Por Dr. Alberto Montbrun – alberto.montbrun@gmail.com
En una desangelada cadena de radio y televisión, el pasado 18 de marzo, el Presidente de la República anunció lo que todos ya sabíamos: a un año del inicio de la cuarentena, con una economía quebrada, con una inflación imparable, con cientos de miles de nuevos desocupados y pobres y con un gobierno cuya única obsesión parece ser intervenir sobre la Justicia para salvar a los funcionarios corruptos procesados o condenados, la inminencia de la segunda ola de COVID que llega con el invierno nos encuentra en una situación de extrema precariedad. Y prácticamente sin vacunas.
El rigor extraordinario de la primera cuarentena tuvo un logro concreto: impidió el colapso del sistema de salud garantizando respiradores y camas de terapia intensiva. Fue costosísimo pero hay que anotarlo en el haber. No obstante, a cambio de eso, el cierre de la economía produjo una caída que no se verificaba desde el 2001.
Desgraciadamente, del trípode mágico para combatir el COVID 19 – testear, vacunar, aislar – sólo tenemos control personal sobre la última. Frente a esta situación, no nos va a quedar otra que cuidarnos a nosotros mismos, extremando las precauciones y fortaleciendo la ahora debilitada conciencia de la gravedad en torno de la situación.
Testeos: En general hay coincidencia en que los testeos son la herramienta más eficaz para prevenir el virus, ya que permite abordar al mismo tiempo a quienes tienen síntomas como a quienes son asintomáticos, principalmente los jóvenes. Para muchos especialistas el escaso nivel de testeos es uno de los aspectos más negativos de la política sanitaria desarrollada por Argentina.
Según la OMS los países que más testean en el mundo han sido, a marzo de 2021, Dinamarca, con 299/1000 habitantes; Malta, 310/1000; Barhein, 500/1000; Emiratos Árabes 506/1000 y Luxemburgo con 700/1000. La distancia de la Argentina de ese nivel de testeos es francamente sideral ya que estamos alrededor de 19/1000. En Mendoza, de hecho, se demoran hasta tres días los testeos según los tipos de síntomas.
Vacunas y opciones: De las varias vacunas que existen en el mundo con diversos niveles de eficacia y alcance etario (Johnson & Johnson, Sputnik V, Sinopharm, Covishield, AstraZeneca, Sinovac, Pfizer y otras) nuestro país optó por apenas tres de ellas y todas han fallado en términos de tiempos y cantidades comprometidas. Mientras, los propios asesores del Presidente, como es el caso del reconocido infectólogo Eduardo López, le piden que empiece a hablar y negociar con otras empresas fabricantes. Muchos países apelan a todas las vacunas disponibles.
El ingreso de los privados al sistema de vacunación. Si hay gente que dispone de dinero para eso ¿por qué no se puede pagar su propia vacunación y dejar que la que paga el Estado se destine a las personas más necesitadas? ¿Por qué insistir en el ideologismo del estatismo extremo si el tema de las vacunas es de vida o muerte? Con la vacuna de la gripe hacemos así desde hace años y no hemos perdido ni soberanía ni independencia ni justicia social. El Estado debería avanzar hacia algún sistema público – privado que permita el ingreso de la totalidad de las vacunas autorizadas y su distribución libre.
¿Qué nos queda? Cuidarnos, cuidarnos y cuidarnos. Reducir las fiestas y reuniones multitudinarias. Mantener el distanciamiento aunque a veces parezca excesivo. Mantener la limpieza de manos. Bancarse el barbijo. Pero eso sí, mantener el gran logro de que las escuelas funcionen hasta donde se pueda.
Papelones del gobierno: Marzo finaliza con hechos y actitudes lamentables de nuestro gobierno. Las fotos de los pibes de la Cámpora poniéndose la vacuna y haciendo la V de la victoria son un cachetazo brutal a la agobiada sensibilidad de millones de personas. Además, entre 160 y 200 jóvenes militantes fueron vacunados por la provincia de Buenos Aires porque atienden el call center del CeTep (un sistema de atención telefónica temprana) pretextando que son “trabajadores de la salud” cuando en realidad tienen cero contacto con infectados y trabajan desde las universidades. También se confirmó que el ex ministro Ginés González García “apartó” 3000 vacunas para uso discrecional del poder. Una gestión personal del empresario Eurnekian con el laboratorio Moderna para la provisión de un millón de vacunas se perdió porque el Presidente tardó más de un mes en llamar a la empresa para confirmarla. Le dijeron que ya era tarde.
En suma, todo parece indicar que nuestro gobierno de científicos en materia de COVID nos ha dejado librados a la buena de Dios. Y si esa es la buena, no quiero ni pensar cómo será la mala.
