a las medidas que se tomaron es que no había otras patologías concomitantes como virosis respiratoria que afecta a niños, adolescentes y también a la población adulta. Los más vulnerables son los niños y las personas de edades mayores. Este año por esta liberación y la falta de cumplimiento de las medidas básicas mencionadas, hará que no solamente tengamos COVID 19 sino otras infecciones respiratorias que nos van a confundir en los diagnósticos y llevarán a sobre diagnosticar y sobre demandar el sistema sanitario para ver si es o no COVID 19. También puede pasar que algún médico deba decidir quién está más grave y quién tiene más posibilidades de vida para ocupar una cama y esa sea una dura realidad.
Nadie saldrá como era antes. Todos hemos tenido un gran aprendizaje en mayor o menor medida. Deberíamos invitar a que nuestros gobernantes, del partido que sean, visiten los hospitales, las terapias intensivas, los centros de salud COVID 19 y las morgues. Sería muy importante las condolencias colectivas ecuménicas como se hacen en otros países del mundo. Cinco minutos por semana oficialmente se dan para los familiares que han perdido un ser querido, un amigo, en esta situación de pandemia. Espero que este mensaje sirva para reflexionar. Lo digo como médico, como rector de una universidad a la que asisten adolescentes y adultos jóvenes, pero sobre todo lo digo como ser humano: tenemos más que nunca que ser humanos.
“Cuidarse ahora para reencontrarse pronto”. Como dice el lema de nuestra universidad.