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Geografía cambiante del capitalismo y su impacto en la Naturaleza Mendocina

Economía ambiental

A lo largo de los años, alrededor del mundo se han producido importantes eventos relacionados con el desarrollo y aumento poblacional. Cambios que han llevado consigo diferencias políticas y económicas, dándonos como resultados significativas problemáticas, tanto sociales como ambientales.

Por María Virginia Aranda

En este caso me centraré en mis vivencias en Mendoza, en cómo en menos de 200 años esta ciudad creció desde cero, en manos de distintas situaciones políticas que configuraron el desarrollo social y ambiental insostenible que tenemos.

Desde pequeños, en la escuela nos explicaron cómo la zona de Cuyo se encontraba compuesta por  varias  provincias, entre ellas Mendoza, una región desértica en el Oeste de Argentina. En su parte central se encuentra uno de los oasis más importantes, donde años atrás se encontraban los huarpes, un pueblo aborigen sedentario que habitaba desde las orillas del Río Jáchal, al norte de la provincia, hasta el Río Diamante al sur.

Los huarpes desempeñaban distintas actividades de recolección, caza y  producción agrícola. Sembraban maíz, quínoa, zapallo, poroto y calabaza y así se las ingeniaron para construir y extender a lo largo del territorio, un sistema de riego a través de acequias y canales para aprovechar el agua de los ríos de montaña, formados por el deshielo del verano. Hoy en día es el sistema que se utiliza para el riego del arbolado público.

Al pasar el tiempo, la zona central de la provincia comenzó a desarrollarse de forma exponencial, lo que trajo consigo la construcción de nuevas viviendas, calles, edificios gubernamentales, con un notable aumento en la densidad poblacional. Esto llevó al desplazamiento de los huarpes a las zonas periféricas y trajo con ellos la sequía de la laguna que usaban y la construcción sobre las tierras más fértiles de la zona.

Esta densificación se convirtió en la Ciudad de Mendoza, que se encuentra en continuo crecimiento hacia las zonas de los oasis productivos con barrios privados y shoppings, que se construyen sobre antiguos olivares, viñas o jarillales, desplazando y quitando cada vez más tierras productivas, fauna y flora autóctona a la provincia. Son cada vez menos quienes crían  gallinas para tener huevos y cada vez más quienes van a comprarlos a mercados. Poco a poco las costumbres campesinas se pierden.

Año a año las zonas rurales disminuyen y los propietarios venden sus tierras a grandes inversores, que posteriormente las explotan y continúan con el círculo de desarrollo urbano. Si el continuo crecimiento sin una planificación y estudio previo no se detiene no tomará mucho tiempo para que las áreas productivas o con flora natural en Mendoza desaparezcan y comience una problemática no sólo alimenticia y económica, sino también hídrica.

El capitalismo es un arma muy poderosa, muchas veces puesta en manos de personas equivocadas, que no planifican el desarrollo civil para las generaciones futuras sino que buscan el apoyo de votantes con un elevado capital o status socioeconómico, para poder así mantener la toma de decisiones en una misma persona. Es necesario que quienes tienen la responsabilidad de tomar medidas, tomen conciencia de esto y se rodeen de profesionales en el medio ambiente y en desarrollo civil para aportar decisiones de inversión y desarrollo.

En mi opinión el desarrollo de la cuidad debe comenzar a trasladarse a zonas donde la tierra es improductiva, y en el caso de que se realicen construcciones públicas como edificios, shoppings, estacionamientos, clubes, éstos deberían cumplir con normas sustentables y amigables con el medio ambiente, como el uso de paneles solares, jardines xerófilos para disminuir el consumo de agua y clasificadores de residuos.

Que en las familias y escuelas se les enseñe a los niños y jóvenes a trabajar la tierra, y no con esto me refiero a que necesariamente se deba vivir en el campo, sino que con macetas se puede hacer una huerta en una terraza o un balcón. En el caso de tener jardín, que tener una gallina sea tan normal como un gato o un perro para tener huevos todos los días o simplemente apelar a clasificar residuos. Entender que cada una de nuestras actividades como seres humanos tiene un impacto ambiental. Es nuestra decisión si queremos que este sea positivo o negativo.

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