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Cine: Orient Express

Un tren bala por el cine oriental y películas de directores que mejor apreciar para no perder de vista sus joyas. Sobre este viaje a toda velocidad para detenerse cuando el tiempo lo permita, va esta vez la invitación cinematográfica del mes.

Por Patricio Pina*

Cuando Parasite obtuvo el premio a Mejor Película en la última edición de los Oscar, varias cosas quedaron planteadas: un hecho histórico (primera vez que un film no hablado en inglés se llevaba la estatuilla más preciada), un síntoma (los mayores logros audiovisuales norteamericanos parecen haber migrado al mundo de las series, relegando la calidad promedio de sus largometrajes), una certeza (la necesidad de ampliar mercados internacionales ante el avance de las plataformas de streaming) y una bienvenida advertencia: si los norteamericanos ya no pudieron soslayar el fenómeno, es hora entonces, damas y caballeros, de prestarle definitiva atención a las películas orientales. Corren el riesgo de perderse algo muy bueno.

Se trata de ampliar nuestros horizontes más allá de lo que la filmografía de Kurosawa nos ha sabido legar (cuyas películas más famosas son las más cercanas a nuestros gustos e intereses occidentales). Pensando en realizadores más o menos contemporáneos al gran Akira, no se puede dejar de lado el triunvirato japonés compuesto por Yasujiro Ozu (Historia de Tokyo, La hierba errante, Tarde de otoño), Kenji Mizoguchi (Cuentos de la luna pálida de agosto, La vida de Oharu) y Shohei Imamura (La balada de Narayama, La anguila). Los tres, por idiosincrasia, perfiles temáticos y puesta en escena, más representativos de una mirada oriental sobre la vida.

Párrafo aparte para Hayao Miyazaki, cuyos largometrajes de animación para chicos de 3 a 99 años son admirados por críticos y público por igual tras el Oscar a El viaje de Chihiro, y hoy goza de una masividad que nunca será suficiente. Gran parte de su obra está disponible en Netflix.

Si Parasite fue la punta de lanza y nos gustó, convendrá profundizar en la obra completa de Bong Joon-ho, donde brillan The Host y Memories of Murder, entre otras. Corea del Sur es potencia cinematográfica en los festivales de cine y más allá. En un mundo mejor, merecerían alcanzar mayor visibilidad directores como Hong Sang-soo (con films tan austeros como complejos y fascinantes), Park Chan-wook (Old Boy, Stoker – ya en EEUU -) y Lee Chang-dong (Poetry, Burning).

Pasando muy rápidamente por China, a los ya bastante famosos Zhang Yimou (Sorgo rojo, Esposas y concubinas, Héroe) y Wong Kar-wai (Chunking Express, Felices juntos, Con ánimo de amar), corresponde hoy mencionar a Jia Zhang-ke, imprescindible para entender las transformaciones económicas de su país y el profundo impacto sociocultural que conllevan. Naturaleza muerta, The World o Lejos de ella dan buena prueba de ello.

Antes de terminar este veloz tren bala por el cine oriental, imposible olvidar a Apichatpong Weerasethakul, director tailandés inclasificable, cuyo cine abona narrativas muy alejadas de lo convencional. Experiencias audiovisuales como El hombre que podía recordar sus vidas pasadas y Cementerio de esplendor nos recuerdan las inmensas posibilidades del lenguaje cinematográfico para contar historias evadiendo todo lugar común.

Finalmente, la japonesa Naomi Kawase, creadora de mundos tan personales y poéticos como Shara, El jardín de luto o la más convencional pero no menos profunda Una pastelería en Tokyo, brilla en un mundo de tradiciones masculinas con mirada propia, estilo reposado y sensibilidad mágica.

*Rector de la Escuela de Cine. Junto a Claudia Nazar llevan adelante un Taller de Cine, todos los sábados a las 16:30 hs. Obviamente, quedándose todos los asistentes en casa.

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