Llevamos ciento cincuenta días desde el primer DNU del presidente Fernández, que decidía la cuarentena y el encierro obligatorio cada 15 días. Ciento cincuenta días que ya están agotando muchas paciencias. Sobre todo por las informaciones poco claras y hasta contradictorias que recibimos diariamente. Desde el gobierno nacional prefieren no mencionar más la palabra cuarentena porque obviamente hace referencia a ‘cuarenta’ y no a ciento cincuenta días. Cada quince días nos agregan otros quince y así vamos…
Ya estamos resignados a convivir con el virus. Le atribuimos cualidades humanas como la inteligencia y otras capacidades estratégicas. Escuchamos a diario en publicidades frases como “el virus te testea a vos” o “el virus te busca”. En fin. Si seguimos así, lo tendremos como mascota en cada hogar argentino.
Los paisajes del mundo fueron cambiando. Desde las urbes más grandes hasta la de los pequeños pueblos. Durante la primera etapa vimos que los animales de algún modo festejaban el encierro de los humanos y volvieron a vagar libremente en territorios antes prohibidos. Poco a poco, a medida que sospechábamos que el peligro cesaba, se fueron devolviendo algunas libertades restringidas.
Sobre todo en países europeos, donde ahora gozan del calor veraniego. Pero el inteligente virus se les aparece nuevamente. Como quien juega a las escondidas o a la mancha. Pareciera que el juego lo va ganando el Covid.
En el país, donde algunas provincias llevaban más de 100 días sin contagios, hoy se ven sorprendidas por la cantidad de enfermos. Valga como ejemplo Jujuy. Otras jurisdicciones como Ciudad Autónoma de Buenos Aires y la provincia de Buenos Aires están en una situación más crítica.
En nuestra provincia estamos transitando otra etapa: el distanciamiento social obligatorio. Ya todo sabemos de qué se trata. El paisaje mendocino también cambió desde marzo hasta hoy. No sólo porque acabó el otoño y llegó el invierno, sino también por muchos factores humanos.
De los desoladores primeros días del encierro casi total hasta hoy, sucedieron muchas cosas. Cada uno sabrá cómo varió su estado de humor, la relación con sus hijos o esposa, su relación con los amigos o en sus trabajos. Y también cómo cambió su economía hogareña con el aumento de precios y la falta de trabajo. Sólo un dato de la situación económica de Mendoza: 200 cafés y restaurantes cerraron.
En Chacras de Coria no hemos advertido demasiados cambios en cuanto a la actividad comercial. Abrió un nuevo comercio en el local de la vieja panadería Los Andes que había cerrado antes de la pandemia. Cerró la librería en calle Aguinaga y ahora funciona otro emprendimiento. Claro que los hoteles de la zona permanecen cerrados o con mínimo trabajo. Algunos tuvieron que reinventarse y crecieron los delivery. Pero la mayoría de los tradicionales e importantes comercios siguen trabajando.
Tal vez lo más notable del cambio de nuestro paisaje sea el cierre de las escuelas. Ya no vemos niños ni adolescentes a las tradicionales horas de entrada y salida. La esquina de Viamonte y Aguinaga está un poco desamparada de infancias bulliciosas y felices a la salida de sus turnos. La Plaza dejó de albergar a jóvenes que esperaban entrar a la ’Panchito’ o a las maestras charlando con los padres en la puerta del cole.
Así estamos. Como cada uno puede. Y ahora con la esperanza de la vacuna en el 2021. Esperemos que sea cierto y no como dice la canción: ‘mitad verdad, mitad mentira como esperanza a los pobres prometida’.